El 25 De Abril de 1993, asistí con toda mi familia al servicio religioso de mi iglesia filial en Imo River-Obigbo, Nigeria. Desde el púlpito se leyó el relato de la curación del siervo de un centurión (véase Lucas 7:2—10). Los pasajes correlativos de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy me alentaron mucho y regresé a mi oficina a estudiar más, especialmente esta declaración: “El hombre, siendo inmortal, tiene una vida perfecta e indestructible” (Ciencia y Salud, pág. 209). Percibí que esta declaración era una de las verdades absolutas del ser del hombre.
Cuando iba a salir de la oficina, de pronto me vino un mensaje al pensamiento: “Estad consciente”. Volví y busqué en la concordancia de Ciencia y Salud donde encontré una declaración en la página 14: “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja”. Al pensar detenidamente, recordé otra verdad: “La consciencia construye un cuerpo mejor cuando la fe en la materia se ha vencido” (ibid., pág. 425).
Salí de la oficina para volver a casa, feliz por esta comunión con Dios. Al anochecer, decidí ir a agradecer a un amigo quien unos días antes había llevado a mi hijo a la escuela. Tomé mi linterna para caminar una corta distancia. Apenas a unos metros de casa, por la calle principal, vi a un Land Rover cargado de barras de hierro en la parte trasera, que iba a muy alta velocidad en la dirección opuesta. Continué caminando por el borde de la calle de alquitrán.
Cuando el Land Rover pasó a mi lado a gran velocidad, me golpeó, y yo di una vuelta por el aire y caí sobre mis dos piernas en el suelo, pero aún de pie. (Me habían golpeado algunas de las barras que sobresalían del Land Rover.) La linterna saltó de mi mano y cayó sobre la calle, de donde la levanté. Fue maravilloso que ni siquiera mi camisa se rasgó ni fui yo lastimado para nada por el impacto. “Bajo la divina Providencia no puede haber accidentes, puesto que no hay lugar para la imperfección en la perfección” (ibid., pág. 424).
La gente que vio el incidente persiguió al conductor del vehículo para atacarlo por haber atropellado a alguien y no detenerse. Pero yo corrí tras ellos para rogarles que lo dejaran ir, que Dios nos había demostrado Su presencia a todos, de la misma manera que Moisés vio la presencia de Dios en la zarza ardiente que no se consumía.
Lo más importante de este incidente fue que, en el momento que el Land Rover pasaba a mi lado, yo estaba caminando junto a un remolque estacionado, pero en el momento que caí sobre mis pies, me encontraba detrás del remolque. Aun cuando fui arrojado hacia atrás esa gran distancia, pude comprobar que “la metafísica es superior a la física, y la materia no entra en las premisas ni en las conclusiones metafísicas” (ibid., pág. 269).
Agradezco a Dios por esta experiencia. En realidad fue para mí una demostración de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana que dicen que el hombre es espiritual y no material.
Obigbo, Rivers State, Nigeria
