Todos Conocemos Personas a quienes las ciencias ocultas las tientan aunque no sea más que por curiosidad. Tal vez la preocupación por su futuro las impulse a buscar una razón para tener esperanza. A veces, esperan recibir consejos para poder alcanzar alguna meta, como por ejemplo encontrar compañía, dinero o un trabajo. También puede ocurrir que estén buscando la solución a un problema de relaciones. Todas estas preocupaciones son legítimas, pero confiar en el ocultismo es un gran error.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento denuncian los diversos aspectos del ocultismo. En Deuteronomio leemos: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero”. Deut. 18:10.
Y entre los que seguían las enseñanzas de Cristo Jesús, encontramos en la primera epístola de Juan esta declaración: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. 1 Juan 4:1.
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