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Rescatados por las riquezas del Espíritu

Del número de agosto de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cierto Día, Poco después que comencé a estudiar seriamente la Ciencia Cristiana, me enfermé de gripe. Por la mañana leí la Lección Bíblica detallada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y me llamó la atención el siguiente versículo de la Biblia: “Así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados”. Isa. 52:3.

En ese entonces, por la noche mi rutina era bañar a los niños, leerles una sección de la Lección y un cuento a la hora de acostarse, después de lo cual acostaba en la cama al bebé de dos años, y ayudaba a mi hijo de seis años con sus deberes de la escuela. Esa noche, no obstante, me sentía demasiado mal para bañar a los niños. Después de dilatar esa tarea por algunos minutos, pensé para despertarme: “Por lo menos léeles la Lección”.

En la lección que leí se encontraba el versículo citado. Nuestro hijo entonces me preguntó: “Mami, ¿qué significa ese versículo?” En realidad no sabía, de modo que medité sobre él para contestarle. De pronto lo comprendí. Al aplicarlo a mí misma, percibí que me había vendido a la creencia de gripe sin obtener nada bueno al hacerlo, y percibí a la vez que sería rescatada por mis riquezas espirituales, es decir, las verdades que estaba aprendiendo en la Ciencia Cristiana.

En ese momento me di cuenta de que las “punzadas” que había sentido en la cabeza todo el día y los dolores que sentía en el cuerpo, habían desaparecido. ¡Había sanado completamente! Con mucha alegría pude levantar al bebé, llevar los niños al cuarto de baño para bañarlos y continuar con el resto de la rutina.

Después que los niños se habían acostado, tenía ciertos quehaceres de la casa que atender. Antes de comenzar, abrí el Himnario de la Ciencia Cristiana al azar, y me detuve en el himno 218. Este himno expresaba lo que había experimentado una hora antes. El último verso dice así:

El libre paso, el respirar,
del horizonte el esplendor;
la Vida que es inmortal,
Vida que todo renovó.

En verdad, había experimentado el libre paso, ahora podía respirar sin restricciones, tenía un punto de vista más amplio del reino del Padre y me sentía completamente renovada.

Ciertamente había sido rescatada por las propias riquezas del Espíritu. Por ejemplo, sabía que cualquier enfermedad podía ser eliminada de nuestro pensamiento y en consecuencia de nuestra experiencia por el poder del Cristo, reconociendo que el hombre no es un mortal enfermo que necesita tiempo para “mejorarse”. Por el contrario, es una idea espiritual en la Mente divina, Dios, siempre a salvo en esta Mente, en su estado original y perfecto del ser.

Nuestro Padre celestial nos enriquece constantemente con verdaderas joyas de verdades espirituales, tales como las contenidas en la Biblia y en las obras de Mary Baker Eddy. A su vez nos enriquecemos cuando confiamos en el tierno y constante cuidado que nos brinda. La gratitud, el gozo, la paciencia, el amor desinteresado, el contentamiento y la paz son también tesoros que Dios nos otorga abundantemente para enriquecer nuestra vida.

Nuestro Maestro dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo”. Mateo 6:19, 20. En verdad los tesoros que recogemos al estudiar y vivir las verdades de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, constituyen una gran recompensa. No sólo sanan nuestros males físicos, sino que nos hacen mejores personas para convivir. Las quejas, la irritabilidad, el egocentrismo, no tienen lugar en la consciencia de quien recoge y utiliza sus riquezas espirituales y vive su vida como el hijo obediente del Padre.

Cristo Jesús compartió sus riquezas espirituales dondequiera que iba, sanando al enfermo y al pecador y alimentando a las multitudes. Su convicción absoluta de que el amor del Padre estaba presente para responder a toda necesidad humana restableció la salud a los enfermos, proporcionó consuelo a los pecadores y a los que sentían tristeza, y abundancia a los necesitados. Nos legó sus enseñanzas para que pudiésemos seguir su ejemplo, y tener esta misma convicción del amor y cuidado de Dios para bendecir a los demás como él lo hizo.

A diferencia de las riquezas materiales, las riquezas espirituales aumentan a medida que las utilizamos. Todos podemos hacer uso de estas riquezas espirituales en la medida en que rechacemos las creencias materiales y armonicemos nuestros pensamientos con Cristo, la Verdad. A medida que practicamos las enseñanzas que ya conocemos, se nos revelan más verdades cuando las necesitamos. Realmente la consciencia del Cristo está dentro de nosotros, y cuando nos esforzamos por manifestar esta consciencia, probamos más ampliamente la declaración de Pablo, que “nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Cor. 2:16.

Quien es nuevo en el estudio de la Ciencia Cristiana, la ley de la armonía de Dios, puede hacer uso de estos tesoros recién encontrados, tan efectivamente como aquel que ha sido un estudiante durante muchos años.

Nuestro Maestro nos aseguró esto en su parábola de un hombre que pagó a sus obreros el mismo jornal, ya fuere que hubiesen comenzado a trabajar por la mañana, al mediodía o por la tarde. El tesoro de ideas espirituales del Padre es nuestro, y es lo que asegura nuestro completo bienestar. Con estas riquezas espirituales podemos ayudar a elevar el pensamiento de nuestro prójimo para que se libere de las creencias del materialismo, desigualdad, pobreza y hambre y sed espiritual. Y así hallar la belleza, paz y abundancia del reino de nuestro Padre.

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