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Gratitud: ¡Cuánto encierra esta palabra!

Del número de noviembre de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Ha Escuchado Alguna Vez el cuento en el que una persona le dice a la estufa a leña: “Dame un poco de calor y entonces te daré de comer un poco de leña”? Todos sabemos que primero debemos preparar el fuego y recién entonces la estufa producirá el calor que deseamos. Con la gratitud sucede algo parecido. Cuando somos impulsados por la gratitud, recibimos toda clase de bien.

La Sra. Eddy destaca este punto en Ciencia y Salud. Ella escribe: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos y eso nos capacitará para recibir más”.Ciencia y Salud, pág. 3. Por lo tanto, es importante que tengamos el hábito de ser agradecidos aun por las cosas más insignificantes de la vida, porque este enfoque nos mantiene preparados para ver y hacer el bien, no importa donde estemos.

Durante todo su ministerio Cristo Jesús enseñó a sus seguidores a buscar el bien en sus experiencias. Pero puntualizó claramente que el bien nos llega cuando consideramos la vida en términos espirituales y no materiales. Por ejemplo, él les dijo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?... vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:31–33. Su total confianza en Dios, en instantes en que varios miles de personas necesitaban alimento, fue la prueba de que sus enseñanzas eran prácticas. No eran tan solo lindas teorías.

Alguien declaró que un puño cerrado, no está cerrado solamente para dar sino también para recibir. Si sentimos temor de que no vamos a tener lo necesario para responder a nuestras necesidades, tal vez estemos mentalmente contrayendo nuestros puños e impidiendo que se manifieste la bondad de Dios. Una manera de desprendernos de esta sensación es abrazar con nuestro amor a los que nos rodean. Hacer el bien a los demás, siempre nos trae bendiciones. ¡Así opera la ley divina! ¡Podemos tenerle confianza! Permítanme darles un ejemplo.

Hace muchos años, mi familia necesitaba un refrigerador nuevo, en un momento en que no teníamos dinero. Mi esposa salió a recorrer negocios donde vendían refrigeradores, y yo me quedé en mi oficina para orar. Mi contribución era saber, sin ninguna duda, que Dios supliría nuestra necesidad. Ya lo habíamos comprobado muchas veces a través de nuestro estudio de la Ciencia Cristiana. Yo ignoraba por completo la manera en que se iba a manifestar, pero me dediqué por algún tiempo a agradecer el hecho de que Dios siempre había respondido a nuestras necesidades, y que esta vez no sería la excepción.

Mientras me encontraba en la oficina, de manera imprevista vino a visitarme un amigo. Antes de irse, recordó que me debía un dinero, cuyo importe era exactamente el que hacía falta para comprar el refrigerador. Ni él ni yo sabíamos por adelantado que íbamos a encontrarnos, ni de que ese día había que hacer frente a un compromiso económico. Pero yo sentí en ese momento, y lo sigo sintiendo, que mi gratitud por el bien recibido con anterioridad había abierto la puerta para recibir más.

La gratitud nos ayuda cuando debemos hacer frente a desafíos aún mayores, tal como lo ilustró plenamente el ministerio de Cristo Jesús. Antes de resucitar a Lázaro, él agradeció a Dios porque siempre lo escuchaba; esto lo hizo aun antes de que Lázaro hubiese movido un solo músculo. El Maestro sabía que Dios es Amor siempre presente y esta realidad espiritual sigue siendo verdadera hoy en día también, para nosotros. En vez de aceptar la creencia de que somos mortales agobiados, que carecen de los recursos necesarios, podemos apoyarnos en la verdad de que somos las ideas bien amadas de Dios, a quienes Él mantiene y protege.

Este reconocimiento de nuestra espiritualidad y de que es imposible que nos separemos de Dios, el bien, responde con eficacia a nuestras necesidades, debido a que expande el pensamiento y pone al descubierto las infinitas posibilidades que están a nuestro alcance, a través del Amor ilimitado de Dios. Cuando pensamos en términos de infinitud, nuestro pensamiento se eleva por encima de los temores y preocupaciones que quisieran impedirnos ver el bien que está justo a nuestro alcance.

Por lo tanto, cuente sus bendiciones. Descubrirá que su número es mayor de lo que usted mismo cree. Cuando expresamos nuestra gratitud por lo que ya tenemos, Dios nos abre el camino para recibir aún más de lo que esperamos.

Cantad alegres a Dios,
habitantes de toda la tierra.
Servid a Jehová con alegría;
venid ante su presencia con regocijo.
Reconoced que Jehová es Dios.
Entrad por sus puertas con
acción de gracias,
por sus atrios con alabanza;
alabadle, bendecid su nombre.
Porque Jehová es bueno;
para siempre es su misericordia.

Salmo 100: 1–5

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