Una Reciente Serie en los medios de comunicación acerca de relatos desgarradores relacionados con los niños, los presenta como autores así también como víctimas de atrocidades. Seguramente, ninguno de nosotros puede dejar de sentir que deben tomarse medidas concretas para proteger a los niños de los males de la sociedad. Y es cada vez más evidente que los sistemas tradicionales de justicia no brindan una respuesta definitiva.
¿Cómo podrían los limitados recursos materiales ser adecuados para defender a los niños en todo lugar y momento de la noche y el día, en contra de las innumerables formas del mal a las que están expuestos?
A veces la necesidad que tiene el mundo de tener un Dios omnipotente, omnisapiente y del todo amoroso que es Espíritu, es demasiado obvia para ser ignorada. ¿Dónde sino en la infinitud del Espíritu puede hallarse la defensa ilimitada, constante y poderosa que buscamos?
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