Desde Que Empece a estudiar la Ciencia Cristiana hace catorce años, me he apoyado para todo en las enseñanzas de esta religión. Cuanto más he comprendido las leyes de Dios y cuanto más metódica he sido al aplicarla, tanto más feliz y fructífera ha llegado a ser mi vida.
Cuando he tenido dificultades físicas, siempre he confiado en la oración y en la inspiración y comprensión espiritual, y siempre he sido sanada. También he sido testigo de muchas curaciones en mi familia y entre mis amigos Científicos Cristianos.
Mi primera curación, gracias a Dios, fue un problema de estómago y riñones. También tenía dolor en una rodilla. He sido sanada de esos problemas gracias a la comprensión que obtuve en la Ciencia Cristiana de que el hombre es realmente espiritual y el reflejo completo de Dios, que expresa eternamente Su armonía. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, dice: “Estableced el sentido científico de la salud y aliviaréis el órgano oprimido. La inflamación, la descomposición o el sedimento disminuirán, y el órgano incapacitado recuperará sus funciones normales” (pág. 373). Y la Biblia dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos” (Prov. 3:5—8).
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