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Conscientes de las promesas de Dios

Del número de marzo de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Reciente Serie en los medios de comunicación acerca de relatos desgarradores relacionados con los niños, los presenta como autores así también como víctimas de atrocidades. Seguramente, ninguno de nosotros puede dejar de sentir que deben tomarse medidas concretas para proteger a los niños de los males de la sociedad. Y es cada vez más evidente que los sistemas tradicionales de justicia no brindan una respuesta definitiva.

¿Cómo podrían los limitados recursos materiales ser adecuados para defender a los niños en todo lugar y momento de la noche y el día, en contra de las innumerables formas del mal a las que están expuestos?

A veces la necesidad que tiene el mundo de tener un Dios omnipotente, omnisapiente y del todo amoroso que es Espíritu, es demasiado obvia para ser ignorada. ¿Dónde sino en la infinitud del Espíritu puede hallarse la defensa ilimitada, constante y poderosa que buscamos?

El Dios único, el Principio divino, es incapaz de negarse a brindar un cuidado perfecto a toda Su creación. ¿Pero por qué sentimos a veces que nos es negado?

La Sra. Eddy habla sobre este tema en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Ella escribe: “Si somos cristianos en todo lo que respecta a la moral, pero estamos en tinieblas en cuanto a la inmunidad física que el cristianismo incluye, entonces debemos tener más fe en Dios en ese respecto y estar más conscientes de Sus promesas”.Ciencia y Salud, pág. 373.

¿Qué significa entonces estar “conscientes de Sus promesas?” Significa volverse más conscientes de las leyes infalibles de Dios, el bien infinito, y especialmente de lo prácticas que son en cualquier situación.

La apatía, o el no estar conscientes de las promesas de Dios, podría tomar la forma de una fe ciega, o un mero “pensar positivo”, o la dependencia en métodos materiales para resolver problemas. Estos rumbos tienden a encaminar a la humanidad en una dirección marcada por el desaliento y la desesperación, ciertamente alejada del reconocimiento de que Dios lo rodea todo y es capaz de corregir cada problema.

¿Cómo podemos lograr la “conscientización”? El consejo mejor intencionado de tener una vida espiritualmente animada, es por lo general insuficiente para superar la resistencia inicial de la mente carnal a confiar por completo en Dios. La consciencia espiritual es despertada a través del estudio sistemático y disciplinado de la Ciencia del Cristo. La Sra. Eddy escribe: “Solo por la iluminación del sentido espiritual puede arrojarse sobre esta Ciencia la luz de la comprensión, porque la Ciencia invierte el testimonio de los sentidos materiales y da la interpretación eterna de Dios y el hombre”.Ibid., pág. 461. El pensamiento que está constantemente colmado de las verdades de la omnipotencia de Dios no puede ser persuadido fácilmente por la sugestión de que algunos males del mundo no se pueden resolver.

¿Cómo puede dicha confianza ayudarnos específicamente a usted y a mí a “hacer algo” por los niños del mundo?

Como pequeño ejemplo, me sentí frustrada cuando el comportamiento de dos niños en los edificios de departamento en que yo vivo, se volvía más y más destructivo. Era obvio que los otros vecinos estaban reaccionando también. Sacudidas de cabeza y miradas de resentimiento acompañaban predicciones de cual sería el resultado si se les permitía continuar con lo que estaban haciendo.

Los chicos parecían estar totalmente sin supervisión y fuera de control. La familia era de otro país y los chicos hablaban poco inglés, su madre prácticamente nada. Ella se mantenía decididamente retraída y al padre no se lo veía por ningún lado. (“¡Ahá, ahá!”, yo casi podía oír a la sociedad decir, “otra familia discordante. ¿Qué esperanza puede haber?”)

Ellos no son mis hijos, argüía yo conmigo misma. ¿Qué se supone que debo hacer? Estando alerta a mi deber de ejercitar el dominio espiritual sobre toda discordia, recurrí humildemente a las promesas de Dios que se encuentran en la Biblia y en Ciencia y Salud.

Mi estudio me ayudó a ver que “El control de la Mente [Dios] sobre el universo, incluso el hombre, ya no es una cuestión discutible, sino Ciencia demostrable”.ibid., pág. 171. Esta declaración destaca vigorosamente la promesa de Dios en la Biblia, “no te dejaré, ni te desampararé”. Josué 1:5 Estudié las definiciones de desamparar en el diccionario, que incluyen “renunciar” y “abandonar,” y este versículo en la traducción en The New English Bible: “Lo que mi mano sujeta, nadie lo puede arrebatar”. Isa. 43:13.

Comprendí que Dios nos está sujetando fuertemente; Él es quien mantiene la identidad espiritual y perfecta de cada uno de nosotros. Él no descuida a nadie, no deja a ninguno vulnerable al mal. Afirmé a menudo en silencio que el hombre, de acuerdo con la Ciencia del Cristo, tiene todo el derecho de recibir la protección divina. No existe ningún poder opuesto a la ley del bien. Afirmé con renacida convicción que siempre se puede confiar en Dios. El provee la debida supervisión cuando y donde sea necesaria, para cada uno de Sus hijos.

A medida que oraba de este modo durante varios meses, vi cambiar la situación. Alguien que parecía haber estado ejerciendo una influencia nociva sobre los chicos inesperadamente se mudó. Y estuve agradecida al ver la ayuda que otros ofrecían. El director de una escuela primaria que residía en nuestros departamentos se interesó en los chicos, y él y otro joven vecino soltero fueron una clara y eficaz expresión de la paternidad de Dios, iniciando actividades más constructivas para los jóvenes. La madre también salió de su aislamiento cuando un grupo de tías y primos llegaron a visitarlos de su tierra natal por algunas semanas, amadrinando con gozo a todos en derredor. Y nosotros los vecinos pudimos conocer y apreciar a todos ellos. Luego los chicos comenzaron la escuela y su madre se inscribió en clases de inglés para adultos.

Hasta el padre de los chicos aparecía de vez en cuando, en una ocasión trayendo bicicletas para los chicos y la madre. La madre y los jóvenes de allí en más pasaron muchos momentos felices haciendo cortas excursiones juntos en bicicleta. Yo llegué a atesorar mis propios encuentros con los chicos como preciosas oportunidades de compartir con ellos algunas de las formas en que podían esperar recibir la ayuda divina cuando tenían alguna necesidad.

!Qué eficaz es el reconocimiento de nuestra hermandad como linaje de un Dios universal! Puede lograr maravillas no solo para nosotros sino ayudar a otros de cualquier edad o formación cultural. Los signos inequívocos del cambio que se produjo en este caso aumentaron mi certeza de que toda adversidad se puede superar.

Las Escrituras nos hablan de leyes inquebrantables, tan inmutables como Dios mismo. El estudio y aplicación de estas leyes están capacitando a individuos en casi todas partes del mundo a comprobar la “inmunidad física” que incluye el cristianismo, aun donde el ambiente parece caótico y espantoso.

De las muchas maneras de sentirse “conscientizado,” una de las que brinda más satisfacción es la certeza de que todos los días somos capaces de hacer una diferencia significativa en la condición humana. No cumplir esta promesa puede tomar la forma de leer sin interés las Escrituras (sin ser inspirado por el estudio de ellas), oraciones repetitivas, y un estado de pensamiento vago y abstracto que no tiene el valor de tomar una posición firme a favor de la Verdad.

El poner todas nuestras energías para ayudar a satisfacer las necesidades humanas desde una base espiritual inevitablemente eleva nuestro propio sentido de utilidad y vitalidad. El obsequio que Dios nos dio de tener una existencia espiritual, es nuestro hoy. El hecho es que no debemos perder ni una sola oportunidad de estar más y más conscientes de las promesas ya cumplidas de Dios.

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