El Mundo Anhela el poder redentor y sanador del Cristo, la Verdad. Sin embargo, ese mismo mundo fatigado, a pesar de su sufrimiento, a veces parece indiferente, frío, hasta hostil hacia su libertador.
En el libro de Marcos, leemos que el gadareno que tenía un “espíritu inmundo”, clamando a gran voz dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?... no me atormentes”. Véase Marcos 5:1–15. Este sufriente con una “legión” de demonios, incluso había sido encadenado, pero luchó para liberarse de las cadenas, y las cortó. Evidentemente el gadareno necesitaba curación, y Jesús lo sanó a pesar de la resistencia.
Con frecuencia, quienes están muy necesitados se resisten, se oponen, a la verdad de la realidad espiritual que los liberaría. ¿Por qué? Una razón podría ser que algunas personas creen que los errores que aparentan dominarlos son una parte permanente de ellos, y no simplemente una falsa imposición de la mente carnal. Es probable que teman perder su identidad si algún pecado o discordia es descubierto y reprendido. Se sienten amenazados por la influencia del Cristo.
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