Tuve La Mejor preparación posible en mi campo profesional, y me fue muy bien en la escuela. Pero cuando me casé, conscientemente decidí poner a un lado mi carrera formal para criar a mis hijos.
Aunque los amaba, a menudo me sentía como abrumada y frustrada. Las largas horas que la profesión de mi esposo requería de él con frecuencia le impedía ayudarme en el hogar.
Cuando los niños fueron mayores, sentí que finalmente mi tiempo había llegado. ¡Ahora mis talentos podían florecer! Con la ayuda y aliento de mi esposo, seguí una carrera universitaria de postgrado y comencé mi propio pequeño negocio en el ramo del arte. Mientras seguía este curso de "auto" realización, comencé con la menopausia. Después de algunos meses, este proceso pareció tomar un curso anormal; las funciones de mi cuerpo empezaron a ponerse fuera de control. Me volví cada vez más temerosa y llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí.
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