La Navidad Conmemora la maravillosa aparición del Cristo al entendimiento humano. Fue y sigue siendo el anuncio de la relación del hombre con Dios el alborear de una intimidad sagrada, que nos abraza a todos en salud, felicidad y poder reflejado. Cristo Jesús demostró la verdad de la identidad del hombre como la imagen y semejanza, la expresión, del Amor divino, Dios. Nuestro Maestro dijo: "Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad". Juan 18:37.
Nosotros también tenemos que dar testimonio de Dios como fuente de nuestra verdadera individualidad. Aunque parecemos ser de carne y hueso, somos, en realidad, seres espirituales que reflejan el Amor, la Verdad y la Vida divinas. Cada ejemplo de bondad y comprensión en nuestra vida apunta hacia nuestra individualidad como reflejo de Dios. En la medida en que reflejemos tales virtudes de nuestro Padre, se manifestarán en nuestra experiencia armonía, fortaleza y paz.
Contemplar el testimonio de Cristo Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección — de que verdaderamente somos los hijos e hijas de Dios —, significa regocijarnos en el mensaje eterno de salvación para toda la humanidad que trae la Navidad. Somos impulsados a vivir este mensaje. La Sra. Eddy escribe: "Me gusta observar la Navidad en quietud, humildad, benevolencia, amor, dejando que la buena voluntad para con los hombres, el silencio elocuente, la oración y la alabanza expresen mi concepto del aparecimiento de la Verdad".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 262.
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