Se Han Producido curaciones maravillosas como resultado de haber reconocido la totalidad de Dios, Su perfección y Su bondad. Este es, a menudo, el impulso que encierra la oración de un Científico Cristiano.
En esta clase de oración, los Científicos Cristianos reconocen con claridad espiritual el hecho de que Dios, el Espíritu, es infinito e impecable. Ellos afirman, con gratitud, que el verdadero ser del hombre expresa la plenitud y el bienestar inherentes a la naturaleza divina. Rechazan con firmeza la falsa creencia de que el mal, el pecado o la enfermedad, cualquiera sea su tipo, puedan ocupar algún lugar en la creación de Dios.
Este enfoque de la oración puede parecer poco consecuente si se lo compara con la clase de oración que va dirigida a un Dios situado en algún lugar lejano, rogándole que se acerque y haga que las cosas mejoren. Esa forma de esforzarse por entrar en comunión con Dios — pidiendo, suplicando y hasta mendigando — no es la manera habitual en que un Científico Cristiano pensaría en encarar la oración. Y digo que no es lo habitual, porque cuando las cosas parecen desesperantes, puede parecer muy natural orar de esa manera.
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