Ginebra se mantenía animada con la presencia de tantos eruditos en la Biblia. Hacia la época en que llegaron los exiliados ingleses, los exiliados franceses ya estaban trabajando en una nueva traducción de la Biblia para enviar a su tierra. Teodoro Beza, el viejo amigo de Calvino, quienes se conocían desde los tiempos en que ambos se convirtieron a la fe protestante en Francia, estaba dando los últimos toques a su traducción al latín del Nuevo Testamento en griego.
Inspirado por todo esto y alentado por Calvino, Whittingham y algunos otros ingleses eruditos en la Biblia, comenzaron una revisión del Nuevo Testamento de la Gran Biblia. Basaron su obra en los mejores eruditos en la Biblia que Ginebra tenía para ofrecer, entre ellos los Comentarios del Nuevo Testamento de Calvino y la nueva Biblia en latín de Beza.
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