Hace Un Tiempo, en un lugar donde nos hospedábamos durante las vacaciones, me desperté un día con el ruido del agua que goteaba sobre unas latas, en la ventana del cuarto. Como era muy de madrugada, me sentí irritada con ese ruido, porque quería dormir un poco más. Pero en ese mismo momento observé que había un enorme árbol junto a la ventana, donde había pájaros que cantaban con el alegre alboroto del amanecer.
Había dos sonidos distintos al mismo tiempo: el agua que goteaba y el canto de los pájaros. Yo podía prestar atención al que quisiese oír. Estuve atenta al gorjeo de los pájaros y me esforcé por distinguir los diferentes trinos. Cuando me di cuenta, ya no oía el barullo de las latas y ya no estaba irritada por haberme despertado tan temprano.
Así como aquel día pude discernir el canto maravilloso de los pájaros, así también somos beneficiados cuando nos esforzamos por discernir la armonía que existe entre Dios y el hombre, aunque delante de nosotros haya un cuadro de discordia y dolor.
El estudio de la Ciencia Cristiana nos entrena espiritualmente para hacer exactamente eso. No ignoramos lo que nos desagrada, pero aprendemos a comprender la presencia de Dios en todas las circunstancias, a comprender que el Amor divino actúa y restaura la armonía en las situaciones que tenemos que enfrentar. Las experiencias difíciles con que nos enfrentamos nos dan la oportunidad de empeñarnos en percibir aquello que es armonioso y real, a fin de sobreponernos a la tristeza y al desconsuelo, en vez de mirar o prestar atención al lado triste de la situación.
Tuve mucho que aprender en este sentido, cuando uno de nuestros hijos falleció en condiciones trágicas e inesperadas, víctima de una descarga eléctrica. Tuve la necesidad de obtener una comprensión más profunda acerca de la vida y de su opuesto, la muerte. Eso produjo una enorme diferencia en mi modo de enfrentar cada día.
La Ciencia Cristiana enseña que Dios es Vida. El hombre verdadero, como hijo amado de Dios, jamás se encuentra fuera de la presencia de Dios. En el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, la Sra. Eddy escribe: “Las Escrituras dan a entender que Dios es Todo-en-todo. De eso se deduce que nada posee realidad ni existencia excepto la Mente divina y Sus ideas. Las Escrituras también declaran que Dios es Espíritu. Por lo tanto, en el Espíritu todo es armonía y no puede haber discordancia; todo es Vida y no hay muerte”.Ciencia y Salud, pág. 331.
Llegaría la hora en que yo tendría que probar lo que había aprendido, a fin de encontrar consuelo. Yo sabía que el estudio al que me había dedicado no me fallaría en ese momento. Me aferré a la “declaración científica del ser”,Ibid., pág. 468. de Ciencia y Salud, principalmente a la frase que dice: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material él es espiritual”. Cuando me di cuenta de que esa declaración dice que “el hombre es Su imagen”, la imagen de Dios, fue como si una luz brillante iluminara mi pensamiento, trayendo alivio y paz.
El hombre es siempre espiritual. Por lo tanto, no es por medio de la experiencia de la muerte que se vuelve espiritual. Entonces me afirmé en la comprensión de que todos somos siempre espirituales y nunca estamos separados de Dios.
Una de las palabras que la Sra. Eddy usa como sinónimo de Dios es Vida. De modo que mantuve en mi pensamiento el concepto de que Dios es Vida, que no sólo nuestro hijo, sino todos nosotros — sus padres, su esposa, sus hijos, sus hermanos — somos ahora la imagen de Dios. La Vida, Dios, continúa intacta.
En aquella ocasión una persona muy querida me escribió, y me hizo recordar las palabras que escribió la Sra. Eddy refiriéndose a uno de sus alumnos que había fallecido. Decía: "[Él] no está muerto, ni duerme ni descansa de sus labores en la Ciencia divina; y sus obras ciertamente lo siguen. El mal no tiene poder para dañar, estorbar ni destruir al hombre real y espiritual. Hoy es más sabio, más sano y más feliz que ayer. El sueño mortal de vida, sustancia o mente en la materia ha disminuido, y la recompensa del bien y el castigo del mal y el despertar de su sueño-Adán del mal terminarán en armonía — el mal impotente, y Dios, el bien, omnipotente e infinito".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 296.
Para Dios sólo existe la eternidad. El pasado, el presente y el mañana son conceptos humanos. La eternidad está siempre presente ante la plenitud de la creación divina: el bien la felicidad, la armonía. A medida que asimilaba estos conceptos y los relacionaba con mis propios sentimientos, fui venciendo el abatimiento y conseguí dirigir mi atención a la verdad del ser.
Cuando nos apoyamos en nuestro reconocimiento de que Dios es Vida infinita, en eterna perfección, y que el hombre es Su imagen eternamente perfecta, comprobamos que la emoción, la tristeza y la añoranza no pueden opacar nuestra alegría. Entonces vislumbramos la belleza de la realidad espiritual de la vida eterna. A medida que comprendemos que el hombre es espiritual, creado a imagen de su Creador, nuestro pensamiento se vuelve hacia la eternidad de la Vida.
En el Evangelio según Juan leemos: "Y ésta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado". Juan 17:3. Cristo Jesús fue el emisario y demostrador de esa verdad. Su resurrección demostró la eternidad del Cristo.
Conocer un solo Dios, un solo poder, un solo Principio gobernante es la base del razonamiento que indica que la vida verdadera, la única vida, no depende de la materia, y esa vida es una sola, eterna. Fue Jesús quien nos reveló el conocimiento de que la vida no se extingue. Él lo demostró, y pudo declarar con autoridad que la vida eterna consiste en conocer y comprender qué es Dios.
El amor, la inteligencia, la alegría que recibimos de aquellos seres queridos que ya no están con nosotros, permanecen en nuestro pensamiento. El amor que emana del Amor, la inteligencia que viene de la Mente, la alegría que viene del Alma, son el reflejo de Dios y son eternos. Cuando insistimos en mantener en el pensamiento la creación espiritual, o sea, lo que cada hijo de Dios verdaderamente es, nos sentimos aliviados y sanados del sentimiento de Pérdida o de falta. No hay soledad ni pérdida en el reino de Dios.
Por lo tanto, no analicemos las condiciones y circunstancias materiales y humanas, sino pongamos nuestra atención en la Verdad y en el Amor, en nuestro Padre-Madre Dios, el Principio que rige la inmortalidad.
Para Dios sólo existe la eternidad. El pasado, el presente y el mañana son conceptos humanos.
La Sra. Eddy nos muestra, en un verbo conjugado en el modo imperativo, qué debemos hacer para discernir la verdad espiritual, precisamente cuando tenemos delante un cuadro de desarmonía. Ella recomienda: "Volved vuestra atención del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio en que se basa toda felicidad, armonía e inmortalidad. Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los experimentaréis en la medida en que ocupen vuestros pensamientos".Ciencia y Salud, pág. 261.
¿Hacia dónde vamos a dirigir con convicción nuestros pensamientos? Hacia aquello que es eterno, hacia la sustancia divina, hacia el bien, hacia la creación perfecta. Hacia lo que es real, hacia el verdadero Dios, que el Cristo nos revela.
El conocimiento de que Dios es Vida, es Verdad, es Amor, nos hace decir, como dice Cristo Jesús: "... ésta es la vida eterna".