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La autoridad y la curación

Del número de agosto de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Debe De Haber sido maravilloso presenciar un acontecimiento como éste! Un oficial del ejército le había pedido ayuda a alguien. Primeramente, este oficial había enviado a un grupo de ancianos del país que su ejército estaba ocupando, a que rogaran a este hombre para que viniera en su ayuda. Sin embargo, el hombre que él buscaba no tenía ningún rango oficial ni ocupaba ningún cargo político. Era un maestro religioso itinerante que había estado predicando recientemente en esa región.

Este hombre había estado hablando abiertamente acerca del reino de Dios y anunciando a la gente la buena nueva de que el reino de los cielos "se ha acercado". Había estado enseñando acerca de la relación del hombre con Dios. Algunas personas decían que cuando él predicaba y enseñaba, lo hacía "como quien tiene autoridad". Mateo 7:29. También sanaba. Y era la habilidad sanadora de este hombre lo que el oficial necesitaba.

Este relato se encuentra en el Nuevo Testamento. En el Evangelio según Lucas leemos que el oficial, un centurión romano, en realidad no estaba buscando ayuda para sí mismo, sino para un siervo suyo, Véase Lucas 7:1–10. a quien él quería mucho, y que estaba gravemente enfermo. De hecho, se pensaba que ya no le quedaba mucho tiempo de vida. El maestro y sanador que había llegado a la ciudad donde vivían, Capernaum, era Cristo Jesús.

Todo poder sanador proviene entera y directamente de Dios, la Mente suprema que todo lo sabe, el Espíritu omnipotente.

Cuando los ancianos judíos se acercaron a Jesús en nombre del centurión, y le pidieron que fuera con ellos a su casa y "sanara al sirviente", primero le hablaron a Jesús acerca del espíritu noble del Romano: "Es digno... porque ama a nuestra nación y nos edificó una sinagoga.

Jesús tuvo compasión y fue con ellos a la casa del centurión. Cuando estaban cerca de la casa, algunos amigos del oficial recibieron a Jesús con un mensaje. Las palabras que se les ordenó decir fueron específicas: "Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano".

El mensaje del centurión reflejaba honestidad y humildad. También expresaba una profunda fe que Jesús reconoció públicamente. Y las palabras finales del centurión reconocían sin lugar a dudas, el poder que la autoridad confirmaba; en este caso fue el poder sanador de la autoridad espiritual. El mensaje del centurión concluyó de esta manera: "Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace".

Esta demostración de fe pura y el reconocimiento de la autoridad divina, fue todo lo que Jesús necesitó saber acerca de este caso. El siervo sanó de inmediato. "Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo".

El comprender la relación que existe entre la autoridad y la curación, es importante tanto para el que busca la curación como para el sanador. Todo poder sanador proviene entera y directamente de Dios, la Mente suprema que todo lo sabe, el Espíritu omnipotente. Cuando comprendemos que el hombre de Dios naturalmente expresa la intuición, la perspicacia y la sabiduría espirituales de la Mente, entonces estamos preparados para percibir la verdad específica en cualquier caso de enfermedad. Esta verdad acerca de Dios y el hombre pone al descubierto y destruye cualquier mentira acerca de la creación de Dios que haya producido una enfermedad o que constituya la enfermedad misma. La Ciencia del Cristo demuestra que la enfermedad es una mentira en todos los aspectos de su supuesta existencia. Percibir que nuestra verdadera naturaleza es expresar la inteligencia de la Mente eterna en vez de manifestar la ignorancia de la llamada mente mortal o mente carnal, abre nuestro pensamiento para recibir con confianza el mensaje del Cristo que sana, ya sea que estemos orando por nosotros o por los demás.

Asimismo, la comprensión de que el hombre naturalmente expresa la omnipotencia del Espíritu infinito, nos capacita para manifestar, aquí y ahora, el sentido espiritual y las cualidades espirituales que son la esencia·misma de nuestro ser. Estas cualidades espirituales no están expuestas a la debilidad, lesiones, deformación o limitación de ninguna clase. Las capacidades espirituales del hombre reflejan fortaleza y perfección, libertad infinita y pureza. Cuando percibimos esta realidad espiritual y fundamental de nuestra sustancia y naturaleza verdaderas por ser reflejos del Espíritu divino, somos renovados por el Cristo, que revela nuestra verdadera relación con Dios, y entonces vemos el amor sanador de Dios manifestándose en forma específica y directa en la experiencia humana.

El poder de la Mente y la presencia del Espíritu proporcionan la única fuente verdadera de poder y habilidad.

Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, el libro escrito por Mary Baker Eddy que explica en forma completa la operación de la ley de Dios en la curación de los enfermos, describe con estas palabras la autoridad de Jesús para sanar: "El Cristo era el Espíritu a que Jesús aludió en sus propias declaraciones: 'Yo soy el camino, y la verdad, y la vida' y 'Yo y el Padre uno somos'. Este Cristo, o divinidad del hombre Jesús, era su naturaleza divina, la santidad que le animaba. La Verdad, la Vida y el Amor divinos le daban a Jesús autoridad sobre el pecado, la enfermedad y la muerte".Ciencia y Salud, pág. 26.

La Ciencia Cristiana explica claramente el lugar incomparable que Cristo Jesús ocupa como Maestro y Salvador. Éste es un punto primordial en la enseñanza de la Ciencia Cristiana, la cual también destaca con firmeza la validez que tiene hoy día, la declaración que Jesús hizo a sus seguidores: "Las obras que yo hago, [ellos] las hará[n] también". Juan 14:12. Ciencia y Salud establece una relación directa entre esta responsabilidad cristiana que todos tenemos de llevar a cabo las obras de Jesús, con el ministerio de la curación espiritual. Y este libro llega a esta conclusión acerca del estado de pensamiento que se necesita para sanar como Jesús le enseñó a sus discípulos: "Enteramente separada de la creencia y del sueño de la existencia material, está la Vida divina, que revela la comprensión espiritual y la consciencia del señorío que el hombre tiene sobre toda la tierra. Esa comprensión echa fuera el error y sana a los enfermos, y con ella podéis hablar 'como quien tiene autoridad'".Ciencia y Salud, pág. 14.

Cuando percibimos y aceptamos la autoridad de Dios como la única autoridad para todo lo bueno que llevemos a cabo, entonces progresamos en todos los aspectos de nuestra vida. Nos despojamos del falso yo que pretende tener el poder y la capacidad de ser una entidad personal que algunos poseen en mayor grado que otros, y que depende de la habilidad humana, de las circunstancias o incluso de la casualidad. El poder de la Mente y la presencia del Espíritu proporcionan la única fuente verdadera de poder y habilidad. Ciencia y Salud nos indica cómo debe ser nuestra obra sanadora, con esta declaración: "La Mente tiene dominio sobre los sentidos corporales y puede vencer a la enfermedad, al pecado y a la muerte. Ejerced esa autoridad otorgada por Dios. Tomad posesión de vuestro cuerpo y regid sus sensaciones y funciones. Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de eso, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre".Ibid., pág. 393.

Lo que Dios concede es definitivo. Es completo y absoluto. Es la autoridad suprema para toda curación cristiana y para cada sanador cristiano.

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