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Una defensa diaria eficaz

Del número de julio de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Como Miembros De La Iglesia Madre, nuestra Guía nos ha dado instrucciones de que debemos orar diaria y especialmente por nosotros mismos. En el Manual de La Iglesia Madre, Mary Baker Eddy dice: “Será deber de todo miembro de esta Iglesia defenderse a diario de toda sugestión mental agresiva, y no dejarse inducir a olvido o negligencia en cuanto a su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad”.Manual, Art. VIII, Sec. 6.

La manera de cumplir con este requisito es algo que merece profunda consideración. A pesar de que he sido Científica Cristiana durante años y de saber que orar de esa manera es esencial para mi vida y mi trabajo, no fue sino hasta hace muy poco que me tomé el tiempo para investigar de qué modo podía hacerlo más eficazmente. Una de las razones que me impulsaban a querer aprender más acerca de este tema era que yo sentía que mi trabajo de defensa diaria se había vuelto algo monótono y aburrido y carecía totalmente de inspiración. Me hacía falta un autoexamen concienzudo.

Para mi alegría, al consultar la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy, encontré una guía específica y muy útil. Me resultó muy fructífero reflexionar sobre el relato de David y Goliat. Véase 1 Sam. 17:20–50. El negarse a usar la pesada armadura que le había ofrecido Saúl, le permitió a David correr con toda confianza al encuentro de Goliat. ¿Qué le permitió a David seguir adelante sin utilizar la protección tradicional? Quizás él sentía que su confianza en Dios, tal como había ocurrido hasta ese entonces, era suficiente. El le dijo a Saúl que Dios lo había protegido cuando tuvo que luchar contra un león y contra un oso y que estaba seguro de que Dios también lo salvaría de Goliat. David debía hacer frente a una situación física amenazadora, pero era evidente que él sentía que su mejor protección provenía de Dios. ¿Cómo podemos alcanzar, a través de nuestra oración, la misma confianza en Dios que sentía David?

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