Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Hace Unos 20 Años,...

Del número de diciembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Unos 20 Años, viví una experiencia que me ayudó a comprender más claramente que Dios es nuestra verdadera Madre.

Se aproximaba el nacimiento de mi tercer hijo y me invadieron temores, aunque durante todo el embarazo me había sentido muy bien. Mis temores radicaban en el hecho de que mi esposo vivía alejado de nosotros y deseaba dejarnos definitivamente.

A través de una conversación que tuve con un Científico Cristiano con experiencia sobre esto, se me hizo claro que siempre había aceptado la paternidad más que la maternidad de Dios. Esto me llevó a estudiar más sobre este aspecto y poco a poco fui liberándome de todo temor. Comprendí que el concepto de maternidad humana encierra a veces cierta incertidumbre. En mi caso, cuando yo nací, mi madre era una persona mayor y tenía a esa altura nueve hijos, así que me encomendó a una hermana más grande para que cuidara de mi educación. Esto me trajo problemas de conducta en la escuela y en mi relación con los demás.

Y ahora yo tenía que ser madre y padre de mis hijos de 6 y 3 años, y del recién nacido.

Comenzó a operarse un cambio en mí a medida que el afecto de Dios como Madre empezó a alborear en mi entendimiento. Sentí que Dios abrazaba mi vida constante y suavemente — como el ave lo hace con sus polluelos — dándome protección segura, como dice el Salmo 91: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”.

La Sra. Eddy define en el Glosario de Ciencia y Salud la palabra Madre de esta manera: “Dios; Principio divino y eterno; Vida, Verdad y Amor”. Al pensar lo que esto significaba comprendí que Dios es mi madre, la madre de mis hijos y la madre de todos. Cuando llegó el momento del alumbramiento, éste ocurrió sin dolor y en pocos minutos. El alumbramiento fue un gozo. Vi nacer al niño, y la sala del hospital se llenó de enfermeras y médicos, y me llamaban “la que no tuvo dolor”.

Mi hijo se crió sin problemas y nunca estuvo enfermo. La relación con mi esposo terminó a los pocos días de su nacimiento, y mi vida con mis tres hijos estuvo colmada de manifestaciones claras de la maternidad de Dios que nunca falla.

Hace cinco años volví a casarme, y refresqué el concepto maternal de Dios al ayudar a mi actual esposo a resolver problemas de relación con sus familiares.

Por medio del estudio del Pastor impersonal — la Biblia y Ciencia y Salud— y de la aplicación de sus enseñanzas, Dios se manifestó en nuestra vida llenando de gratitud nuestro corazón, sanándonos, reformando nuestra experiencia e iluminando el concepto divino de Madre en mi vida, en la de mis hijos y, ahora, en la de mi esposo. Estoy profundamente agradecida a la Ciencia Cristiana.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 1997

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.