Siguiendo el ejemplo de Cristo Jesús y sus apóstoles, Mary Baker Eddy vio que la curación cristiana era vital para la salvación de la humanidad. Desde el siglo III de nuestra era que no se había practicado la curación en forma regular o sistemática en la Iglesia Cristiana. La labor sanadora de la Sra. Eddy fue fundamental para su descubrimiento de la Ciencia Cristiana y el establecimiento de La Primera Iglesia de Cristo, Científico. En los últimos dos años el Departamento de Historia de la Iglesia, que pertenece a la Oficina de la Secretaria, ha estado recopilando relatos de curaciones realizadas por la Sra. Eddy sacándolos de su correspondencia, de sus obras publicadas, de los escritos y reminiscencias de otros y de biografías. El resultado es un historial preeminente de curaciones y una compilación que sigue creciendo.
El siguiente artículo es el primero en una serie mensual que se centra en estas curaciones. Empiezan en su niñez y continúan a través de su vida adulta. La suya fue toda una vida dedicada a la curación, que abarca casi noventa años.
El propósito de esta serie no es simplemente compartir relatos de curaciones realizadas por la Sra. Eddy. En una época de gran despertar en el pensamiento mundial a las posibilidades y la importancia de la curación espiritual y cristiana, la intención de esta serie es más bien la de aclarar la norma que la Sra. Eddy estableció para la práctica de la curación por la Ciencia Cristiana. También ayudará a cumplir el deber que la Sra. Eddy destaca al comienzo de las páginas del libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Las generaciones futuras tendrán que declarar lo que ha logrado el explorador” (pág. vii).
La curación espiritual existió antes de la época de Jesús de Nazaret, porque el Cristo es “el Verbo.. . con Dios”. La habilidad para sanar como lo hizo Jesús, rápida y completamente, mediante la oración, se encuentra en una vida basada en el Cristo: un pensamiento puro y amoroso que entiende correctamente y confía absolutamente en nuestro Padre-Madre divino como el Ser Supremo que cuida completamente a todos Sus hijos en toda Su creación.
De niña, Mary Baker anhelaba conocer mejor al Dios tierno y afectuoso que es Amor. Su afecto y confianza en el Amor divino trajo a su experiencia acontecimientos que afirmaron que el amor de Dios sana realmente. Al principio el depender de Su cuidado era una cuestión de fe simple y firme. Cuando oraba, era testigo de la gracia y protección que Dios le brindaba a ella y a los demás.
Mary venía de una familia cuya vida gravitaba alrededor de la Biblia, como era muy típico en las familias de Nueva Inglaterra a comienzos del siglo XIX. El de ellos era un mundo en que las oraciones formales empezaban y terminaban las tareas diarias, antecedían las comidas y abarcaban todo el día de descanso. Pero la historia de Mary Baker Eddy empezó realmente antes de su nacimiento.
El pequeño pueblo de New Hamphire probablemente todavía estaba sufriendo los efectos del frío invierno de Nueva Inglaterra. A principios de marzo los vientos deben de haber estado soplando en las colinas, pasando por el valle, aumentando su velocidad a medida que cruzaban el río helado y haberse abierto camino por las colinas hacia el otro lado. En la cumbre de una de estas colinas, había una granja modesta, apartada de los ojos del mundo. Abigail Baker, esperaba un bebé, y estaba en el ático recolectando lana para devanar en madejas. Según Clara Shannon, una de las estudiantes de la Sra. Eddy e integrante del personal de su casa de Pleasant View, escribió en sus reminiscencias: “De pronto [Abigail] tuvo el pensamiento de que ella estaba llena del Espíritu Santo, y que tenía dominio sobre toda la tierra. En ese momento sintió el movimiento de su bebé, y entonces pensó: ‘¡De qué pecado soy culpable, el de ser presumida!” Clara Shannon trabajó en la casa de la Sra. Eddy durante varios años.
Al miembro menor de la familia le faltaban algunos meses para hacer su aparición, y Abigail Baker se preguntaba qué sería de su criatura. La preocupación de Abigail surgía del hecho de que su consciencia había estado inundada de pensamientos que desafiaban en gran manera la teología de su educación puritana, pensamientos sobre el propósito especial de la hija que iba a nacer y de su promesa espiritual. Por más queridos que estos pensamientos fueran para ella, no dejaban de ser profanos en el mundo del calvinismo en el que pronto iba a nacer Mary Baker.
Abigail a menudo compartía sus experiencias con Sarah Gault, una amiga cercana y vecina. Años más tarde, la Sra. Eddy al referir los detalles de este incidente en particular a quienes formaban parte del personal de su casa, les dijo: “[Sarah Gault] fue a visitar a mi madre una tarde y estuvieron orando juntas”. Después su madre le contó a Sarah los pensamientos que le habían estado llegando sobre el propósito y la promesa espirituales de su bebé. “Mi madre dijo: ‘No sé qué puedo hacer para detener una blasfemia tal’ ”. Notas de Irving C. Tomlinson, Departamento de Historia de La Iglesia Madre. Fueron usadas como base para su libro, Twelve Years with Mary Baker Eddy. Años más tarde la Sra. Eddy le dijo al personal de su casa que ella creía que las circunstancias de su nacimiento eran similares a las del nacimiento de Isaac en la Biblia.
En 1889 la Sra. Eddy dio instrucciones a su redactor para que escribiera un artículo en The Christian Science Journal donde dice:
Hoy día la Verdad ha venido en la persona de una niña deNueva Inglaterra, nacida a padres temerosos de Dios,.. . dotada de una rica vida espiritual, y dando indicaciones desde la cuna de una misión y un poder divinos, todo eso hizo que su madre “meditara todas estas cosas en su corazón”. Adam Dickey, Memoirs.
Al referirse a estas indicaciones de discernimiento espiritual y habilidad para sanar que hicieron que se destacara desde su infancia, la Sra. Eddy escribió en un folleto en 1899:
Soy capaz de discernir en la mente humana, pensamientos, móviles y propósitos;.. . es el don de Dios. Y este fenómeno apareció en mi niñez; está asociado con mis más tempranos recuerdos, y ha aumentado con los años.Journal, Abril de 1889, pág. 4.
En la segunda edición del folleto, agregó:
Es una consciencia en la que se hace el bien y no se puede hacer mal.. . y ha crecido con mi crecimiento espiritual. Me ha ayudado a sanar enfermos y a subordinar lo humano a lo Divino.
Los incidentes de curación en la juventud de Mary fueron simples pero profundos. Sucedieron en su hogar, entre sus parientes y en la escuela.
Mary amaba a los animales de su granja. En años posteriores la Sra. Eddy le contó a Irving Tomlinson que, de niña, cuidaba a los corderitos recién nacidos y a los pollitos, y les cantaba himnos por la noche a los que estaban padeciendo de algo. Era un amor sanador, tan evidente que cuando su padre, Mark, encontraba a alguno enfermo en su rebaño, decía: “He aquí otro desvalido para Mary”. El Sr. Tomlinson observa: “Entonces Mary tiernamente se encargaba de cuidar a esos mansos ojos y de proteger a su lanudito paciente hasta que recobraba la salud y la fortaleza”. Septimus J. Hanna, Christian Science History. Recordando esa época, la Sra. Eddy dijo: “Tomaba en mis manos a los pollitos que parecían enfermos o que tal vez se estaban muriendo y los ponía en el regazo de mi vestido y los sostenía hasta que escuchaba el sonido del batir de sus alas y encontraba al pollito activo, fuerte y deseoso de escaparse; cuando lo depositaba en el suelo se iba corriendo”. Notas del Sr. Tomlinson.
Puesto que Mark Baker conocía las habilidades de su hija menor, no es de sorprender que cuando George, el hermano de Mary, se lastimó la pierna gravemente con un hacha y estaba sangrando mucho, su padre llamó a su hija de cinco años para que lo ayudara. El puso la mano de Mary sobre la herida y George dejó de llorar. No mucho después, llegó el médico y encontró que la hemorragia se había detenido completamente y que la herida ya había empezado a sanar. Comentó que jamás había visto una herida similar sanar tan rápidamente.
En una ocasión, cuando estaban cenando, la Sra. Eddy le contó a los que trabajaban en su casa lo sucedido cuando hizo una visita a Bow con una de sus primeras alumnas, Miranda Rice. Allí se encontraron con la tía de la Sra. Eddy, Nancy Baker, que fue con ellas, y caminaron juntas por la antigua granja. La Sra. Eddy recordó la experiencia de esta manera:
La Sra. Rice, pensando en interesar a mi tía en la C[iencia] C[ristiana], le contó muchos casos extraordinarios de curaciones que yo había realizado en Lynn, Estado de Massachusetts. La Sra. Baker no expresó sorpresa alguna; de hecho, parecía tan calmada que la Sra. Rice.. . [persuadió a mi tía para que explicara por qué no se había inmutado]. [La Sra. Baker dijo]: “Estas cosas no me sorprenden respecto a Mary. No son más maravillosas que las que yo le vi realizar antes que se fuera de esta granja a los trece años”.Ibid.
Una de esas curaciones “maravillosas” fue la de la pierna herida de George Baker. Una segunda curación que relató la Sra. Eddy la tuvo su tía, Nancy Baker. Según lo contó la Sra. Eddy, su tía había venido a visitarla y estaba padeciendo de un severo dolor de cabeza. Le pidió a Mary que orara por ella, fue sanada y “se fue a su casa en perfecto estado de salud”.Ibid. En realidad la Sra. Eddy se mudó de Bow cuando tenía catorce años y medio.
Evidencias de regeneración cristiana y curación en los primeros años de Mary la siguieron hasta la escuela. Irving Tomlinson describe en su libro Twelve Years with Mary Baker Eddy (Doce años con Mary Baker Eddy), que una vez Mary enfrentó resueltamente a una compañera que estaba aterrorizando a las demás niñas, y el temperamento de esta compañera cambió.
La maestra me confesó que yo había hecho lo que los azotes no habían logrado, porque le había cambiado el carácter completamente. Notas de Alfred Farlow.
En la biografía de la Sra. Eddy escrita por Sybil Wilbur, se menciona que cuando Mary era adolescente ella calmó a un demente que apareció un día en la escuela. Al relatar este incidente al Sr. Tomlinson, la Sra. Eddy agregó que ese mismo hombre entró en su casa una mañana cuando la familia estaba orando. Se dirigió rápidamente hacia su padre que estaba leyendo la Biblia y se la sacó de las manos. Se la entregó a Mary y dijo: “¡Toma! Tú eres la que tiene que leer la palabra de Dios”. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), pág. 14.
“Muchas circunstancias y sucesos peculiares relacionados con mi niñez, vienen en tropel a mi memoria”, escribió la Sra. Eddy en su autobiografía Retrospección e Introspección a manera de introducción al relato en el que cuenta que escuchó que la llamaban repetidamente, como a Samuel, hasta que contestó: ¡Habla, [Señor], porque tu siervo oye’ ”. Notas del Sr. Tomlinson. Y, en The Life of Mary Baker Eddy por Wilbur, ella recuerda cómo este hombre apareció durante un servicio dominical de la iglesia y se paró junto a Mary mientras cantaban himnos. Después no opuso ninguna resistencia cuando lo sacaron de allí. La educación religiosa de Mary le había enseñado que todos los hombres son siervos de Dios, pero sus experiencias únicas le enseñaron que el servir a Dios incluía mucho más de lo que Juan Calvino había percibido. Estaba aprendiendo que estar al servicio divino significaba obras diarias para servir a un Dios afectuoso.Ret., págs. 8—9. Y que esas obras debían incluir la curación de los enfermos, fue una parte vital de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana.
Sin embargo, Mary Baker no se liberó del puño de hierro del calvinismo sin una lucha terrible. A edad más madura ella recordó haberle preguntado a su madre si las enseñanzas de Calvino respecto al castigo eterno eran verdaderas. La Sra. Eddy dijo: “Ella hizo una pausa; luego con un hondo suspiro contestó: ‘Supongo que sí, Mary’. Yo le dije: ¿Y qué pasaría si nos arrepentimos y le decimos a Dios que lo sentimos mucho y que no lo volveremos a hacer? ¿Nos castigará Dios? Entonces no es tan bueno como mi mamá y descubrirá que yo soy un caso difícil”. Véase Ciencia y Salud, pág. 40.
La Sra. Eddy estaba tan trastornada por la doctrina de la predestinación que en un momento dado la hizo enfermar de una fiebre muy alta. Dios le había estado mostrando a Mary, a través de la experiencia, que El es el Amor siempre presente, pero la teología de la iglesia de sus padres estaba tratando de enseñarle algo muy diferente:
La inexorable teología de mi padre daba énfasis a la creencia en un día de juicio final, en el peligro del castigo eterno, y en un Jehová sin misericordia para los que no fueran creyentes.. .
Mi madre.. . me instó a que me apoyara en el amor de Dios, lo cual me haría descansar si iba yo a El en oración, como acostumbraba hacerlo, pidiendo que me guiara. Oré; y un claror suave de inefable alegría me inundó. La fiebre desapareció y me levanté y me vestí, en perfecto estado de salud.. . El médico se maravilló; y el “horrible decreto” de la predestinación.. . perdió para siempre su poder sobre mí. Documento tomado de la Historia de la Iglesia: A10134.
De ésta y de las muchas otras curaciones que esta serie compartirá con sus lectores, uno puede ver cómo la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana habló de la experiencia de su vida cuando escribió en Ciencia y Salud:
Si el Científico Cristiano atiende a su paciente por medio del Amor divino, la obra sanadora se realizará en una sola visita, y la enfermedad se desvanecerá en su estado original, la nada, como el rocío ante el sol de la mañana.Ret., págs. 13—14.
La palabra tierna y el aliento cristiano que se da al enfermo,la compasiva paciencia con sus temores y la eliminación de los mismos, son mejores que hecatombes de teorías verbosas, la repetición de discursos trillados ajenos y la limosna de argumentos, que no son sino otras tantas parodias de Ciencia Cristiana legítima, que arde de Amor divino.Ciencia y Salud, pág. 365.
Así ella marcó la norma de la práctica de la curación mediante la Ciencia Cristiana.
