¿Conoce Usted el juego en que se forman cuatro triángulos equiláteros con seis fósforos? A veces la gente pasa horas antes de encontrar la solución, pero vale el esfuerzo. Esto fue una experiencia útil para mí. Al principio parece imposible: ¡cuatro triángulos, de lados iguales, ángulos iguales con solo seis fósforos!
Mientras uno se limite a mover los fósforos de un lado a otro sobre una superficie, ninguna solución puede aparecer. Pero si uno agrega una tercera dimensión y razona en función del volumen y no simplemente de la superficie, la solución parece bastante simple. Se obtiene una pirámide, cuya base está formada por tres fósforos; los otros tres se elevan de cada ángulo y se unen en la cima. Cuando esta pirámide surge ante la vista, uno siente alegría, un sentido de liberación. A menudo vuelvo a pensar en esta experiencia cuando me enfrento con un problema que no parece tener solución.
Cuán a menudo parece imposible la solución de determinado problema porque uno omite una dimensión extra, la dimensión espiritual. Para lograr algo necesitamos dar varios pasos humanos, pero para que el logro sea exitoso y valga la pena, uno necesita una dimensión extra, una perspectiva espiritual.
La Ciencia Cristiana va aún más allá; explica que esta “dimensión” espiritual es realmente la verdad del ser. Necesitamos aceptar la verdad que afirma la Biblia, de que Dios, el bien infinito, es Espíritu omnipresente y omnipotente, y que su creación es enteramente espiritual y buena. Por lógica, se deduce que la materia es esencialmente una ilusión, una mentira, a pesar del testimonio bien convincente de los sentidos físicos.
La Sra. Eddy escribe en su libro titulado Rudimentos de la Ciencia Divina: “Destrúyanse los cinco sentidos como materia organizada, y, o bien tendríamos que dejar de existir o existir sólo en la Mente; y esta última conclusión es la sencilla solución del problema del ser, y conduce a la deducción similar de que no hay materia”.Rud., pág. 5–6. En su obra principal, Ciencia y Salud, la autora es aún más categórica y dice: “No hay vida, verdad, inteligencia, ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita, y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.Ciencia y Salud, pág. 468.
Las verdades espirituales que se encuentran en la Biblia pueden ayudarnos a solucionar cualquier problema. Comprendemos así que las maravillas que Cristo Jesús llevó a cabo no fueron milagrosas sino el resultado de su perfecto entendimiento del ser verdadero.
Una vez que comenzamos a comprender este punto de vista esencial — y aceptamos que el hombre, que es descrito en la Biblia como la imagen y semejanza de Dios, el Espíritu, no puede ser sino enteramente espiritual — las lecciones que la Biblia enseña se vuelven más claras y comprendemos mejor su significado espiritual. Vemos como las verdades espirituales que se encuentran en la Biblia pueden ayudarnos a solucionar cualquier problema. Comprendemos así que las maravillas que Cristo Jesús llevó a cabo no fueron milagrosas sino el resultado de su perfecto entendimiento del ser verdadero. Es nuestro privilegio y responsabilidad esforzarnos por seguir su ejemplo. Para lograrlo, es indispensable elevar nuestro pensamiento por encima de la evidencia falsa de los cinco sentidos materiales. A través del sentido espiritual, comprendemos que la materia no puede determinar nuestro bienestar o expectativa de vida.
Una vez que vislumbramos esta gran verdad, nuestra vida se vuelve más armoniosa y más fascinante. Surgen oportunidades inesperadas y los problemas se solucionan más rápidamente. He aquí tan solo dos ejemplos.
Mi industria se encontraba en una situación financiera muy difícil. A fin de que pudiese obtener el préstamo extra necesario para recuperarla, el banco me exigía que hipotecara mi casa. Solicité a un practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudara mediante la oración acerca de esta situación, y a medida que orábamos, me di cuenta de que mis dificultades eran el resultado, en gran parte, del hecho que caí en la tentación de pensar que estaba simplemente involucrado en una aventura de negocios humana, en vez de identificarme como una idea de Dios, enteramente bajo el gobierno de la Mente. Percibí que, como hijo de Dios, mi actividad reflejaba la acción del Principio divino, y que jamás estaba sujeta a las fluctuaciones, competición injusta ni escasez. El problema básico no era financiero sino mi creencia en la materia, que me impedía reconocer incondicionalmente al Espíritu ilimitado.
La situación mejoró inmediatamente. Y cuando presenté el balance al fin del año, el gerente del banco exclamó: “Esto es un milagro; jamás he visto que semejante situación se revirtiera tan rápidamente”. Durante los siguientes cinco años, este negocio floreció y progresó cada vez más. Cuando lo vendí, todo el personal tuvo la oportunidad de continuar bajo las mismas condiciones con el nuevo dueño.
Después de eso, se me presentó la oportunidad de escribir un pequeño libro y relatar la vida de un filántropo inglés llamado Montagu. (Este hombre había financiado la construcción de una residencia para gente de edad avanzada de bajos recursos, en la pequeña ciudad de Suiza donde vivo. Había pasado cinco años de su juventud aquí en una escuela privada al final del siglo XVIII). A medida que me esforzaba por ver este trabajo desde una perspectiva espiritual, tuve la inspiración de dar varios pasos que dieron lugar a insospechadas oportunidades. Por ejemplo, encontré un descendiente de Montagu que me ofreció un manuscrito de varios cientos de hojas escrito por el filántropo, narrando su conmovedora vida y proporcionando muchos detalles acerca de la vida y costumbres de una villa suiza del siglo XVIII. En lugar de un pequeño libro, el resultado fue una obra de 160 páginas. Además de esto, encontré un editor con mucha facilidad, aunque desde el punto de vista humano, la época no era favorable para la publicación de un libro así. Como dice el Salmista: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”. Salmo 37:5.
Hay un elemento común en estas dos experiencias. En cada caso, cuando dejé de verme a mí mismo y a mi trabajo desde un punto de vista meramente material, y acepté el hecho espiritual de que todo pertenece a Dios, rápidamente se amplió el horizonte de oportunidades para solucionar los problemas, tal como de pronto se disipa la niebla bajo la influencia del sol. Cada uno de nosotros es, en realidad, una idea de Dios y posee por reflejo y en medida ilimitada, todas las cualidades necesarias y la habilidad de expresarlas. Al meditar sobre estas verdades, se revelan soluciones aun de aquellos problemas que parecen insolubles.
Perseveremos siempre con paciencia, volviéndonos continuamente a las verdades espirituales del ser. Ciencia y Salud afirma: “Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y verdadero, y los experimentaréis en la medida en que ocupen vuestros pensamientos”.Ciencia y Salud, pág. 261. A medida que mantengamos en nuestro pensamiento una perspectiva espiritual, experimentaremos el bien perdurable en nuestra vida.
