¿Te Paraste Alguna Vez a orillas de un lago muy tranquilo? Si lo has hecho, tal vez viste el cielo, los árboles, las nubes, y demás reflejados en ese lago. Viste su reflejo en el agua.
¿Qué tiene esto que ver contigo? El mundo te dice que eres un mortal, un producto de tus padres, de tu ambiente, de tu educación, etc. Pero la Biblia nos da un punto de vista diferente del hombre y su origen. El libro de Génesis declara: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Gén. 1:27. Dios es Espíritu, de manera que tu verdadera identidad es completamente espiritual. Tu identidad es la imagen, o reflejo, de Dios, por lo tanto estás por derecho definido por cualidades espirituales, tales como inteligencia, amor, alegría y bondad. Estas cualidades no dependen de dónde vives, ni de tus parientes ni de tu escolaridad, porque son de Dios, y tú las reflejas permanentemente. Tú no puedes reflejar ninguna cualidad que Él no tenga.
Dios es Amor, Principio, Verdad y Vida, así como Espíritu. Por lo tanto, tú eres amoroso, justo, veraz y activo. Dios es todo el bien, sin una mancha de mal, de manera que, como eres Su reflejo, tu ser es todo bueno también. Se caracteriza por tener salud, paz y pureza, sin enfermedad ni pecado.
Jesús demostró la absoluta bondad y el poder de Dios a través de su maravilloso trabajo de curación, y nosotros también podemos hacerlo. Una vez le dijo a un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años que se levantara, tomara su lecho y caminara. Véase Juan 5:1–9. Respondiendo al poder sanador del Cristo, la Verdad, ¡el hombre se levantó y caminó! Fue importante que el hombre estuviera dispuesto a seguir las instrucciones de Jesús, a pesar de lo que aparentaba ser una situación sin esperanza. Cuando se trata de seguir al Cristo, nosotros también necesitamos estar dispuestos a echar fuera la timidez, el temor y el orgullo, y a expresar nuestra verdadera naturaleza divina en todo lo que hacemos. Jesús demostró que la verdadera identidad del hombre es perfecta e inseparable de Dios. Cuando la comprendemos, esta verdad vence la mentira de la enfermedad. El Maestro más adelante dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Juan 5:17. ¡Eso sí que es ser un reflejo!
Hubo un momento que el concepto de reflejo me resultó muy útil. Tarde una noche, desperté bastante afiebrado, con dolores de estómago. Los dolores eran constantes y muy alarmantes. Yo estaba orando, pero no sentía que estuviera haciendo ningún progreso. Siempre había recurrido a Dios en busca de curación, pero esta vez tenía mucho miedo.
Fue entonces que recordé el lago. Mary Baker Eddy escribe: “Deteneos junto al cristalino lago, durmiendo entre riberas pobladas de sauces, teñidas de esmeralda. Ved en él el cielo reflejado y la luna iluminando con su suave gloria. Esto conmoverá vuestro corazón. Luego, en inaudible oración, pedid a Dios que os capacite para reflejarlo a Él, para que seáis Su propia imagen y semejanza, o sea el sereno, claro y radiante reflejo de la gloria del Cristo, sanando al enfermo, trayendo al pecador al arrepentimiento y resucitando a la vida en Dios a los que están espiritualmente muertos en transgresiones y pecados”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 150.
Recordé que mi verdadera identidad no estaba en un cuerpo material, el cual a veces parece estar sujeto a la enfermedad y al pesar. Mi vida estaba en Dios, la Vida divina. Cada cualidad de la Vida divina — perfección, fortaleza y paz, por ejemplo — era mía como reflejo de Dios. Durante las próximas dos horas, a través de la oración, descubrí y afirmé mucho sobre mi identidad como la semejanza de Dios. Pensé en las cualidades que provienen de Dios, y estaba seguro de que Él las mantenía en mí. Pronto el dolor desapareció, y se produjo la curación. Como resultado, me sentí más cerca de mi Padre-Madre, Dios.
Tú también reflejas todas las cualidades de Dios, por lo tanto ¡deja que estas cualidades brillen en ti!