Hace Algunos Años, yo tenía muchos problemas digestivos y estomacales. Mi madre y otros miembros de mi familia, habían sido operados de úlcera en el estómago. Lamentablemente, mi padre falleció por complicaciones, luego de esa operación. Todo esto me aterrorizaba, y yo me sentía como una víctima más.
Tomaba varios tipos de medicamentos para el estómago y seguía una dieta estricta que me forzaba a privarme de las comidas que me gustaban, debido al gran temor que tenía de enfermarme. Todo esto era en vano, ya que el problema continuaba.
Entonces, un día mi cuñado, que era Científico Cristiano, habló conmigo y me presentó a una practicista de la Ciencia Cristiana, a quien le pedí que me ayudara por medio de la oración.
Nunca olvidaré el amor y la atención que ella me brindó. Hablamos durante cerca de una hora, y esto fue suficiente para que yo me sintiera muy amada por Dios y confiara en todas las verdades que ella compartió conmigo sobre el origen del hombre. La practicista me dio una explicación muy simple, la que en pocos minutos me ayudó a ver lo perfecta que yo era: metafóricamente hablando, Dios es como el sol y cada uno de sus rayos representa una perfecta idea de Dios. Esto elimina la creencia en la herencia humana, porque cada idea individual es un hijo perfecto de Dios, que refleja salud, una vida productiva, desarrollo, crecimiento y eternidad.
Puesto que Dios es Espíritu, y soy Su reflejo yo era espiritual. La comida no tenía Poder para dañar ningún órgano de mi cuerpo. Cuando salí de la casa de la practicista, me sentía muy feliz y con la certeza de que sanaría.
Ese mismo día dejé de tomar los medicamentos y comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, y a aplicar estas verdades en mi vida. Aprendí a confiar en un solo Dios, como está escrito en la Biblia: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éx. 20:3) y “Yo soy Jehová tu sanador” (Éx. 15:26).
En pocos días me sentí muy bien y comencé a comer de todo lo que había tenido miedo de comer durante los dos años anteriores. Mi temor desapareció y me sentía realmente bien después de las comidas, tal como esa persona que fue sanada de problemas de hígado, como nos dice Ciencia y Salud. Ella tuvo una rápida curación y le dijo a la Sra. Eddy: “He digerido todo el alimento y me gustaría comer algo más” (pág. 390).
Me siento muy, muy feliz y agradecida por la revelación de la Ciencia Cristiana en mi vida.
São Caetano do Sul, SP
Brasil