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Cómo resolver los desacuerdos

Del número de enero de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Poco Me vi envuelto en un desacuerdo con varios amigos. Cada uno estaba firmemente convencido de que su punto de vista y enfoque eran más correctos que los de los demás. Al parecer, no podíamos ponernos de acuerdo. Preocupado por lo que parecía ser un abismo infranqueable que se iba agrandando entre nosotros, recurrí a Dios en oración para obtener una respuesta.

Me tomó varios días recobrar la paz. Y cuando finalmente la recobré, me vino repentinamente, y tuvo la forma de una idea completa. Según lo más fielmente que puedo recordar, los pensamientos se fueron desarrollando de esta manera.

El razonamiento materialista alega que hay diversidad de opiniones humanas sobre cualquier tema dado, y que tal discrepancia puede ser buena, estimulante y saludable. Esos alegatos ignoran el hecho de que puesto que Dios es en verdad la única Mente, y el hombre es la imagen de Dios, en realidad no tenemos mentes personales separadas que mantienen opiniones arraigadas y diferentes. La realidad espiritual incluye solamente la unicidad de Dios, la unicidad de la Mente. Solamente a medida que vivimos desde la base de lo que Dios sabe, ve y está haciendo, demostramos que estamos libres de desavenencias.

La Biblia nos enseña que Dios es Vida, Verdad, Amor, Espíritu. Además, la Biblia da a entender que Dios es Mente, Alma, Principio. Debido a que todos estos términos se refieren al único Dios, tienen que ser sinónimos. Fue la naturaleza sinónima de estos términos lo que me inspiró.

Por ejemplo, percibí rápidamente que para que lo que yo siento provenga del Amor, o Dios, lo que siento también debe incluir la naturaleza de todos los otros sinónimos de Dios. Por lo tanto, si hay alguna falsedad, tergiversación o engaño en lo que siento, entonces lo que siento no proviene realmente del Amor, porque carece de la naturaleza de la Verdad; y he abierto la puerta al conflicto.

Si hay algún elemento de letargo, destrucción o de muerte en lo que siento, entonces lo que siento no proviene realmente del Amor, porque carece de la naturaleza de la Vida; y he abierto la puerta al conflicto.

Si hay algún elemento de ingenuidad, negligencia o desobediencia en lo que siento, entonces no proviene realmente del Amor porque carece de la naturaleza de la Mente; y he abierto la puerta al conflicto.

La misma relación intercambiable entre estos términos sinónimos de Dios se mantiene si comenzamos con otro sinónimo, digamos, la Verdad. Para que lo que yo siento provenga de la Verdad, o Dios, debe incluir la naturaleza de los otros seis sinónimos. Por consiguiente, la apariencia de cólera, resentimiento, disgusto, irritación, indignación u odio en lo que estoy sintiendo, indica que lo que estoy sintiendo no proviene realmente de la Verdad porque carece de la naturaleza del Amor. La deshonra, la inmoralidad o una falta de ética en lo que estoy sintiendo muestra que no proviene realmente de la Verdad porque carece de la naturaleza del Principio.

Permítanme dar un último ejemplo: Para que lo que siento sea de la Vida, Dios, ese sentimiento no puede contener ningún elemento de apatía, holgazanería, fealdad o grosería. De lo contrario, lo que estoy sintiendo no proviene realmente de la Vida porque carece de la naturaleza del Alma.

A medida que empecé a comprender las implicaciones más profundas de la pureza del pensamiento que expresa la naturaleza completa de Dios, la naturaleza práctica de esta inspiración también se hizo evidente.

La primera pretensión de la ignorancia, o error, es que hay una mente aparte de Dios, es decir, que hay mente en la materia. Tenemos que saber que el hombre no está a merced de esta creencia. Debemos profundizar nuestro entendimiento de que no podemos tener opiniones, deseos, tendencias, metas, gustos, propósitos ni valores contrarios a la naturaleza divina o a nuestra propia naturaleza como expresión de la Mente. Todo lo que existe, existe porque Dios existe. Dios es; por lo tanto, el hombre es. Cristo Jesús dijo: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre”. Juan 5:19.

El hombre no tiene una mente separada de Dios. El refleja a Dios, que es la única Mente. La practicidad de esto se percibe cuando demostramos que el Amor, la Vida, la Verdad, la Mente, el Alma, el Principio, el Espíritu son el fundamento de cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras.

Dado que de hecho no tenemos inteligencia separada de Dios, dependemos totalmente de El para todo lo que sabemos. Dado que Dios es el Amor mismo, podemos sentirnos a salvo en esta dependencia sin temer las consecuencias. Porque no tenemos mentes propias separadas, no podemos ni delinear ni sostener una opinión sobre el resultado de la oración o el tratamiento metafísico en la Ciencia Cristiana. Ni tampoco podemos saber mediante el razonamiento personal qué necesita ser sanado. No somos mortales que existen en un universo mortal, que precisan hacer bajar a Dios al universo mortal y usarlo a El para que lo haga marchar correctamente. Dios no puede ser usado. Dios gobierna. No usamos el Amor; reflejamos el Amor bajo la guía de Dios. No usamos la Verdad; reflejamos la Verdad bajo la guía de la Verdad.

Se puede ver esta distinción en un comentario de una estudiante de la Sra. Eddy en el que describe a la Sra. Eddy guiando a sus alumnos en la repetición del Padre Nuestro durante una clase sobre la Ciencia Cristiana: “No era como si ella hubiera ido al Padre en oración, sino más bien como si, debido a que estaba con el Padre, ella oraba”.We Knew Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1979), pág. 56.

Sin lugar a dudas, es correcto que la curación y la perfección se expresen cada vez más en nuestra vida. Pero esto no sucede porque estamos separados de Dios dando un tratamiento metafísico para alcanzar la perfección, sabiendo con una mente propia el modo en que el tratamiento debería seguir su curso y concluir. El resultado expresa perfección porque la perfección es la ley de Dios, y somos por siempre la expresión de Dios, el hijo de Dios, sostenido y gobernado por esta ley. Como reflejo de Dios, el hombre es una identidad consciente que existe en la realidad espiritual bajo el gobierno de Dios. Es la expresión inmediata del ser mismo de Dios.

La confianza absoluta en Dios exige un esfuerzo de nuestra parte. No es una existencia pasiva e inconsciente que no se percata de nuestra individualidad sin igual como hijos de Dios. La confianza absoluta en Dios consiste en ceder continuamente a lo que El sabe de Sí Mismo y de Su propia creación, que nos incluye a cada uno de nosotros por ser Sus hijos. Lo que Dios sabe de Su creación, y nuestro activo reflejo de este conocimiento, actúan como una ley, una ley de comprensión que excluye la existencia de todo lo que sea desemejante a ella misma.

La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La hipotética lucha entre la verdad y el error es sólo el conflicto mental entre la evidencia de los sentidos espirituales y el testimonio de los sentidos materiales, y esa lucha entre el Espíritu y la carne resolverá toda cuestión por medio de la fe en el Amor divino y la comprensión de ese Amor... Cuando los efectos definitivos, tanto físicos como morales, de la Ciencia Cristiana sean plenamente comprendidos, el conflicto entre la verdad y el error, la comprensión y la creencia, la Ciencia y los sentidos materiales, presagiado por los profetas e iniciado por Jesús, cesará, y reinará la armonía espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 288.

Lo que aparece como el punto de vista mortal de la existencia (o ignorancia acerca de la creación de Dios) debe cambiar; pero no porque estamos en él, o porque tenemos un interés creado en él, o porque poseemos alguna parte de él. El punto de vista mortal debe cambiar porque la totalidad y omnipresencia de Dios prohibe la existencia de todo lo que sea desemejante a Dios, el bien. Pero jamás estamos verdaderamente dentro del punto de vista mortal cuando ese punto de vista cambia. Como reflejo de Dios, siempre somos espirituales, y moramos enteramente en la consciencia divina.

Padre–Madre, ¿qué ves, sientes, sabes? ¿Qué es lo que ve, siente y sabe el Amor, la Verdad, la Vida, el Alma, el Principio, la Mente, el Espíritu? Si yo no tengo una mente propia separada de Ti, entonces ¡solamente puedo estar consciente de lo que Tú ves, sientes y sabes!

Si bien continúo adquiriendo un aprecio cada vez más profundo por la inspiración que me vino durante el período en que estuve trabajando para solucionar el conflicto, estoy agradecido por haber podido vislumbrar con mayor claridad que al resolver diferencias, no estoy tratando de resolver la cuestión de si mi posición o la de algún otro es la correcta. La verdadera curación es un firme acuerdo en el pensamiento humano sobre la realidad de la creación de Dios, una realidad que está en lugar de todas y cada una de las que pretenden ser preferencias humanas. Saber que Dios es supremo y gobierna absolutamente es maravilloso y liberador.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal,
traeremos también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos:
que la carne y la sangre no pueden
heredar el reino de Dios,
ni la corrupción hereda la incorrupción...
Porque es necesario que esto corruptible
se vista de incorrupción,
y esto mortal se vista de inmortalidad.

1 Corintios 15:49, 50, 53

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