Hace poco recibimos la transcripción de una charla entre un maestro de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, , y una ex alumna de la Escuela Dominical, . El maestro nos dijo que su ex alumna salió de la Escuela Dominical hace varios años, pero sigue apreciando las bendiciones que recibió. A continuación incluimos algunos extractos de la conversación que ambos mantuvieron.
¿Qué fue lo que te impulsó a continuar asistiendo a la Escuela Dominical, a medida que ibas creciendo?
Comencé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cuando era muy chica. Yo amaba las verdades que estaba aprendiendo, fundamentalmente porque me daban respuestas a preguntas tales como: ¿quién soy? y ¿qué tiene que ver Dios con mi vida? La siguiente cita de Jeremías resulta particularmente apropiada al recordar mis años en la Escuela Dominical: "Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón y seré hallado por vosotros, dice Jehová..." Jer. 29:13, 14.
¿Qué ayuda encontraste en la Escuela Dominical para delinear tu escala de valores?
Cuando ingresé a la escuela secundaria me vi frente a una serie de desafíos totalmente nuevos. Tuve que enfrentar problemas relacionados con la moralidad sexual, el alcohol, los hurtos y la elección de amistades, a la vez que debía controlar el enojo y sentimientos heridos debido a las malas relaciones que había entre mis padres y que terminaron en divorcio. Pude salir airosa de cada una de estas situaciones gracias a lo que estaba aprendiendo en la Escuela Dominical. En esa época, la clase me resultaba sumamente útil, porque mi maestro la desarrollaba por medio de preguntas y respuestas, un foro en donde podíamos presentar problemas de índole personal por profundos que fuesen y encontrar las soluciones espirituales, basadas en las verdades de Dios y Su ley, que habíamos estado estudiando. Yo estaba empezando realmente a vislumbrar y a aplicar en mi vida la Ciencia Cristiana, en su aspecto práctico y eficaz. Mi escala de valores realmente cambió y se basó en la satisfacción reconfortante de servir a Dios y no a mí misma.
¿Qué criterio usaste para decidir a qué universidad asistir?
Hablé acerca de este tema en la Escuela Dominical. Tenía que desprenderme de un montón de conceptos preconcebidos, tales como querer estar cerca de mi casa, mis amigos y la familia. Comencé a percibir un sentido de hogar mucho más profundo y espiritual que está presente conmigo, vaya a donde vaya; y esta lección continuó manifestándose en los años de universidad, durante los viajes al exterior, en mi matrimonio y en todo lo demás.
Al entrar en la universidad, ¿cómo hiciste la transición de un grupo de amigos a otro?
Mis amistades cambiaron radicalmente. Fue una transición realmente fácil y llena de alegrías. Entré a la universidad con un pensamiento totalmente abierto y al terminar, había establecido amistades significativas y duraderas con gente de todas partes del mundo que estaba luchando por definirse espiritualmente, incluyendo al hombre que es actualmente mi esposo. Estas amistades son duraderas porque están basadas en valores y criterios de vida comunes.
¿Cuáles fueron los mayores desafíos que se te presentaron mientras estudiabas o durante tus viajes, y cómo te ayudó a superarlos lo que aprendiste en la Escuela Dominical?
Tuve que superar numerosos y maravillosos desafíos. Uno de ellos se presentó cuando enseñaba inglés en Japón, durante las vacaciones, antes de cursar mi último año de universidad. Partí para Japón en junio, apenas terminaron las clases, sin haber estado en mi casa desde Navidad. Iba a vivir por mis propios medios en una ciudad remota de una isla del sur de Japón, y no hablaba el idioma del país. Una vez más, el verano fue para mí una oportunidad para probar que mi hogar no depende de un lugar en particular ni de un conjunto especial de caras ¡y tampoco de un idioma especial!
La primera mañana desperté en mi "futón" [cama japonesa que se compone de un colchón que durante el día se pliega], en medio de voces, sonidos y olores extraños que venían de la ciudad. Me sentía muy sola. De inmediato recurrí a mi Biblia y a Ciencia y Salud y comencé a leer la Lección-Sermón de esa semana, que se publica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Recuerdo que contenía pasajes específicos sobre el hogar, al igual que sobre la protección que brinda Dios a cada uno de Sus amados hijos. Pensé: "¡Él tiene hijos amados también en Japón!" Este sentido de familia que yo anhelaba, permaneció todo el tiempo conmigo y mi temor se desvaneció. Una vez que alcancé ese punto en mi experiencia, me aferré al hecho de que yo no podía perder de vista, ni ser separada de mi unidad con mi Padre-Madre, Dios. Ese verano estuvo lleno de aventuras y oportunidades, y de una hermosa sensación de hogar que mis amigos y alumnos japoneses compartieron conmigo.
¿Qué consideras que es importante para encontrar a alguien con quien compartir tu vida?
Había pensado mucho acerca de lo que yo sentía que debía ser una relación sólida, bien establecida. Evidentemente deseaba encontrar a alguien que tuviese valores similares, alguien que respetara o se apoyara en las leyes de Dios. También deseaba pasar mi vida con alguien que tuviese un verdadero deleite por la vida y un deseo de conocer una variedad de culturas y personas del mundo. Recuerdo que oraba diariamente para lograr un mejor entendimiento acerca del amor, el matrimonio y las relaciones. Mary Baker Eddy ha hecho algunos comentarios muy profundos acerca de este tema, y disfruté mucho al estudiar el capítulo llamado "El matrimonio", en Ciencia y Salud.
Mi esposo y yo nos conocimos mientras cursábamos el primer año en la universidad, siendo él un estudiante internacional oriundo de Alemania. Durante los cuatro años que cursamos la universidad, se estableció entre nosotros una sólida amistad y decidimos casarnos después de nuestra graduación. Nuestro matrimonio resultó verdaderamente una bendición.
¿Qué pasos diste para elegir tu carrera?
En primer lugar, oré. No fue algo que al despertar una mañana me lo trajeron en una bandeja. En la Escuela Dominical aprendí que cada día era para glorificar a Dios; por lo tanto, cada día podía trabajar en los asuntos de mi Padre-Madre. Este pensamiento me hizo sentir muy bien. Reflexioné mucho acerca de los talentos que podía aportar a un trabajo, y lentamente el panorama se fue despejando. Me inscribí en un programa de postgrado para obtener mi certificado de profesora, y mi trabajo actual de profesora elemental de inglés como segundo idioma, demostró que la elección fue acertada. Pero no me he olvidado de dar gracias a Dios cada día por estar a Su servicio y gobernada por Él. Las carreras son realmente otra oportunidad para poner en práctica las verdades de la Ciencia Cristiana.
¿Por qué te hiciste miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial?
El compromiso con la Iglesia comienza en nuestra atracción y adhesión a la Verdad y su consecuencia natural es hacerse miembro de la iglesia. Nada pudo impedir que me asociara a una Causa que yo apreciaba tanto, y que me había brindado tanto a lo largo de mi vida. Trato de mantener ante mí la meta elevada que me propuse — el compromiso de vivir basándome en los valores espirituales — y por eso es una alegría y una motivación trabajar en una iglesia filial y apoyar las actividades de La Iglesia Madre.
¿Cómo planeas las actividades del día? ¿Cómo estableces prioridades, por ejemplo, para tomar decisiones?
Siempre trato de comenzar el día con un momento de serena unión con Dios, leyendo la Lección Bíblica y orando para saber que mi día está gobernado por Dios y completamente protegida por Su disposición y cuidado. Consulto con Él antes de tomar cualquier decisión, incluso cosas tales como la preparación de la cena. La Mente divina está constantemente comunicando ideas y yo estoy aprendiendo cada día a estar más tranquila y más receptiva a ellas.
¿Te sientes cómoda de compartir la Ciencia Cristiana con los demás?
Me gusta la cita de Ciencia y Salud que dice: "Millones de mentes sin prejuicios — sencillos buscadores de la Verdad, fatigados peregrinos, sedientos en el desierto — esperan con anhelo descanso y refrigerio. Dadles un vaso de agua fría en nombre de Cristo y jamás temáis las consecuencias".Ciencia y Salud, pág. 570. A veces, parece un poco difícil compartir la Ciencia Cristiana, pero he aprendido que esto es resistencia a la Verdad, y como tal lo enfrento, y no cabe duda de que hay mucha gente que está tremendamente ansiosa de conocer la verdad acerca de su relación con Dios. Hace un tiempo que comparto la Ciencia Cristiana toda vez que puedo, tanto con algún compañero de trabajo como con una amiga; a veces, por medio de algunas de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, otras a través de Ciencia y Salud, y otras veces simplemente, con unas palabras de explicación acerca de las leyes de Dios. Ahora bien, plantada la semilla, puede no tener consecuencias inmediatas, pero uno nunca sabe lo que está sucediendo debajo de la tierra. Asimismo, hace poco presidí el comité de conferencias de nuestra iglesia filial, y tuve la maravillosa oportunidad de organizar una charla pública sobre Ciencia y Salud en una librería local. Concurrieron setenta y cinco personas, la mitad de las cuales no eran Científicas Cristianas, y se vendieron todos los libros. La charla fue sobre "millones de mentes sin prejuicios".
¿Has desarrollado o sigues algún credo personal?
Mi credo es: "Vive la Verdad y verás que es parte de la vida en ti y en los demás".
