Las Cosas Buenas no ocurren por casualidad, ni milagrosamente. Son la manifestación natural del gobierno de Dios sobre el hombre, el resultado de la constante acción de Su ley del bien. Es muy lógico que esperemos que el bien se revele con inteligencia en nuestra experiencia, de acuerdo con la ley divina. El hecho espiritual es que Dios, el bien siempre presente, guarda y guía a cada uno de Sus amados hijos, dándoles todo lo que necesitan. Por lo tanto, cuando llega el momento de buscar un empleo o nuestro camino en la vida, no hay razón alguna para desalentarnos o perder las esperanzas. Dios tiene un propósito especial para cada uno de Sus hijos, que nos hará sentir completamente realizados.
Dios, la Mente divina, no tiene favoritos, dándole propósito y oportunidades a unos y a otros no. Si las cosas no salen como deseamos o esperamos en nuestra búsqueda del trabajo adecuado, eso no significa que Él se ha olvidado de nosotros, que nos está castigando o que ha perdido el control de alguna parte de Su universo. Tal vez necesitemos tener más confianza en Su ley perfecta y estar dispuestos a dejar de lado nuestra voluntad y nuestra idea de cómo deben hacerse las cosas.
Quizás las cosas no estén sucediendo tan rápido como nosotros pensamos que deberían ocurrir. Podemos estar alertas para no permitir que la impaciencia se apodere de nosotros y nos haga dar pasos que más tarde deberemos desandar. Confiados en el buen propósito que Él tiene para con nosotros, podemos protegernos contra las sugestiones desalentadoras, tales como "tanta gente está desempleada, ¿cómo voy a conseguir un trabajo?" Podemos recordar que nuestro empleo es responsabilidad de la ley divina y, por lo tanto, por ser Sus hijos, Él nos bendice abundantemente.
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