HACER QUE EL PUBLICO ACEPTE LA BIBLIA
La Biblia de los Obispos finalmente se publicó en el año 1568. Parker se esforzó todo lo posible para que la nueva Biblia tuviera un aspecto atractivo. La hizo imprimir y encuadernar con todo lujo (izquierda) por Richard Jugge, el impresor de la casa real, que utilizó el mismo tipo romano de lectura-fácil que se empleó en la Biblia de Ginebra. También incluyó algunas de las menos controvertidas notas del texto de Ginebra e incluso utilizó alguna terminología de dicha Biblia. Sus lectores tenían mucho material de ayuda, semejante a la Biblia de Ginebra, como ser mapas, ilustraciones y elaborados cuadros genealógicos.
La portada tenía un atractivo retrato de Isabel (véase ilustración). Luego seguía el prefacio de Parker, que instaba al lector de la siguiente manera: “Investiga.. . como te indicó Cristo, las Sagradas Escrituras, en las que puedes encontrar tu salvación”. Por último, Parker incluyó el texto que había escrito el arzobispo Thomas Cranmer apoyando la lectura de la Biblia, tomado de la edición “Cranmer” de la Gran Biblia.
A pesar de todos estos esfuerzos, la Biblia de los Obispos no fue popular desde el principio. El público reconoció que no era más que otra vulgar versión de la Gran Biblia. Carecía de la erudición, amenidad de estilo y belleza de la Biblia de Ginebra. No es de sorprenderse que la mayoría de los hombres y mujeres del pueblo inglés persistieran en leer en sus hogares la Biblia de Ginebra, considerada ilegal, aun cuando en la iglesia debían escuchar la lectura de la Biblia de los Obispos, recientemente autorizada.
Parker no veía razón alguna para que los hombres y mujeres comunes tuvieran la Biblia en sus hogares para su estudio personal, de modo que se negó a publicar el texto de la Biblia de los Obispos en el tamaño económico y pequeño de un cuarto y de un octavo que tanto le agradaba al pueblo.
Aparentemente Parker sintió que para el común de los fieles era suficiente escuchar la lectura de la Biblia en los servicios religiosos, y ocasionalmente formar fila para darle un vistazo a una Biblia grande de tamaño catedral que cada arzobispo y obispo debían tener en sus hogares o en la iglesia. (La Biblia, por lo general, estaba sujeta con una cadena a un escritorio o atril grande.) El arzobispo debe de haber temido que la lectura diaria de la Biblia en los hogares podría alentar a los feligreses a hacer preguntas sobre la doctrina y políticas de la Iglesia, y a indagar la razón por la cual éstas a veces no coincidían con lo que ellos leían en las Escrituras.
No fue sino hasta la muerte de Parker, ocurrida en el año 1575, que quedó sin efecto la restricción impuesta sobre la publicación de la Biblia. Exactamente tres semanas después de su muerte, siete de los más eminentes consejeros de Isabel se reunieron para encargar una nueva edición de la Biblia de Ginebra. Las ediciones de esta Biblia comenzaron a imprimirse regularmente en las prensas de la casa real, superando las ediciones de la Biblia de los Obispos, a razón de un promedio de casi nueve a una.
LA BIBLIA RHEIMS-DOUAI
Tan pronto como los católicos romanos vieron claramente que Isabel estaba resuelta a encauzar su iglesia hacia el protestantismo, huyeron a prisa del país. Estaban horrorizados de que ella hubiese permitido que alrededor de 300 católicos fuesen ejecutados. En 1568, año en que se publicó la Biblia de los Obispos, un grupo de militantes católicos ingleses estableció una universidad en Douai, Francia, para instruir a sacerdotes dispuestos a volver a convertir a Inglaterra al catolicismo.
El fundador de la universidad fue William Allen, graduado en Oxford, que abandonó Inglaterra para dirigirse a Francia, bajo la presión del gobierno de Isabel. Allí fue ordenado sacerdote y se rodeó de un grupo de brillantes eruditos católicos — graduados en Oxford y Cambridge — para que enseñaran en la nueva universidad. El mismo Allen obtuvo un doctorado en la universidad y llegó a ser profesor de teología allí.
Cuando el papa Pío V excomulgó a Isabel de la Iglesia en el año 1570, les dijo a los católicos ingleses que ellos no debían obedecer más a la reina, y alentó a los monarcas extranjeros, como Felipe II de España, a derrocar al gobierno de Isabel. Allen colaboró muy estrechamente con el papa Gregorio XIII (sucesor del papa Pio V) y con Felipe II — quienes daban grandes subsidios a la universidad — tramando conspiraciones para reemplazar a Isabel por un monarca católico. Ante esa actitud, ella censuró tanto al seminario conciliar como a los jesuitas, quienes asumieron la dirección de la universidad después del año 1573.
Una parte decisiva del plan de Allen para volver a convertir a su tierra natal al catolicismo, fue la idea de producir una nueva Biblia en inglés, una Biblia que mantuviera un punto de vista estrictamente católico. Allen eligió a Gregory Martin, el erudito en Biblia más brillante de Douai, para emprender la tarea monumental de traducir la Biblia completa. Martin era también graduado de Oxford y se especializaba en idiomas bíblicos.
Martin comenzó con el Antiguo Testamento en 1578, terminando dos capítulos por día. Y, a pesar de que su salud se deterioraba con rapidez, continuó su trabajo hasta que completó el Nuevo Testamento pocas semanas antes de su muerte, en el año 1582. El Nuevo Testamento fue publicado a fines de ese año en Rheims, lugar al que se había mudado la universidad en forma temporaria para evitar el hostigamiento de los espías protestantes de Inglaterra. La universidad no contó con los fondos necesarios para publicar el Antiguo Testamento de Martin hasta 1609-1610, en cuya ocasión la Biblia completa recibió el nombre de versión Rheims-Douai.
William Allen y Richard Bristow, otro experto en Biblia graduado en Oxford, ayudaron a Martin a recopilar los prefacios y las notas para la Biblia. Bristow, al igual que Martin, le dedicó a la traducción su último y supremo esfuerzo antes de su muerte, en el año 1581. Otro erudito que ayudó a Martin y a Bristow fue William Rainolds, graduado en Oxford que enseñaba hebreo y teología en la universidad.
La introducción del Nuevo Testamento de Rheims, que probablemente fue escrita por Allen, explica la teoría de traducción que utilizó Martin. El prefacio aclara que los traductores no estaban de acuerdo con trasladar las verdades de la Biblia al lenguaje de habla común, y cita que los Padres de la Iglesia afirmaban que no siempre es sabio que cualquiera lea las Escrituras. Ellos argumentaban que la Biblia necesitaba ser explicada cuidadosamente por las autoridades de la Iglesia. De hecho, decían que la única razón por la cual había sido necesaria esta traducción especial era porque los “protestantes” habían publicado muchas Biblias imprecisas.
El prefacio explica que la nueva traducción se basa en la Biblia Vulgata Latina, en lugar de en los textos originales en hebreo y en griego. Y continúa con extensas consideraciones en defensa de tal decisión, aclarando que los traductores de Rheims habían hecho una traducción palabra por palabra, incluyendo algunas palabras en latín.
LA ACOGIDA DEL NUEVO TESTAMENTO DE RHEIMS
En general, esta teoría para la traducción produjo una Biblia que a veces resultaba agradable, pero que con frecuencia era ininteligible y no era atractiva debido a su terminología literal. Las palabras de raíz latina, muchas de las cuales eran inventadas, tenían poco sentido, palabras como supersubstancial en lugar de decir cada día (Mateo 6:11); supererogate por gastes de más (Lucas 10:35); y prefinition por eterno (Efesios 3:11).
En lo que concierne a la Iglesia de Inglaterra, el defecto más serio de la Biblia era la fuerte tendencia antiprotestante que contenían sus notas marginales. Como señaló un moderno historiador católico, tienen “un verdadero catecismo de doctrina cristiana” tal como se imparte desde el punto de vista católico romano.
Para Isabel, el Nuevo Testamento de Rheims representaba una declaración política en la que se atacaba su privilegio real. Un teólogo puritano llamado William Fulke se exasperó de tal manera con el texto de Rheims que publicó una edición conjunta donde el texto de la versión del Nuevo Testamento de Rheims estaba paralelo al de los Obispos, con el fin de poner de manifiesto las fallas del texto católico. Pero en lugar de exponer las fallas del texto de Rheims, la publicación de Fulke sólo sirvió para señalar las deficiencias del texto de la de los Obispos y destacar la belleza del otro. Para gran desaliento de Fulke y de Isabel, la edición paralela terminó dándole popularidad a la versión ilegal del Nuevo Testamento católico romano.
RESUMEN
Hacia fines del siglo XVI, la Biblia de los Obispos — la única versión autorizada de las Escrituras disponible para el pueblo inglés — ocupaba el tercer lugar en la opinión pública, después de la Biblia de Ginebra y del Nuevo Testamento de Rheims. En el año 1603, al concluir el reinado de Isabel, se produjo un virtual punto muerto en la publicación de la Biblia. El pueblo había expresado claramente su rechazo a la Biblia de los Obispos, optando por la Biblia de Ginebra. Esto puso a los jerarcas de la Iglesia y a la reina en una posición insostenible. Ellos apoyaban obstinadamente una Biblia que casi nadie leía e insistían en condenar una Biblia que casi todos leían.
Una cosa era clara; ninguna de las Biblias que existían respondía a las necesidades de todo el pueblo de Inglaterra. Las Biblias de Ginebra y de Rheims eran demasiado extremistas, y la Biblia de los Obispos era por demás conservadora. Por lo tanto, era natural que ciertos hombres visionarios comenzaran a pensar en traducir una Biblia nueva, una que pudiera agradar a todos. Uno de esos visionarios era Jacobo VI de Escocia. El era primo lejano de Isabel y se mantenía cerca esperando que la reina lo nombrara su sucesor.
Uno de los motivos por los cuales Jacobo deseaba ser rey era que de ese modo podría llevar a cabo un proyecto que por largo tiempo anhelaba su corazón: la traducción de una nueva Biblia en inglés. Cuando finalmente Isabel decidió que Jacobo sería el nuevo rey, se abrió la puerta para que él tuviera éxito en algo que ella no había podido lograr: encontrar una Biblia que uniera las facciones religiosas de Inglaterra que continuaban en guerra. Para lograr esto, Jacobo debía construir sobre las firmes bases de las Biblias de Ginebra, de los Obispos y de Rheims. El y sus traductores tendrían que entrelazar con mucho arte estos tres textos para formar una nueva Biblia que perdurara por mucho tiempo después que sus predecesores hubiesen sido olvidados.
