Un Domingo, en mi clase para jóvenes de quince años en la Escuela Dominical, no llegamos a hablar acerca de lo que yo había planeado, aunque la había preparado muy bien. Una de las chicas había discutido con su mamá de camino a la iglesia y quería saber cómo orar sobre eso. A otra le habían dicho que tendría que usar anteojos. ¿Cómo debía orar? Cada uno de los seis o siete alumnos presentes ese día tenía un problema urgente sobre el que quería hablar de inmediato. A medida que escuchábamos a cada uno, entre todos hablamos de lo que era espiritualmente verdadero, de lo que Dios estaba viendo en Su hijo en cada caso.
Al último que le tocó el turno fue a mi hijo, quien hacía pocos días se había quebrado un brazo. Su padre y yo le habíamos dado a elegir el método a seguir: la atención médica o el tratamiento en la Ciencia Cristiana. El prefirió la oración, y llamamos a un practicista de la Ciencia Cristiana para que nos ayudara mientras orábamos. En ese momento de nuestra clase, comenzamos a compartir el conocimiento que obtuvimos a través de nuestro estudio y oración. Un par de domingos más tarde, mi hijo podía usar normalmente el brazo; todos pudieron ver que la curación en la Ciencia Cristiana está basada en la verdad, ¡y que da resultado!
La enseñanza basada en el método y el razonamiento de la curación espiritual como Cristo Jesús la practicó, es un tema extraordinario. Una forma de tratar este tema en la Escuela Dominical es enseñar con el ejemplo, ilustrando que las verdades absolutas se relacionan con la experiencia de todos los días. A veces relato un testimonio de curación que he escuchado en una de las reuniones de testimonios de los miércoles en nuestra iglesia, o comparto una curación que leí en una publicación periódica reciente de la Ciencia Cristiana. Estas son algunas de las formas de enseñar acerca de la oración y la curación. Pero más importante aún es la oración que efectúa el maestro antes, durante y después de la clase de la Escuela Dominical.
Me imagino que prácticamente todos los maestros de la Escuela Dominical de todas las religiones oran para recibir la ayuda de Dios cuando enseñan, ¡a veces simplemente para tener la suficiente energía como para terminar la clase! La Ciencia Cristiana nos ayuda a comprender que la oración consiste en recurrir a la Mente única, Dios, que gobierna y cuida de todos. La oración también encierra el reconocimiento de que el hombre es el reflejo de esta Mente que todo lo sabe. El maestro puede reconocer que cada uno de los alumnos en realidad refleja a esta Mente siempre presente.
Puesto que Dios es Todo en todo, no hay una mente separada; no existe la capacidad para desobedecer a nuestro Creador; no hay una representación inmadura ni a medio terminar ni incompleta de la Mente perfecta y del todo activa. Lo que Dios ha hecho es perfecto y completo, ahora y para siempre. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy describe al hombre así: "La compuesta idea del Espíritu infinito; la imagen y semejanza espiritual de Dios; la representación completa de la Mente".Ciencia y Salud, pág. 591. Esta es la verdadera naturaleza de todos nosotros, jóvenes y adultos. En realidad, somos obedientes a la Mente que nos creó. La labor de la Escuela Dominical requiere que reconozcamos que este hecho es verdadero tanto para nosotros como para aquellos a quienes enseñamos. Durante la semana, aun antes de que llegue el domingo, el maestro, por ser metafísico, tiene la oportunidad de elevar su pensamiento por medio del estudio, la oración, la inspiración y la revelación, para comprender en mayor medida a Dios y a Su creación.
Al comenzar el servicio en la Escuela Dominical, hay un momento de oración silenciosa antes de repetir juntos el Padre Nuestro. Al hablar de esos momentos, la Sra. Eddy escribe en el Manual de La Iglesia Madre: "Las oraciones en las iglesias de la Ciencia Cristiana deberán ser ofrecidas colectiva y exclusivamente en pro de las congregaciones".Manual, Art. VIII, Sec. 5. Podemos reconocer que el Cristo nos está hablando a cada uno de nosotros allí mismo en la iglesia y en la Escuela Dominical. No hay persona, lugar ni cosa — como Pablo dice a los romanos: "ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,.. . ni ninguna otra cosa creada" Rom. 8:38, 39. que tenga la inteligencia o atracción para separarnos de Dios, de conocer y sentir Su presencia, de oír Su palabra, y de responder a ella.
También podemos orar durante la clase. Aunque a menudo encuentro que la clase se vuelve tan animada que mi oración no es una desviación intencional dirigida hacia Dios, sino un amor por los alumnos que se percibe como oración. En esta oración viviente descubrimos con ellos, en mayor medida, el universo que Dios ha creado.
¿Quién es el maestro aquí, después de todo? Bueno, ¡es Dios, por supuesto!
También está la oración que se hace después de la Escuela Dominical. ¡Tantas veces he vuelto a casa diciéndome que es hora de que deje de enseñar porque ¡sé que hay alguien que puede hacerlo mejor que yo! Allí es cuando es necesario orar de nuevo. ¿Quién es el maestro aquí, después de todo? Bueno, ¡es Dios, por supuesto! La verdadera comunicación viene de Dios al hombre. Pablo se refiere a Dios, diciendo: "Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas". Rom. 11:36. La New English Bible traduce este versículo así: "Fuente, Guía y Meta de todo lo que existe — a él sea la gloria para siempre". Estoy aprendiendo a confiar en que es el Cristo, la Verdad, el que habla a la consciencia humana, en lugar de tratar de lograr, de alguna manera, que estos jóvenes se vuelvan más semejantes a Dios. Leemos en Jeremías: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;. .. porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová". Jer. 31:33, 34. Y es importante recordar que ninguno, maestro o alumno, puede quedar fuera del amor de Dios, tampoco los que no vienen a la Escuela Dominical. Sólo porque no están allí, ¿hemos de creer que el Cristo no puede manifestar en ellos la realidad espiritual en este mismo momento?
Le pido a Dios una y otra vez dirección para saber qué pensar, cómo estudiar, cómo orar, cómo responder, qué debo hacer para la próxima clase de la Escuela Dominical. A veces les escribo a mis estudiantes en medio de la semana para resumir lo que hemos hablado, si veo que no quedó claro cuando la clase terminó. Otras veces les escribo para ampliar un tema que se mencionó pero que tratamos muy por encima porque estábamos hablando de otra cosa. Algunas veces les escribo porque la Lección Bíblica de la semana que viene tiene la respuesta a una pregunta de la semana anterior. Por ejemplo, un domingo una joven nos dijo que su cabrita había muerto la noche anterior. El tema de la Lección Bíblica de la semana siguiente era "Vida", y la Lección contestó muy bien a sus preguntas. Les escribí a los alumnos para indicar específicamente cómo la lección trata acerca de nuestras necesidades individuales.
La oración no es algo exclusivo de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Sin embargo, la Ciencia Cristiana enseña que no deberíamos reconocer jamás ningún otro poder, presencia ni consciencia, sino la del bien, Dios. Hacer esto es oración en acción. Y esto nos eleva por encima de lo físico a lo metafísico. Se podría decir que la oración "anterior" se combina con la oración "posterior" y ¡se vuelve en la oración "en curso"! Y eso también es enseñar con el ejemplo.
