EL NUEVO TESTAMENTO DE WHITTINGHAM
Ginebra se mantenía animada con la presencia de tantos eruditos en la Biblia. Hacia la época en que llegaron los exiliados ingleses, los exiliados franceses ya estaban trabajando en una nueva traducción de la Biblia para enviar a su tierra. Teodoro Beza, el viejo amigo de Calvino, quienes se conocían desde los tiempos en que ambos se convirtieron a la fe protestante en Francia, estaba dando los últimos toques a su traducción al latín del Nuevo Testamento en griego.
Inspirado por todo esto y alentado por Calvino, Whittingham y algunos otros ingleses eruditos en la Biblia, comenzaron una revisión del Nuevo Testamento de la Gran Biblia. Basaron su obra en los mejores eruditos en la Biblia que Ginebra tenía para ofrecer, entre ellos los Comentarios del Nuevo Testamento de Calvino y la nueva Biblia en latín de Beza.
El Nuevo Testamento que Whittingham terminó de traducir en 1557 fue la mejor traducción al inglés que había hasta ese momento. Calvino mismo le escribió una entusiasta introducción. Además, por su precisión sin precedentes, el Nuevo Testamento incluía la división en versículos por primera vez en una Biblia en inglés. Whittingham tomó la idea de la división por versículos del editor Roberto Estienne, uno de los refugiados franceses en Ginebra. Whittingham también escribió anotaciones marginales para su Nuevo Testamento. El agregó al texto palabras en bastardilla, palabras que no estaban en el original en griego y en hebreo.
En Inglaterra, el Nuevo Testamento de Whittingham fue recibido con júbilo. Se distribuyó a través de una cadena secreta. La tremenda recepción que la gente le dio al nuevo texto alentó a Whittingham a emprender una nueva traducción, esta vez de la Biblia completa. Así que reunió a un equipo de ingleses eruditos en la Biblia que vivían en Suiza, quienes de inmediato comenzaron la obra. Ellos llamaron a esa nueva versión de las Escrituras, la Biblia de Ginebra.
TRADUCTORES DE LA BIBLIA DE GINEBRA
El número exacto de traductores que componía el equipo parece que se mantuvo en secreto, quizás para proteger a los participantes. Pero conocemos a algunos de ellos. Además de Whittingham, quien actuó como supervisor, John Knox y Miles Coverdale, es casi seguro que colaboraron. Coverdale había producido la primera Biblia completa en inglés en 1535. Knox y Coverdale al parecer aportaron a la obra su maravilloso conocimiento de la lengua inglesa. Otro traductor fue William Cole, un graduado de Oxford, quien huyó a Zurich al principio del reinado de la reina María.
Antonio Gilby de Cambridge ayudó con la traducción. El era un erudito en hebreo que había conocido a Whittingham y a Knox en Francfort. Siendo un destacado predicador, escribió numerosos y fuertes tractos defendiendo las enseñanzas de Calvino.
Otro traductor fue Thomas Sampson. Estudió leyes y teología en Cambridge, y se convirtió al protestantismo cuando éste estaba en la universidad. Aunque quisquilloso, él fue algo así como una celebridad como predicador y sustituía a Knox cuando se encontraba fuera de la ciudad. Por ser un calvinista radical, él también huyó al Continente cuando la reina María ascendió al trono. Su primera etapa fue Estrasburgo, donde estudió bajo las órdenes de John Tremellius, el erudito en la Biblia en hebreo y en sirio, quien con el tiempo publicó la versión protestante estándar de las Escrituras en Latín.
PUBLICACION DE LA BIBLIA
Después que la reina protestante Isabel I ascendiera al trono de Inglaterra en 1558, la mayoría de los traductores volvieron a su hogar. Pero Whittingham y algunos más permanecieron en Ginebra, donde pudieron terminar sin riesgos la Biblia que significaba tanto para ellos. De acuerdo con el prefacio, ellos trabajaron por “más de dos años día y noche” en el proyecto. La Biblia completa se publicó en 1560.
La Biblia de Ginebra alentó a los lectores de Escocia, Irlanda e Inglaterra a luchar en contra de la persecución. Tanto fue así, que la portada presenta un grabado en madera de la guerra santa, y esta cita de la Biblia: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Ex. 14:14).
La Biblia ofrecía una variedad extraordinaria de ayudas de estudio para el lector. Se publicó en un tamaño muy fácil de usar (cerca de 22,5 x 30 cm). La mayor parte de las primeras Biblias en inglés fueron publicadas en tamaño grande difícil de usar. También el texto de la Biblia de Ginebra incluía las divisiones por versículos. Los principales temas marcaban los párrafos con signos ¶. Tenía “argumentos” que resumían los puntos principales de cada libro y capítulo, así como títulos para guiar al lector a través del texto.
Había numerosas anotaciones marginales, en especial de los comentarios de Calvino. Otra innovación fue el tipo de letra romana, fácil de leer. La Biblia también contenía mapas, un índice y un glosario, oraciones y salmos en rimas acompañados con música.
La Biblia de Ginebra fue la traducción más precisa que se produjo, ya que los traductores sacaron toda la ventaja que pudieron de la cantidad espectacular de eruditos en la Biblia que tenían disponibles. Tomando como base para el Nuevo Testamento la edición de 1550 de la Gran Biblia, los traductores consultaron la Biblia hebreo-latina del erudito dominicano Santes Pagninus (1528), la Biblia en latín de Estienne (1557), la Biblia en hebreo del erudito alemán Sebastián Münster (1534–35), y la Biblia en francés recién revisada por Olivetan, primo de Calvino. Trabajando con el Nuevo Testamento tan bien escrito de Whittingham, los traductores corrigieron el texto con la Biblia en latín de Beza de 1556 y el Nuevo Testamento en griego de Estienne de 1551.
Roland Hall imprimió la Biblia en Ginebra. Los costos de la impresión salieron de los bolsillos de los exiliados ingleses. Después, las Biblias fueron introducidas en Inglaterra de contrabando.
CONTROVERSIA SOBRE LA NUEVA BIBLIA
La Biblia de Ginebra ganó inmediatamente los corazones de los creyentes ingleses. Durante cincuenta años sería la Biblia de los hogares de los protestantes en los países de habla inglesa. A pesar de que los traductores dedicaron la Biblia a la reina Isabel, ésta se negó a autorizarla como la versión oficial de la Iglesia de Inglaterra. Pero tiempo después ella permitió que la nueva Biblia fuera publicada y distribuida en Inglaterra, con su total reconocimiento y aprobación.
La reina tenía buenas razones para no estampar su sello real de aprobación en la Biblia de Ginebra. Primero, esa Biblia fue publicada por un grupo que ella consideraba de cabecillas rebeldes, ya que todos los exiliados en Ginebra se habían opuesto a la prerrogativa real de su hermana María. Si bien es cierto que Isabel no estaba de acuerdo con los puntos de vista católicos de María, ella todavía insistía en que una soberana debía de ser obedecida a pesar de todo. Ella nunca perdonó a John Knox por escribir un tracto sarcástico proclamando que ¡las mujeres no eran buenas monarcas! El apoyar fuertemente una Biblia publicada por gente que predicaba ese tipo de conceptos, hubiera sido como alentar una revolución.
Isabel tenía además otra razón para objetar la Biblia de Ginebra. Su texto, y en especial sus notas, producían muchas divisiones. Los comentarios sobre el Libro del Apocalipsis insultaban a los católicos romanos (y todavía había muchos de ellos en Inglaterra). Estas notas aprovechaban cada oportunidad para decir que todas las fuerzas del mal en el Apocalipsis — el dragón y demás — eran en realidad el Papa y la Iglesia de Roma. Pero Isabel fue encomendada para unificar, no para dividir, a su Iglesia y a su pueblo. Y ella simplemente optó por no apoyar una Biblia que hacía todo lo posible por mantener la guerra entre católicos y protestantes en su tierra.
RESUMEN
La Biblia de Ginebra fue, en un sentido, la Biblia que el pueblo de Inglaterra había deseado siempre. Era precisa, hermosa cuando se la leía en voz alta, fácil de usar y estaba al alcance de todo el mundo. Le dio al pueblo las verdades de la Biblia en un lenguaje que ellos podían comprender y llevar con ellos en sus corazones.
Sin embargo, la Biblia de Ginebra fue esencialmente una Biblia partidista. Sus notas y comentarios, con toda su erudición, fueron preparadas con barbarismos y mala intención. Isabel deseaba una Biblia que confiriera el espíritu de bendición sobre su pueblo. Pero esto lo concretaría su sucesor, Jacobo VI, con la Biblia King James. Y al hacerlo, Jacobo y sus traductores se apoyaron mucho en la Biblia de Ginebra. Tomando de ella lo mejor y no lo peor que ésta podía ofrecer.