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Mary Baker Eddy: toda una vida de curación

Esta serie trata sobre las curaciones que realizó Mary Baker Eddy. Las mismas empezaron en su niñez y continuaron toda su vida; algunas de ellas se publican aquí por primera vez.

La Fundadora en acción (1896–1898)

Del número de noviembre de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mary Baker Eddy comenzó el año 1896 dando un discurso de comunión en su Iglesia de Boston, Massachusetts — La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico. En su disertación alejó el pensamiento de la persecución que sufrió Jesús de Nazaret, y lo acercó a su demostración del Amor divino e infinito, que perdona a sus enemigos y lo capacitó para vencer la cruz y la tumba. Véase Escritos Misceláneos, págs. 120–125. Como ocurría a menudo en tales ocasiones, uno de aquellos que la escuchaban hablar fue sanado:

A este hombre lo habían declarado inválido durante años y se había vuelto tan irritable que su familia apenas podía vivir con él. No le era posible caminar sin algún apoyo... Fue de visita a Boston cerca de la Iglesia de la Ciencia Cristiana en esa ciudad. El domingo por la mañana, al escuchar el carillón de campanas, preguntó de qué iglesia venían. Al enterarse de que venían de la Iglesia de la Ciencia Cristiana y que se decía que allí se sanaba a los enfermos, decidió asistir al servicio religioso. Dijo que no había estado allí mucho tiempo cuando vino una mujer que fue anunciada como la Sra. Eddy, quien dio una charla. Al poco rato de escucharla sintió que estaba sano. No se dio cuenta de que no tenía sus bastones hasta que llegó a la casa de su amigo. Al día siguiente compró Ciencia y Salud, un libro escrito por la misma Sra. Eddy que había hablado en la iglesia. Desde entonces ha sido un fervoroso estudiante de ese libro. [Un viejo amigo dijo sobre este hombre]: "Creo que ni siquiera él se da cuenta de la transformación que se ha operado en él. Les aseguro que jamás he visto un cambio tan grande en una persona".The Christian Science Journal, Febrero de 1897, pág. 550.

Una semana después del servicio, la Sra. Eddy le escribió a uno de sus alumnos: "¡Ah! amemos a nuestros queridos enemigos y mostrémosles el camino al Cielo esforzándonos por llegar a él en nuestra vida... El servicio de comunión del domingo fue muy dulce e inspirador. Tuve la certeza de que se habían producido curaciones, y desde entonces me he enterado de algunos casos". Documento de la Historia de la Iglesia: L03453, Departamento de Historia de La Iglesia Madre.

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