A comienzos de 1899, Mary Baker Eddy recibió una carta de un alumno que había integrado una de sus clases once años atrás. Le escribió que había servido como Lector en su filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y procedió a dar más detalles sobre todo el tiempo y el esfuerzo que había dedicado a la curación desde que tomó la clase de instrucción dictada por la Sra. Eddy, agregando que estaba "todavía trabajando para obtener el gran Premio de poder ponerse 'el vestido de boda'". Documento de la Historia de la Iglesia: Walther 583CH007, Departamento de Historia de La Iglesia Madre. Además expresó el deseo de participar en otra de sus clases. En respuesta la Sra. Eddy escribió sobre ese "vestido de boda":
Es tener primeramente el deseo por encima de todo de ser semejante al Cristo, de ser tierno, misericordioso, de olvidarse de sí mismo y preocuparse por la salvación de los demás. Es ser moderado, humilde, puro, por lo cual el apetito y las pasiones cesan de reclamar su atención y no lo desalientan de esperar en Dios. Espere que sus sinceros anhelos de ser bueno sean puestos a prueba y busque con su oración diaria que lo Divino le enseñe. Si continúa pidiendo, recibirá, siempre que cumpla con lo que debe hacer por usted mismo para ser así bendecido. Leer o escuchar mis enseñanzas sobre las verdades de la Ciencia Cristiana no hará por usted lo que esta búsqueda, este saber y practicar honestos pueden hacer por usted. Anímese, no puede buscar sin encontrar. Documento de la Historia de la Iglesia: L07610.
El vestido de boda es un término que Jesús primero había usado en una parábola sobre los que fueron invitados por un rey a la fiesta de bodas de su hijo, a la cual "muchos son llamados, y pocos escogidos". Véase Mateo 22:1-14. En su Mensaje a La Iglesia Madre para el año 1900, la Sra. Eddy escribió: "Hoy habéis venido a la fiesta del Amor, y os arrodilláis ante su altar. ¡Ojalá tengáis puesto un vestido de boda nuevo y viejo, y que el toque del borde de este vestido sane al enfermo y al pecador!"Mensaje para el año 1900, pág. 15. La Sra. Eddy estaba hablando por experiencia personal. Hacía muchos años le había dicho a la asociación de sus alumnos: "Una de las mejores curaciones que hice jamás, fue evidentemente bajo las circunstancias más adversas. Había pasado todo un año trabajando árdua e incesantemente en el [manuscrito] de mi libro, Ciencia y Salud, y lo puse en manos de un impresor para que lo publicara, quien, averigüé, había consentido que se lo quitaran, y así me vi obligada a volver sin él, vestida con el cilicio de la desilusión. Un alumno pronto me llamó para que lo ayudara en el caso de un moribundo. Me puse el vestido de boda inmediatamente y sané el caso en veinte minutos". Asociación de Científicos Cristianos, 17 de enero de 1883 Historia de la Iglesia. Véase también el libro de Clifford p. Smith, Historical Sketches (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1992), pág. 166.
En la Sra. Eddy "el deseo por encima de todo de ser semejante al Cristo" era constante. Su habilidad para sanar permaneció intacta durante toda su vida. Clara Shannon, una querida trabajadora durante los últimos años de la década de 1890 en Pleasant View, la casa de la Sra. Eddy, es prueba viviente de ello. En cierta ocasión Clara se enfermó gravemente y para no causar problemas a la Sra. Eddy, se fue a la casa del Sr. Ezra M. Buswell y su esposa, que vivía cerca, y quienes la ayudaron a llegar a la cama y oraron sinceramente por ella. Sin embargo, la enfermedad de Clara continuó empeorando hasta que parecía que su muerte era inminente. A esta altura vino la Sra. Eddy en su carruaje a casa de los Buswell. Al enterarse de la situación, le dijo a la Sra. Buswell que fuera a decirle a Clara que no tenía que tener temor, el Amor divino estaba con ella, y que ella, la Sra. Eddy, estaba orando por ella. El efecto fue inmediato, y cesó el sufrimiento. Entonces Clara se quedó dormida y a la mañana siguiente se levantó, se vistió, tomó su desayuno y se fue caminando a Pleasant View completamente sana. Recuerdos de Clara Shannon, Historia de la Iglesia. No muchos meses después de esto, la Sra. Eddy sanó a otra integrante del personal de su casa, la cocinera, Lydia B. Hall, de la misma enfermedad. Documento de la Historia de la Iglesia: L11198. Pero el pensamiento de la Sra. Eddy no se limitaba a su hogar. Estaba profundamente comprometida en las actividades de Concord, New Hampshire, de su comunidad, de su hijo y su familia que vivían en Dakota del Sur, y especialmente en las de su Iglesia de Boston, Massachusetts.
La Sra. Eddy hizo construir una casa nueva para su hijo y se la obsequió como regalo de Navidad. Asimismo supervisó la educación de sus nietos y les pagó escuelas privadas. En Concord, New Hampshire, donde vivía en ese entonces, les regaló zapatos a todos los niños pobres de la ciudad. Además inició la pavimentación de las calles de Concord y contribuyó financieramente a este proyecto. En conexión con este último acto de caridad, ocurrió un incidente destacable. Varios años después de lo sucedido, un estudiante le escribió a la Sra. Eddy:
Ayer escuchamos un espléndido testimonio en Primera Iglesia [Chicago]. Un hombre, que dijo que había sido actor, se enfermó, se sentía abatido, desilusionado, sin un Dios, y de lo más abandonado en el mundo; una noche entró de casualidad a una conferencia [de la Ciencia Cristiana]; la escuchó, le interesó, después le escribió al Conferenciante, y al escuchar que podría encontrar al Dios verdadero, consiguió el libro de texto [Ciencia y Salud]; y a pesar de que le ofrecieron un buen empleo, no lo aceptó y se fue a Concord, consiguió un trabajo en la construcción de la calle Pleasant, donde podía verla a usted pasar todos los días en su carruaje, y si bien era un trabajo muy pesado para un actor, no acostumbrado a usar el pico y la pala, realmente disfrutó de su trabajo, sanó, se convirtió completamente, ha conocido a Dios desde entonces y no cambiaría por nada lo que ha aprendido con sus enseñanzas. Documento de la Historia de la Iglesia: L09748.
En el margen superior de esta carta la Sra. Eddy escribió de su puño y letra: "Caso de curación que hice en la calle, persona desconocida". Incidentes como éste eran muy comunes. En otra ocasión durante este período, Marie Chalmers Ford, quien era bastante nueva en la Ciencia Cristiana y que había estado visitando a su hermano en New Hampshire, fue a Concord antes de regresar a su casa en Ohio. Le escribió a la Sra. Eddy sobre lo sucedido:
Al acercarse la fecha de mi partida [de casa de mi hermano] me enfermé tanto que apenas podía caminar, con mucho dolor, y parecía que no podría viajar o no podría hacerlo sola. En esos momentos me estaba aferrando a esta declaración de Ciencia y Salud, en la página 494: "El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana", y me encontré en el tren rumbo a Concord. Cuando llegué fui directamente al Hall de la Ciencia Cristiana [una combinación de iglesia y Sala de Lectura] y me informaron que estaba por pasar su carruaje. Me senté a leer junto a una ventana pero los dolores seguían siendo tan intensos que apenas podía ver las páginas. Muy pronto alguien se me acercó para decirme en voz baja que su carruaje se aproximaba. Naturalmente que sólo esperaba verla pasar, pero en cambio usted se detuvo casi directamente frente a la ventana abierta donde yo me encontraba. Alguien de la Sala se le acercó y habló con usted por unos minutos. Muchas veces durante esos minutos usted miró hacia la ventana en que yo estaba y me miró directamente a los ojos. Usted se fue y yo me puse de puse en perfecto estado de salud. No quedó ni el más mínimo rastro del dolor o sufrimiento que había padecido de día y de noche durante casi una semana. Recuerdos de Marie Chalmers Ford, Historia de la Iglesia.
En el sobre de esta carta, la Sra. Eddy escribió: "Yo realicé esta curación".
En junio de 1899, la Sra. Eddy viajó a Boston para hablar en la Asamblea Anual de La Iglesia Madre.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, págs. 131-133. Ese año se reunían en el Templo Tremont por la gran cantidad de concurrentes. La Sra. Eddy les dijo a sus oyentes que la exigencia especial de la hora era "el cumplimiento del Amor divino en nuestra vida..." Continuó diciendo: "El Amor divino ha fortalecido la mano y alentado el corazón de cada miembro... El Amor divino nos ha abierto la puerta la Hermosa, donde podemos ver a Dios y vivir...
"El Amor divino también reprenderá y destruirá la enfermedad, y destruirá la creencia de que hay vida en la materia... El Amor divino es nuestro único médico, y jamás pierde un caso. Venda a los quebrantados de corazón; sana el cuerpo débil, cuya cabeza entera está enferma y cuyo corazón desfallece..." Como era habitual cuando la Sra. Eddy hablaba en público, se produjeron curaciones.. Una de ellas se publicó en el Christian Science Sentinel:
Me desperté una mañana con un dolor tan intenso que me costó un gran esfuerzo levantarme. No pude tomar el desayuno y después de trabajar [orar] por una hora, sentí alivio pero el problema continuó. Normalmente hubiera pensado que era prudente no salir, pero era tan grande mi deseo de estar presente en la reunión y de escuchar a nuestra Guía, que me levanté, me vestí y fui al Templo, sintiendo que oiría de sus labios la palabra de curación y fortaleza que necesitaba. No fui desilusionada. Mientras hablaba la Sra. Eddy, el dolor disminuyó y después me olvidé de él completamente hasta que más tarde, durante los servicios, me di cuenta de que todo sentido de discordancia se había desvanecido. No solo eso, sino que por muchos meses después estuve mejor y más fuerte, realicé una mejor labor sanadora para mis pacientes, y experimenté un grado extraordinario de libertad espiritual y mental.Sentinel, 16 de enero de 1902, pág. 321.
Al año de este discurso la Sra. Eddy le escribió a una de sus alumnas: "Nuestras iglesias surgen espontáneamente de la tierra de cultivo de la curación, pero sé que un sanador precisa todo su tiempo para ocuparse mejor de sus pacientes. El elevar la mente por encima del dolor, la enfermedad y la muerte, es una tarea muy absorbente, y cuando estaba en la práctica no me podía ocupar de nada más". Documento de la Historia de la Iglesia: L04317.
No obstante, desde agosto de 1899, la Sra. Eddy concentró mucha de su atención en algo que ella jamás hubiera escogido. Una ex alumna le entabló juicio por difamación. La Sra. Eddy sabía que las acusaciones en su contra no tenían fundamento, y durante dos años estuvo muy involucrada en su propia defensa legal. Continuamente aconsejaba a sus abogados sobre cómo proceder, y dio instrucciones específicas durante todo este período a quienes había elegido para que oraran por el caso. Uno de los alegatos más absurdos de la alumna disidente en esa época fue que la Descubridora de la Ciencia Cristiana nunca había sanado a nadie. Como resultado de la evidencia presentada, el juicio se decidió en favor de la Sra. Eddy. Durante este juicio ella fue inspirada a escribir el poema "Satisfecho", que empieza: "Tu suerte no importará si guía Amor..."Poems, pág. 79.
La Sra. Eddy aconsejaba a otros, inclusive a su propio hijo, contra la instigación de juicios legales. Le escribió a un estudiante en agosto de 1900:
Me he enterado de algo que me causa mucha pena; deseo enterarme de que su frívola disputa legal se ha resuelto amigablemente. Bien sabe que las Escrituras dicen que un hermano no debe enjuiciar a otro hermano, y eso ante no creyentes. Perdone, sea generoso, manso y semejante al Cristo, de lo contrario no puede ser un Científico Cristiano. Documento de la Historia de la Iglesia: L14525.
En enero de 1901, la Sra. Eddy realizó un ajuste significativo en el gobierno de La Iglesia Madre cuando hizo a La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana la única responsable de tramitar los asuntos de la Iglesia. Hasta ese momento, un grupo selecto de miembros también tenía deberes limitados, aunque la Sra. Eddy gradualmente había ido disminuyéndolos. Unos años antes había escrito una carta de amonestación que fue leída en una reunión de miembros de la iglesia: "¿Cuándo llegará el momento en que todos los miembros de esta iglesia, que están bajo disciplina estricta, se comporten como Científicos Cristianos y no se les tenga que poner chalecos de fuerza para impedir que se peleen en el cilicio de esta hora solemne?" Documento de la Historia de la Iglesia: L00155. En junio de 1901, la Sra. Eddy le escribió a una alumna: "La sabiduría es una tercera parte de la Ciencia Cristiana, los otros dos tercios los ocupa el Amor". Documento de la Historia de la Iglesia: L08043.
En una ocasión, después de revisar una conferencia sobre Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy le escribió a su autor: "... carece de esa atracción del Amor que llega al corazón. Querido mío, cultive esa tierna emoción, tenga una célula menos en el cerebro y una fibra más en el corazón, en usted mismo, y eso hará mucho por sus conferencias y por la curación de los enfermos". Documento de la Historia de la Iglesia: L03744. Joseph I. C. Clarke, My Life and Memories (1915), pág. 337. Parte de esta entrevista se publicó en Miscellany, págs. 341-346.
A fines de abril de 1901, la Sra. Eddy le concedió al periodista de un diario la oportunidad poco común de entrevistarla. Cuando se le preguntó: "¿En qué se basa la Ciencia Cristiana?", ella respondió: "Puedo decirle en qué basé mi concepto de religión y en qué, en cuanto a lo que a mí respecta, he establecido los cimientos de la Ciencia Cristiana: Los Diez Mandamientos, el Salmo noventa y uno, el Sermón del Monte, la revelación de San Juan el Divino".
La Sra. Eddy aprendió de la Biblia a usar el "vestido de boda" del Amor divino. Su "deseo por encima de todo de ser semejante a Cristo" la capacitó para sanar como lo hacía Jesús.
