Mi Esposa Y Yo teníamos muchos deseos de tener un hijo. Y de pronto, un día me di cuenta de que yo, realmente, nunca había orado por esto. Uno de los hechos más significativos de la vida humana ciertamente merece que se ore por él. Cuando comprendí esa necesidad de orar, puse manos a la obra y coloqué mi pensamiento en la perspectiva espiritual apropiada.
Ya sea que alguien esté esperando un bebé, que ya tenga otros hijos, o espere su primer hijo, el recurrir a la oración para comprender más a Dios, la Vida divina, y la creación de Dios, tiene un efecto transformador. El deseo de cambiar nuestra consciencia de un sentido material de la creación a un sentido espiritual, nos brinda el motivo más elevado para orar. Un motivo semejante nos asegura ¡que no le estamos pidiendo a Dios una mayor comprensión de la Vida divina, simplemente, para poder tener un bebé!
Las alegres palabras "estamos esperando un bebé", adquieren un nuevo significado cuando tenemos presente qué es lo que realmente estamos esperando. Por ejemplo, ¿estamos esperando añadir algo a lo que Dios ya ha creado? La Biblia en el libro del Génesis, al referirse a la creación, dice: "Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos". Gén. 2:1. Al interpretar espiritualmente este versículo, de acuerdo con la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy dice: "Así las ideas de Dios en la existencia universal son completas y expresadas para siempre, porque la Ciencia revela la infinitud y también revela la paternidad y maternidad del Amor".Ciencia y Salud, pág. 519. Dios ya lo ha creado todo. Es evidente que a esta creación, ya terminada y completa, nada se le puede añadir. ¿Existe alguna idea, en algún lugar, que el Padre no conozca, ame y proteja? ¿Acaso puede el hombre intervenir y convertirse en la fuente de una idea que ya no esté rodeada del Amor divino? Por lo tanto, es lógico que percibamos que la obra de Dios ya es completa y está intacta. Podemos comprender mejor que cada una de las ideas de Dios ya es completa, y ver a nuestro alrededor, en este preciso instante, una mayor evidencia de lo que Dios, la Vida divina, ya ha creado.
Puesto que Dios es Espíritu y Sus ideas son espirituales, depositar nuestra confianza y expectativas en métodos y manifestaciones materiales, sería apartar el pensamiento de la base real de la creación; sería oscurecer nuestra visión de que el hombre es espiritual. Cristo Jesús, el Mostrador del camino, nunca dio crédito a la idea de que el hombre es carnal. Su nacimiento virginal, un hecho único, reservado exclusivamente para el Salvador, ilustró una realidad fundamental acerca del origen espiritual de todos nosotros. Podemos participar en mayor grado de las lecciones que nos enseña y proteger nuestro pensamiento cuidadosa y constantemente de la mentira de que existe un origen material.
En realidad, existe un solo Padre, el Espíritu. No podemos ocupar el lugar de este Padre divino. Él es la fuente de la vida, porque Él es la Vida misma. Jesús rechazó el concepto de que el hombre es un producto de la carne. Su admonición fue: "No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos". Mateo 23:9. Debemos tomar muy en cuenta las palabras de Jesús y rechazar de una vez y para siempre, el concepto de que nosotros somos la fuente de la paternidad y maternidad. Sin duda alguna, podemos expresar y expresamos las cualidades de un padre y de una madre, las que tienen su origen en el Padre divino, Dios. Pero debemos ir aceptando, con comprensión, que solo Dios es el Padre y la Madre de todos.
Otro concepto que debemos considerar en oración es la propagación. La creencia universal es que el hombre se propaga a sí mismo y que tanto el hombre como lo que él supuestamente propaga, son materiales. Pero el hombre, como creación de Dios, es espiritual; y la creación de Dios no posee en sí misma, ningún poder de propagación propio. ¿Cómo sería posible que la creación pudiese crear? Los hijos de Dios no se multiplican por medio de una propagación material, sino a través del reflejo espiritual. Este reflejo espiritual está controlado por la Mente, que es Espíritu; la materia no posee influencia sobre él.
Cuando pensamos acerca de las cualidades espirituales que el hombre refleja, descubrimos la verdadera sustancia de nuestro ser. La idea de que la materia, un organismo material, es total o parcialmente el hombre, es un concepto erróneo. En la escala de la existencia espiritual, la materia, simplemente, no pesa nada. No tiene poder para multiplicar a las ideas de Dios.
Tan pronto estemos dispuestos a abandonar la creencia de que la materia tiene algún poder de propagación, y que un sentido de sustancia material, sea cual fuere, tiene algo que ver con el hombre, tanto más rápido comenzaremos a discernir las ideas espirituales ya propagadas por Dios. ¿Acaso no podríamos afirmar que la propagación, en su sentido más elevado, es en realidad la revelación a la consciencia de las ideas de Dios ya existentes? Por lo tanto, ya sea que estemos esperando convertirnos en padres o esperando volver a ser padres en un futuro próximo, nuestra función debiera ser esforzarnos por ser receptivos a la revelación, en lugar de considerar que somos la causa de algo. Es evidente que no podemos asumir la responsabilidad de hacer algo que Dios ya ha hecho.
A medida que oré con esas ideas, que comencé a sentir la realidad de la existencia espiritual aquí y ahora, los pensamientos de falsa responsabilidad con respecto a la obra de Dios, comenzaron a desaparecer. El hecho de que cada idea de Dios para Él se manifiesta con plenitud, me causó una profunda impresión y me sentí muy tranquilo sabiendo que Dios tenía todo bajo Su control. Durante todo este tiempo, mi esposa había estado orando para aumentar su comprensión de su relación con Dios, y estuvimos orando juntos para lograr un sentido más claro de hogar y de este modo saber que, en realidad, no era un lugar físico sino la consciencia del amor de Dios. También percibimos más claramente, que las ideas de Dios no son generadas por medio de impulsos físicos, y se produjo un cambio en nuestro pensamiento respecto al Espíritu, como la fuente de todas las ideas. Este cambio de base nos permitió percibir todo aquello que Dios ya había creado. Por lo tanto, no nos sorprendió cuando poco después, mi esposa pudo dar las buenas nuevas.
Sabíamos que era de vital importancia apoyar el período de gestación con los conceptos espirituales más elevados que podíamos aportar. El mundo nos dice que se está formando un organismo material dentro de un espacio material. Podemos desafiar el razonamiento mortal formulándonos la pregunta: ¿Se está formando realmente la estructura material, denominada cerebro, sangre, carne, nervios, huesos? La Sra. Eddy escribe en su libro La Unidad del Bien: "Una molécula, como materia, no está formada por el Espíritu; puesto que el Espíritu es consciencia espiritual únicamente. De manera que esta consciencia espiritual no puede formar nada que sea desemejante a sí misma, al Espíritu, y el Espíritu es el único creador. El átomo material es una falsedad delineada por la consciencia, que sólo puede acumular otras pruebas de consciencia y de vida, agregando una mentira a otra mentira".Unidad, págs. 35–36.
El hombre no se encuentra en la materia, y no debemos dar lugar en el pensamiento a la mentira de que un niño está compuesto de muchas moléculas que convergen en un organismo material. Podemos adoptar una posición mental firme en apoyo de la verdad del ser, sin darle lugar a la mentira. La verdad es que un niño es una expresión espiritual individual formada por el Espíritu, Dios, alimentada por Su amor, impulsada por Su poder y totalmente a salvo en Sus brazos. Ésta es la eterna realidad de la existencia espiritual.
Es natural que disfrutemos de las pequeñas cosas como el pataleo de las piernitas, pero es importante percibir que la identidad del niño y de todo lo que lo rodea es totalmente espiritual. Cuanto más claro resulte esto para nosotros desde un principio, mejor equipados con una perspectiva espiritual, poder y libertad nos encontraremos en el momento del parto. Pondremos el nacimiento al cuidado del Amor divino, esperando no tanto la aparición de un mortal, sino la manifestación ante la vista humana, de una individualidad espiritual ya completa.
La vida y la mente de un niño no son en realidad el resultado de un proceso material, ni se encuentran dentro de un cuerpo mortal. Debido a que es una formación de Dios, el niño procede directamente de la fuente divina, como una idea espiritual completa. No posee vida ni mente separadas de Dios.
Es importante estar alerta para no permitir que puntos de vista que proceden de una educación material, reemplacen nuestro conocimiento más elevado de que Dios está en control en todo momento. Por muy bien intencionados que sean o el énfasis con que sean declarados, los puntos de vista basados en la suposición de que el hombre es un mortal, no deberían hacer vacilar nuestra absoluta confianza en el perfecto gobierno y cuidado del Padre. Cuando se nos piden muestras de sangre, recuento del porcentaje de hierro, información sobre nuestro peso y otros datos materiales de esa índole, la oración puede ayudarnos a contar con la libertad necesaria para seguir adelante y proporcionar a los médicos y a las parteras lo que ellos necesiten, cuando hay disposiciones o leyes que así lo requieran. Pero al mismo tiempo, podemos afirmar para nosotros mismos, que bajo ningún concepto se pueden mezclar las convicciones y medios espirituales con los métodos materiales.
Hay dos palabras que son importantes aquí: compromiso y concesión. Es interesante notar que la Sra. Eddy en sus escritos jamás mencionó que uno debiera asumir un compromiso con los métodos materiales. No obstante, menciona las concesiones que hizo Jesús. En Ciencia y Salud, ella escribe: "Las concesiones de Jesús (en ciertos casos) a los métodos materiales eran para el adelanto del bien espiritual".Ciencia y Salud, pág. 56. La época en que vivimos, está aún en la infancia en lo que respecta a la percepción de la verdad espiritual, y podemos estar tranquilos de que los pasos humanos o las pruebas que se nos exigen, se pueden considerar como concesiones a la época y no como compromisos de nuestras convicciones más sinceras. Cuando Juan el Bautista expresó sorpresa de que Jesús viniese a él para ser bautizado, Jesús dijo: "Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia". Mateo 3:15. Por otra parte, la Sra. Eddy indica que las concesiones de Jesús eran "en ciertos casos". Nuestro amor y genuino aprecio por todos los que se esfuerzan por ayudarnos de la mejor manera que saben hacerlo, es una oración continua, y ésta nos mostrará cuándo las concesiones son apropiadas y cuando no lo son y podemos tener confianza en que la paciencia y la compasión que estamos expresando, acelerará el bien espiritual en lugar de comprometerlo.
Nuestro contacto con los que practican la profesión médica, puede convertirse en un momento de mejor entendimiento mutuo, y les dará la oportunidad de ver la verdad espiritual en acción. Durante el período previo al nacimiento de nuestra hija, se presentaron ciertas evidencias que, si bien nosotros no lo sabíamos, las parteras las consideraron como "complicaciones". Debido a esas complicaciones, se establecieron normas y límites muy estrictos para el desarrollo del parto. Las primeras etapas del parto debían comenzar a una hora determinada, la etapa más avanzada también debía comenzar a una hora determinada y así sucesivamente. Ante cada nuevo ultimátum, yo estaba absolutamente seguro de que si eso era lo que ellos necesitaban ver, lo verían. Pero yo sabía que ésas no eran las exigencias de Dios. Él conoce únicamente la acción armoniosa que siempre tiene lugar exactamente tal como corresponde y en el preciso instante en que corresponde. Por otra parte, la vida de esa criatura no dependía de ningun proceso de movimiento material.
Cada etapa se cumplía dentro de un margen de tiempo lo suficientemente amplio como para dejar satisfechas a las parteras y convencerlas de que todo estaba normal. Ellas sabían que mi esposa y yo éramos estudiantes de la Ciencia Cristiana, y el poder sostenedor y protector de esta Ciencia se manifestó ampliamente ante la vista de todos. Las últimas horas del trabajo de parto, previo al nacimiento, estuvieron tan llenas de la fuerza y calma provenientes de Dios, que pudimos hacer frente a cada necesidad recurriendo solamente a Él sin ayuda de la partera a cargo del caso. De hecho, esta partera aunque se mantenía atenta a nuestras necesidades, se pasó la mayor parte del tiempo en otra habitación leyendo el diario, y comentaba que si todas las parejas llevaran a cabo el trabajo de parto de la manera en que lo hacíamos nosotros, ella se quedaría sin trabajo. Otra bendición inesperada fue que la Lección Bíblica de esa semana, contenida en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, tenía una sección que se refería específicamente al nacimiento. Esto brindó un impulso espiritual al proceso y fue una señal poderosa del cuidado siempre presente de Dios.
Dios está realmente con nosotros, en todo momento, y estuvo en cada instancia del parto. Nuestro privilegio es mantener permanentemente en nuestro pensamiento la perspectiva espiritual que percibimos mediante la oración. A través de nuestro estudio consagrado de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, podemos tener la certeza de que nuestro punto de vista acerca de la naturaleza de la creación de Dios, continuará ampliándose incesantemente. Cuando recordamos que Dios, que es la Vida de todos, gobierna todo aspecto de la experiencia, desde la concepción hasta el nacimiento — y después también —, todo aquello que debemos enfrentar recibe los cuidados necesarios con rapidez y total seguridad.
