Leticia estaba furiosa. Hervía de rabia y enojo. Tuvo la tentación de pegarle a su hermana, Mirella, por algo que había dicho. Este sentimiento de enojo desenfrenado crecía y crecía hasta que Leticia tomó su libro y lo arrojó con fuerza escaleras abajo. Las niñas observaron como el libro golpeaba contra la escalera rebotaba y finalmente caía al piso.
“¡Ahora estás en problemas!”, le dijo Mirella. “¡Rompiste el libro que te prestó la Sra. Ray!” Leticia pudo ver, aun desde arriba de la escalera, que una esquina del libro estaba destrozada por el golpe.
Desde arriba la niñera les preguntó: “¿Está todo bien, niñas?” “Sí”, dijeron las dos al mismo tiempo, pero sabían que no era así.
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