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¿Nuestros negocios o los de nuestro Padre?

Del número de septiembre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Está Preocupado Por la marcha de sus negocios? ¿Por su trabajo? ¿Por su carrera? En realidad, su seguridad reside en reconocer la estabilidad de los negocios de su Padre celestial. Los negocios de El siempre han sido prósperos, nunca han menguado, nunca produjeron pérdidas, nunca fracasaron. Eso es lo que realmente constituye lo que usted llama “mis” negocios.

¿Cuáles son los negocios del Padre? Gobernar toda la creación a través de Su ley perfecta, la ley del Amor. Nuestro negocio consiste en ceder ante Su ley, expresando la naturaleza divina en todo lo que pensamos, decimos y hacemos. La ley de Dios está ilustrada en todas las cosas que actúan conjuntamente para la gloria de Dios, y Su demanda y provisión del bien demuestran un equilibrio perfecto. Si en nuestra experiencia las cosas parecen ser de otra manera, son así en la medida en que hemos estado admitiendo, individualmente, la presencia de otras mentes, en lugar de la única Mente divina y su totalidad. Lo que parece ser falta de actividad y de progreso es, al igual que la preocupación acerca de eso, producto del pensamiento mortal y no de la Mente que estaba en Cristo Jesús, que, tal como dice Pablo, es la que debemos reclamar para nosotros mismos. Véase Filip. 2:5.

Por lo tanto, cuando nuestro trabajo parece tener tropiezos, es necesario corregir con ahínco nuestro pensamiento, o sea, orar basándose en un reconocimiento de la promesa de Dios de que el hombre, Su imagen y semejanza, está gobernado por El y, por lo tanto, tiene dominio sobre toda la tierra. Este dominio no consiste en un poder para someter a la creación, sino en nuestra habilidad otorgada por Dios para pensar y actuar correctamente bajo toda circunstancia. Y no cabe duda de que incluye todo lo que ocupa una parte tan vital de nuestra experiencia como son nuestros negocios.

¿Qué significado puede tener este enfoque espiritual para el fatigado trabajador que debe soportar a diario el enfrentamiento con los intrincados engranajes del comercio? ¿O para el propietario o el gerente, cuando el mercado parece vulnerable debido a una economía inestable o al capricho de los consumidores? ¿O para el empleado cuya seguridad en el empleo es incierta y cuyo potencial no es, aparentemente, reconocido, o cuyo progreso está bloqueado por políticas o relaciones laborales poco armoniosas? ¿O para el individuo bien dispuesto que no puede encontrar un empleo adecuado? Puede significar que podemos percibir que todos esos aspectos negativos son conceptos equivocados acerca de los negocios. Provienen de la creencia humana de que el mal es tan real como el bien. Al comprender cómo son los negocios de nuestro Padre, tal como lo revela la Ciencia del cristianismo, podemos comprobar que estos conceptos falsos no tienen poder.

Esta Ciencia demuestra que la Mente divina provee las ideas mismas sobre las cuales se construyen lo que en la práctica constituyen los buenos negocios. Este hecho espiritual nos hace sentir el deseo de acudir a Dios, fuente de toda inteligencia, en busca de la guía necesaria, por medio de la oración. Nos permite sentir la libertad espiritual que elimina la preocupación y nos proporciona la firme confianza en que el poder de Dios actúa en nuestra vida.

Nuestro Maestro, Cristo Jesús, nunca nos enseñó a ignorar un problema. Sino que dijo: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Mateo 6:34. Esta magnífica enseñanza tiene un significado muy especial para cada fase de la actividad de los negocios. Jesús la impartió como parte de su instrucción de que nuestra prioridad fundamental es siempre buscar el reino de Dios y Su justicia. La comprensión espiritual que logramos al orar diariamente por nosotros mismos, revela el modo correcto de pensar espiritualmente que es adecuado y necesario para destruir la creencia del mal y hacer frente a los asuntos que se presentan a diario. Y eso ocurrirá de la manera mejor calculada a fin de ajustarse a las necesidades del mañana.

El razonamiento del Científico Cristiano siempre comienza con Dios. La Sra. Eddy, escribe en Ciencia y Salud: “Empezar bien es terminar bien. Todo concepto que parezca empezar con el cerebro, empieza falsamente”.Ciencia y Salud, pág. 262. Se debe tener presente desde el comienzo que nuestros verdaderos negocios son tan del Padre, como lo eran los negocios de Jesús. La obra de Jesús era una misión que estaba bajo el control directo de Dios. La nuestra también lo es, porque nuestro trabajo es reflejar la naturaleza divina. Y eso trae resultados prácticos.

Si tomamos en cuenta los “negocios” o la misión que llevó a cabo Jesús, podemos afirmar, sin lugar a dudas, que el establecimiento del cristianismo en solamente tres años es el ejemplo más espectacular de productividad en la historia humana. Su éxito en la distribución se ve claramente en el hecho de que siempre estaba en el lugar correcto en el momento preciso para aprovechar cada oportunidad y hacer avanzar su misión dedicada a la humanidad. Su obra con los discípulos para apoyar y llevar adelante su misión, fue un plan promocional de base espiritual nunca igualado. La naturaleza inconmensurable de los resultados beneficiosos que tuvo su obra para nosotros, puede verse en el cumplimiento de su propia profecía de que todos los que creían en él harían las obras que él hizo. En la época actual, la prueba de la inmortalidad de su teología puede verse en la Ciencia Cristiana.

Este éxito pragmático surge de la comprensión de que la realidad espiritual acerca de cualquier situación humana es la única verdad en que se puede confiar. Por ejemplo, si la evidencia material sugiere falta de provisión, la realidad espiritual está ilustrada por esta declaración de Salmos: “Jehová es mi pastor: nada me faltará”. Salmo 23:1. El individuo que reconoce esta realidad por medio de la oración, puede esperar ser guiado por aquellas vías del pensamiento y acción correctos que ajustarán el desequilibrio de acuerdo con el Principio divino, el Amor. Una gozosa expectativa del bien, basada en esta percepción espiritual, no entraña delinear la manera en que será resuelto el problema, sino que admite, con toda libertad, que el curso de la Deidad nunca es limitado por la manera en que pensamos que debieran desarrollarse las cosas ni por la sabiduría humana convencional.

Dos preocupaciones relacionadas con las actividades de los negocios que pueden surgir son: que no podremos encontrar un empleo que responda adecuadamente a nuestras necesidades, o que nuestro trabajo no nos proporcionará la oportunidad de progresar de acuerdo con nuestro verdadero potencial y de lo que nos corresponde ganar. Sin embargo, la realidad es que el empleo, la provisión y el progreso son ideas espirituales que proceden de la Mente y están incluidas en la idea completa de Dios: el hombre. La percepción de esta verdad y la confianza que tenemos en ella, abren el camino para que la evidencia de ella se concrete en nuestra vida. Tal como escribe la Sra. Eddy: “Cada individuo debe llenar su propio nicho en el tiempo y en la eternidad”.Retrospección e Introspección, pág. 70.

A pesar de esto, puede presentarse el desafío de: “Estoy frente a un problema para el que aparentemente no encuentro solución. Me he esforzado al máximo. He orado largamente y con dedicación, pero no obtengo una respuesta”. Job probablemente sentía lo mismo. La Biblia nos relata que él era un hombre rico y de mucho éxito, pero lo perdió todo: negocios, riquezas, familia y posesiones. En su desesperación, dudó de su relación con Dios, deseando sentir la certeza de la presencia de Dios en su vida. Llegó el momento en que pudo afirmar: “Yo sé que mi Redentor vive”. Y más adelante: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”. Job 19:25; 42:5.

Esta confianza en la ayuda de Dios fue el punto de partida para mi recuperación y la de mi esposa, en un momento en que nuestro negocio parecía destinado a un total fracaso. Necesitábamos más fondos para hacer frente a unos gastos inesperados y para mantener un movimiento fluido de efectivo para poder continuar funcionando. Pedir otro préstamo era sólo una posibilidad dudosa y no parecía inteligente hacerlo. Dimos todos los pasos humanos que pudimos y continuamos estableciendo en nuestra consciencia, por medio de la oración, la verdad espiritual de que nuestro verdadero negocio era expresar a Dios. Estábamos convencidos de que Dios iba a mostrarnos el camino que debíamos seguir.

Unos años atrás, me había sentido inspirado a escribir la primera parte de una propuesta dividida en tres partes, de un texto de tipo educacional sobre el tema de los negocios, y había hecho un bosquejo de las dos partes restantes. Llevaba el manuscrito en mi portafolio, no porque lo considerara especialmente importante, sino tan solo en caso de que se presentara la oportunidad de que alguna persona idónea evaluara sus posibilidades.

Una mañana, después de terminar una reunión con un cliente, tuve que decidir en qué iba a emplear mi tiempo hasta la hora de mi vuelo de regreso al anochecer. Recordé que en esa ciudad había una editorial muy conocida, especializada en administración de empresas. Decidí preguntar en la editorial si había alguien dispuesto a leer mi trabajo. La persona indicada me atendió y leyó el manuscrito. Cuando subí al avión, aún seguía aturdido por la felicidad de tener en mi poder un cheque por una suma importante en concepto de adelanto y un contrato para completar el escrito, por un valor que era casi exactamente lo que necesitábamos para superar ese período crucial.

Recurrir a Dios en busca de guía para resolver los asuntos de negocios no significa dejar de lado prácticas comerciales saludables o consejos de gente experimentada. Debemos esforzarnos concienzudamente por entender bien a fondo nuestros negocios, mantenernos bien informados de las innovaciones y avances que se producen y proceder de acuerdo con los niveles más elevados de la ética comercial. De otra manera, seríamos como el hombre de la parábola de Cristo Jesús, que no hizo nada con el talento que le confió su empleador. Véase Mateo 25:14–30. Los compañeros de ese hombre, que hicieron inversiones con los talentos que les dejaron, fueron promovidos mientras que él fue despedido, no por no haber obtenido lo que los otros habían logrado sino porque no había hecho todo lo que era necesario y posible.

El deseo de hacer todo lo que podemos hacer a veces puede tentarnos a hacer cosas que van más allá de lo que la honestidad permite. Esto puede llevar a todo tipo de actividad, desde las turbias manipulaciones de la política de la oficina, hasta las decepciones más profundas que surgen por la codicia de dejar atrás a la competencia. Esto último a menudo se suma a la creencia de que el progreso puede detenerse por el descuido de “no responder con fuego al fuego”. Se debe reconocer que ésa es una de las formas más agresivas del mal, o magnetismo animal. Intentar establecer nuestro negocio o nuestro trabajo como consecuencia de la acción del Principio divino en nuestra vida y luego sentir que se puede progresar mediante un empuje basado en la corrupción, es, por decir lo menos, un absurdo.

Mantener el alto nivel que requiere la Ciencia Cristiana no lo vuelve a uno débil ni falto de iniciativa. ¡Todo lo contrario! Lo equipa a uno con el valor y la confianza que respalda la autoridad de la ley universal del bien que procede de Dios. Ciencia y Salud dice: “El bien que hacéis e incorporáis os da el único poder obtenible”.Ciencia y Salud, pág. 192. Nunca debemos perder de vista la realidad de que la Verdad siempre va hacia adelante. Nunca está a la defensiva.

El negocio de toda la humanidad consiste en reflejar el Principio en todos los aspectos de la vida y de este modo, glorificar a Dios. Este negocio no está limitado a una determinada localidad ni a una organización en particular. Su efecto es enriquecer la experiencia de cada individuo, a través de la abundancia de los infinitos recursos del Amor. Este negocio proporciona una vida plena y productiva. En la medida en que, por medio de la oración y de tratar de manifestar mejor al Cristo, nos esforzamos por expresar esta luz espiritual en nuestros negocios y en el resto de nuestras actividades, no tenemos que preocuparnos por ellos. Podemos estar seguros de que si nuestros móviles son correctos, serán guiados y protegidos por el Espíritu.

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