No importa cuántas veces vemos un amanecer, siempre nos despierta admiración. El astro rojo surge en el horizonte en un nuevo comienzo. En lo que a mí se refiere, esta hermosa vista borra al menos por un instante cualquier pensamiento de que éste sea simplemente un día más.
A menudo la inspiración espiritual surge como el amanecer, pero a diferencia de los primeros rayos del día — que brindan una intensa pero pasajera sensación de frescura a una habitación o al paisaje — la inspiración espiritual perdura. Se extiende y purifica nuestra comprensión del hombre y de la existencia. Un gran bien conmueve nuestra consciencia y desarrolla una mayor percepción de lo que es real y de lo que somos en realidad.
Recientemente “desperté” a ese amanecer espiritual mientras pensaba en mi trabajo y en los móviles que me impulsaban a trabajar.
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