Conocí La Ciencia Cristiana cuando era una jovencita y muy pronto tuve mi primera curación.
Caminaba sola hacia mi casa una tarde cuando un amigo se ofreció a llevarme en su auto. Fue después que subí al auto que me di cuenta de que estaba ebrio. Ya estaba oscureciendo y cuando paramos en un semáforo, mi amigo comenzó a discutir con los jóvenes del auto que se había parado junto a nosotros. Ellos se enojaron tanto que nos persiguieron hasta que salimos de los límites de la ciudad. Luego nos pasaron y cuando alcanzaron suficiente distancia delante de nosotros, dieron la vuelta y se dirigieron directamente contra nuestro auto. Miré el velocímetro y me di cuenta de que íbamos a 135 kilómetros por hora y aún estábamos acelerando. Me puse a gritar a todo pulmón pidiéndole a mi amigo que parara, pero no podía razonar con él porque estaba demasiado enojado para escucharme.
Ahora yo sé que me conmocioné. No sé si salté del auto o si la puerta se abrió, pero caí en el pavimento y di varios tumbos. Los dos conductores pararon sus autos y mi amigo me levantó y me llevó a la sala de emergencias de un hospital. Cuando llegamos al hospital yo estaba consciente, pero incoherente. Tenía una hemorragia interna. Hablaba, aunque no lo recuerdo. Les dije quién era y llamaron a mi papá, quien fue inmediatamente al hospital.
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