Cuando Mi Primer esposo murió repentinamente dejándome con tres hijas muy pequeñas, me di cuenta de que si queríamos sobrevivir, yo necesitaba tomar al toro por las astas. Apreciaba haberme criado en la Ciencia Cristiana, pero hasta ese momento no la había estudiado ni practicado con dedicación.
Mientras crecían las niñas, tuvieron muchas curaciones rápidas, y Dios fue nuestra guía constante. Pude tomar instrucción en clase, y esto ciertamente fue una bendición para toda la familia.
En mi crecimiento espiritual hubo una curación muy importante. Hace algunos años comencé a sentir fuertes ataques de ansiedad. Eran tan perturbadores que solo había un lugar en donde me sentía segura: la iglesia. Pero como nuestra iglesia sólo tiene servicios religiosos los domingos y los miércoles, el resto del tiempo sentía que andaba a los tumbos. En las horas más difíciles, una devota practicista de la Ciencia Cristiana siempre estaba disponible para ayudarme. A veces, cuando yo estaba en el trabajo, la llamaba por teléfono porque me sentía tan aterrorizada que trataba de esconderme en un rincón en busca de protección; otras veces pensaba en el suicidio.
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