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He Tardado Cerca de veinte...

Del número de enero de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


He Tardado Cerca de veinte años en dar este testimonio que sucedió cuando yo trabajaba como médico en un hospital de la Marina de los Estados Unidos. Un día encontré un libro, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, junto con ejemplares de Un siglo de Curación por la Ciencia Cristiana y de The Christian Science Journal. Era imposible saber a quien pertenecían estas publicaciones porque todos los días entraban y salían muchas personas. Comencé entonces a leer estos escritos, encontrándolos muy interesantes, tanto que los llevé a casa para compartirlos con mi esposa.

Cuando ocurrió la curación que voy a relatar, mi esposa y yo habíamos estudiado esporádicamente por cerca de dos años la Lección Bíblica que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Hasta entonces no se había presentado la ocasión de confiar totalmente en la Ciencia Cristiana para obtener una curación.

Nuestro primer hijo estaba asistiendo a un jardín de infantes. Un día llegó llorando histéricamente a nuestro apartamento. Su dedo pulgar parecía fracturado. Esto sucedió un sábado al mediodía cuando mi esposa estaba en el trabajo. Inmediatamente la llamé por teléfono y nos pusimos de acuerdo en confiar la curación de nuestro hijito a la Ciencia Cristiana. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana anunciada en el Journal. Como hacía tan poco que habíamos comenzado nuestro estudio de la Ciencia Cristiana, me refirió a un párrafo en la página 401 de Ciencia y Salud: “Hasta que la época que avanza admita la eficacia y supremacía de la Mente, es mejor que los Científicos Cristianos dejen la cirugía y la compostura de los huesos fracturados o dislocados en manos de un cirujano, mientras el sanador mental se ocupa principalmente de la reconstrucción mental y de la prevención de la inflamación”. La practicista me preguntó si mi esposa y yo estábamos de acuerdo en confiar la curación del dedo únicamente a la Ciencia Cristiana en lugar de que fuera enyesado. Al contestarle que sí, aceptó el caso.

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