Mis Padres No Fueron particularmente religiosos. Papá había dejado su iglesia ortodoxa. Mi mamá, que había perdido a su mamá de bebé, era bastante atea. En lo que a mí respecta, siempre tenía cuestionamientos acerca de la vida y Dios que me acosaban. La mujer de al lado, a quien afectuosamente llamaban la Abuela, me llevaba a la iglesia protestante que estaba en la esquina. Fue allí que de niña aprendí las historias de los personajes de la Biblia tal como Moisés y Daniel, y, por supuesto, de Cristo Jesús. Un verano cuando tenía doce años, leí la Biblia de principio a fin. !Tuve tantas preguntas! Yo quería comprender el significado de las historias y cómo se aplicaban a mi vida. Sentía que necesitaba conocer quién era Jesús, y qué había querido decir con lo que dijo.
Comencé a ir a diferentes iglesias con las familias de mis amigas. Yo preguntaba si Jesús era Dios, y de ser así, ¿quién era su Padre? ¿Es su Padre mi Padre? ¿Qué quiso decir Jesús con: "Las obras que yo hago [ustedes las harán] también?" Juan 14:12. ¿En qué necesitaba creer a fin de poder hacer esas obras? ¿Fuimos creados por accidente, o existe un plan? Clérigos y ministros muy pacientes trataron de responder a mis preguntas, pero yo nunca estaba realmente satisfecha con sus respuestas. A mí siempre me parecía que había una contradicción, y ellos terminaban diciendo: "Esto es un misterio; no es algo que nosotros debemos saber".
En una ocasión tuve un sarpullido producido por el zumaque venenoso. El médico de la familia trató la condición y luego dijo: "Si esto no funciona regresa en una semana e intento algo diferente". Recuerdo que le pregunté: "¿No sabe con seguridad si esto va a funcionar? ¿Está simplemente experimentantdo?" Comencé a darme cuenta de que la medicina convencional no era de ningún modo una ciencia.
La búsqueda interior de la Verdad invariable, fue un influjo que caracterizó mis años de adolescente y joven adulta. En la universidad tomé cursos de religión comparada, y estudié meditación y otras filosofías orientales, con la esperanza de encontrar un principio confiable que rigiera mi vida.
Un verano, conocí a un joven que tenía un maravilloso sentido de paz y confianza y una alegría que no pasaba desapercibida. Durante meses hablamos por teléfono sobre las preguntas que yo tenía y las respuestas que se habían comenzado a formar en mi pensamiento. Todo lo que él decía acerca de Dios, el hombre y la vida me llamaba la atención. Entonces un día, él me dijo: "Las ideas que he estado compartiendo contigo se encuentran en un libro que pienso darte".
Recuerdo que un día de Navidad este amigo manejó dos horas para darme su regalo de Navidad. Cuando abrí el paquete, vi un hermoso libro marrón que tenía un símbolo cristiano con letras doradas en la tapa. Decía: "Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios". Mateo 10:8, Versión revisada, Iglesia de Inglaterra, 1881. Me encantó la atrevida promesa de ese símbolo. Cuando vi el título del libro, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, supe instintivamente que este libro — escrito por Mary Baker Eddy — iba a cambiar mi vida. !No veía el momento de empezar a leerlo!
Recuerdo que le agradecí el libro a mi amigo y luego tuvimos nuestra cena de Navidad junto con otros amigos. Inmediatamente después llevé el libro a mi habitación y comencé a leer. No me detuve, sino que leí con gran anhelo las primeras seiscientas páginas. No me di cuenta de que pasaba el tiempo. También recuerdo que me sentí muy feliz en mi interior. Me sentí como si hubiera acabado una larga carrera. Fue como si me sacaran un enorme peso de encima, y mi pensamiento se llenó de gozo. Finalmente, había encontrado una forma inteligente de comprender y adorar a Dios.
Ciencia y Salud estaba respondiendo a todas mis preguntas clara y lógicamente; preguntas tales como "¿Quién es Dios? ¿Qué es la Verdad? ¿por qué estoy aquí?" Dos libros de la Biblia que siempre habían sido muy confusos para mí — Génesis y Apocalipsis — eran explicados en su luz espiritual, y yo estaba satisfecha. El libro me enseñó sinónimos de Dios que parecían tan verdaderos que yo no podía resistir su lógica. Leí por primera vez el profundo significado espiritual del Padre Nuestro. Y percibí mi verdadera identidad como la imagen y semejanza de Dios, la hija misma de Dios.
El descubrir mi verdadera identidad como hija Dios tuvo un efecto inmediato en mí. Me fue imposible pensar en mí de la manera que lo había hecho hasta entonces. Antes, como una persona que aparentemente no tenía dirección ni significado, yo acostumbraba a pensar en mí misma casi exclusivamente en términos de estadística: mujer del oeste medio, con estudios universitarios, hija de padres divorciados, y así sucesivamente. Ahora veía que mí identidad formada por cualidades espirituales y que mi individualidad tenía un propósito espiritual específico.
Había fumado Cigarrillos desde mi adolescencia, y consumía un paquete y medio al día. Este hábito ya no era compatible con el nuevo concepto de mí misma que tenía, el hijo puro de Dios de ningún modo podía atraído por el tabaco. Nunca más volví a fumar. Fue tan fácil como quitarme una prenda vieja y usada que ya no me iba bien.
Ese día de Navidad, 1976, el significado de la vida de Cristo Jesús, "nació" en mi consciencia. Yo no tenía idea de la regeneración espiritual y sanadora — la alegría, la paz y el poder del Cristo — que me bendeciría año a través del estudio de la Biblia y la iluminación que le brinda Ciencia y Salud. Verdaderamente, fue el mejor regalo de Navidad que he recibido.
