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Comamos normalmente sin temor

Del número de septiembre de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchas Veces, nos encontramos con personas que se sienten desalentadas porque les gustaría comer ciertos alimentos, pero creen que no pueden hacerlo por temor a tener trastornos digestivos.

La digestión de las verdades de la Ciencia Cristiana que Dios nos revela, y a través de las cuales alcanzamos un entendimiento espiritual del Creador y Su Creación, puede producir una gran diferencia en el grado de armonía que expresamos en la vida diaria e incluso puede ayudarnos a digerir el alimento que nos ponen delante. No obstante, esto no consiste simplemente en cambiar una manera humana de pensar por otra. El impulso sanador de la Ciencia Cristiana se produce cuando cedemos, por medio de la oración, a la consciencia pura de la realidad divina, a la Mente única que produce armonía. De este modo nuestros pensamientos son menos el resultado del sentido material y derivan más del Alma, Dios.

En Ciencia y Salud, en el capítulo “Los pasos de la Verdad”, Mary Baker Eddy dedica dos páginas a la curación específica de la dispepsia por medio de la Ciencia Cristiana, o lo que generalmente se llama indigestión. Allí declara enfáticamente: “Cuando queráis sanaros de dispepsia, no consultéis para nada con la materia, y comed lo que os pongan delante, ‘sin preguntar nada por motivos de conciencia’ ”.Ciencia y Salud, pág. 222. Tal vez algunas personas piensen que una actitud semejante conduce al desastre; pero a la Ciencia Cristiana le sobran posibilidades para demostrar que podemos destruir el temor al sufrimiento que uno se impone a sí mismo, e incluso el sufrimiento en sí mismo. Esta Ciencia nos enseña la importancia de consultar a la Mente, que es Dios, y eso imparte salud, armonía y vitalidad.

En las páginas que acabo de mencionar, la Sra. Eddy relata el caso de un hombre que sufría de una indigestión tan seria, que estaba virtualmente en estado de inanición, debido al temor de comer normalmente, y las consecuencias desastrosas que tendría. Había agotado el conocimiento de los médicos, en busca de curación. El relato continúa diciendo: “En ese momento la Ciencia Cristiana le salvó, y ahora goza de perfecta salud, sin vestigio alguno de su antigua enfermedad.

“Aprendió que el sufrimiento y la enfermedad eran creencias que se imponen los mortales y no las verdades del ser; aprendió que Dios jamás decretó la enfermedad — que jamás promulgó una ley de que el ayuno deba ser un medio de obtener salud”. El hombre percibió claramente que el ser verdadero es mantenido por la Mente divina. El relato añade: “Estas verdades, al abrirle los ojos, le aliviaron el estómago, y pudo comer sin sufrimiento, ‘dando gracias a Dios’...”Ibid, pág. 221.

¿Acaso dejamos de comer porque pensamos que vamos a tener molestias físicas? No debemos aceptar que el temor tiene algún valor, porque no concuerda con el sentido verdadero del hombre como expresión espiritual de Dios. ¿Qué sucede si alguien por error, consume algo que de acuerdo con las normas prescritas, no se considera digestible? Existe una ley de Dios que siempre está en operación capaz de anular la sugestión de que alguien está intoxicado. No debemos sentir que estamos desamparados y batallando contra ilusiones sensuales que se autodenominan condiciones materiales.

Un relato de la Biblia en el Antiguo Testamento cuenta que durante un período de sequía en la tierra de Gilgal, el profeta Eliseo le dijo a su sirviente que hiciera “potaje para los hijos de los profetas”. Véase 2 Reyes 4:38–41. Uno de ellos, salió al campo para juntar hierbas y trajo también calabazas silvestres sin saber, aparentemente, que eran venenosas, y las cortó y las puso dentro del potaje. Mientras comían, algunos tuvieron síntomas alarmantes. Y ellos gritaron: “¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla!” Pero en vez de tener resultados desastrosos, fueron bendecidos. Eliseo pidió que trajeran harina. Después de echarla dentro de la olla, la comida estuvo bien y “no hubo más mal en la olla”.

Algunos pueden decir que este episodio fue simplemente un milagro. Pero ¿acaso no se lo podría considerar como un ejemplo del poder siempre presente de Dios, que neutraliza en la consciencia humana el temor específico y la creencia en el supuesto poder de la materia? Tal como escribe la Sra. Eddy: “La Verdad es un alterante para todo el organismo y puede ‘sanarlo completamente’ ”.Ciencia y Salud, pág. 371.

El poder espiritual está siempre presente para transformar y sanar.

El poder espiritual está siempre presente para transformar y sanar. Si alguna vez sentimos temor de sufrir una intoxicación accidental, la Mente divina es el remedio a nuestro alcance para neutralizar y anular las sugestiones agresivas del mal. La materia nunca envenena, aunque así parezca. La creencia mortal, es lo único que siente y sufre. Una mayor percepción de esta realidad nos ayudaría a enfrentar la creencia mortal y a estar más conscientes de la sustancia espiritual, armoniosa y eterna. La perfección del hombre y del universo, creado y mantenido por la única Mente perfecta, Dios, es por siempre la verdadera condición del ser, y nosotros podemos probarlo.

Recuerdo muy bien que hace muchos años, me alivié casi de inmediato de un dolor abdominal muy agudo después de haber comido algo dudoso. La curación se manifestó cuando me sentí guiado hacia una declaración contenida en un artículo del Christian Science Sentinel donde se ponía en claro que el veneno no puede actuar ni generar nada en la infinitud del Espíritu. Acepté esta verdad, percibiendo que la materia nunca puede actuar por sí misma y que yo, siendo una idea de Dios vivía realmente sólo en el Espíritu. Se podría decir, que derroté mi falsa creencia con el alterante del Espíritu divino, sabiendo que sólo la Mente, Dios, actúa y sabe; la materia no puede actuar ni saber. La Mente divina puede en todo momento expulsar el sentido mortal dañino de todas las cosas.

La digestión de las verdades de la Ciencia Cristiana, conduce a una mayor armonía en la vida diaria en la que participa el alimento cotidiano. Todo aquel que esté dispuesto a dedicarse a la tarea esencial de espiritualizar el pensamiento, siguiendo el ejemplo de Cristo Jesús y venciendo la tentación de creer que hacer esto, es una digestión demasiado amarga, puede alcanzar el verdadero sentido del ser. Nunca puede haber “mal en la olla” cuando se tienen en cuenta las cualidades benefactoras del Cristo a través de la percepción del ser espiritual y genuino.

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