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¿NECESITA MÁS DINERO?

Del número de diciembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Mujer había comenzado a trabajar como auxiliar contable en un establecimiento de atención a la salud. Cuando llegó el día de cobro, faltaban ocho mil dólares para pagar todos los sueldos. La empresa tenía muchos deudores, y al parecer mucha gente no podía pagar sus deudas. La auxiliar recibió instrucciones de repartir entre los empleados el dinero que había. Muchos de los supervisores no depositaron sus cheques para que los demás trabajadores recibieran lo más posible. A medida que la auxiliar entregaba los cheques parciales, comenzó a sentirse profundamente conmovida por la gratitud y la fe de sus compañeros de trabajo. Sabía que habían trabajado honesta y diligentemente y que Dios nunca los decepcionaría.

Después de distribuir los cheques, la auxiliar volvió a su escritorio, que se encontraba ubicado contra una gran ventana que miraba al exterior, donde había varios robles gigantes y un exuberante follaje tropical. Pensó: “Debe haber alguna razón por la cual estoy viendo todo este verde. Después de todo, en este Estado hace varios meses que hay sequía, y sin embargo no existe evidencia de ella aquí”. Esto la llevó a pensar de manera diferente con respecto a la escasez de dinero.

Miró la chequera de la compañía que se encontraba sobre su escritorio, y comenzó a pensar en los cheques como notas de “agradecimiento”, que expresaban gratitud por todos los bienes y servicios recibidos por la empresa. Sabía que jamás podría tener muy poca gratitud. Por lo tanto, jamás podría ser privada de lo que era necesario para expresar esa gratitud.

Comprendió también que era justo esperar que las necesidades legítimas fueran satisfechas, puesto que ello fortalecía nuestra capacidad de ayudar a otros. De modo que cuando pensó en las cualidades de esperanza, confianza y generosidad expresadas por sus compañeros de trabajo, ¡le vino el pensamiento de que los hijos de Dios nunca deben recibir menos de lo que merecen! En ese momento sonó el teléfono. Era el nieto de una ex paciente, quien le informó que la compañía de seguros acababa de pagar el reclamo de su abuela, de modo que podía pagar los cuatro mil dólares que debía. Nada sabía de las dificultades que tenían para pagar los sueldos, pero le preguntó a la auxiliar si podía llevarle el cheque esa tarde. ¡Por supuesto que le dijo que sí!

Cuando la auxiliar salió de su ofician para ver al administrador y contarle acerca de este feliz cambio de circunstancias, se lo encontró en el corredor, camino a reunirse con ella para contarle sus propias buenas noticias. El abogado del establecimiento había entregado al administrador las utilidades obtenidas de unos bienes raíces que la empresa no esperaba recibir. El abogado tampoco sabía los problemas que tenían para pagar los sueldos. Ese cheque superaba los cuatro mil dólares.

En menos de un año, el establecimiento pasó de no poder pagar los sueldos puntualmente a tener una cuenta bancaria con un saldo muy favorable.

Las ideas que ayudaron al establecimiento y a la auxiliar surgieron de la Biblia y de Ciencia y Salud. He aquí una idea de este último libro: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”.Ciencia y Salud, pág. 269.

El dinero, como todas las cosas útiles del mundo, también puede considerarse como uno de los símbolos de la provisión de Dios para el hombre. El amor que Dios tiene por el hombre no tiene límites, porque el amor de Dios jamás puede agotarse ni gastarse por completo, y la representación de ese amor tampoco puede hacerlo. Esto no quiere decir que oramos por dinero u otras cosas materiales. El hecho es que cuando nos sentimos desamparados estamos pensando que Dios, quien con amor nos provee de todo el bien, se ha olvidado de alguna forma de cuidarnos o que ama a otra persona más que a nosotros. Si creemos que se nos está negando la provisión que necesitamos, podemos cambiar esta noción aprendiendo más de la naturaleza de Dios como Amor infinito.

El amor que Dios tiene por el hombre no tiene límites, porque el amor de Dios jamás puede agotarse ni gastarse...

Pensemos en el amor de Dios como un pozo sin fondo. Si sumergiéramos una taza en ese pozo, cuando sacáramos la taza del pozo, el agua llenaría ese espacio nuevamente. Nunca habría un espacio libre o un hueco en el lugar del que sacamos la taza. Ésa es la naturaleza del amor de Dios. No hay forma de que alguna vez podamos disminuir su incesante fluir, no importa cuántas veces bebamos de su consuelo. Uno de mis himnos favoritos del Himnario de la Ciencia Cristiana lo expresa de esta manera: “Se agotará lo material,/ Tu plenitud veré”.Himnario, N° 224.

De manera que nunca tenemos que temer que nuestra provisión legítima, cualquiera sea la forma que asuma, pueda agotarse o no esté a nuestro alcance. La gratitud expresada significa que comprendemos la presencia de Dios en nuestra vida y confiamos en que Él provee todo lo que necesitamos. Y Ciencia y Salud nos asegura: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y eso nos capacitará para recibir más”.Ciencia y Salud, pág. 3.

En el libro de Mateo, se relata que Pedro le dice a Cristo Jesús que necesitan dinero para pagar los impuestos.Véase Mateo 17: 24–27. Aunque Jesús tenía un sentido mucho más elevado de gobierno que cualquier otra persona, sabía que era importante satisfacer las demandas morales y éticas de la época. Sabía también que el deseo de ser obediente a la ley brindaría lo que fuera necesario para satisfacer una necesidad legítima. Le dijo a Pedro que si iba a pescar, encontraría el dinero para pagar los impuestos en la boca de un pez, y Pedro así lo hizo. Algunos narradores creen que lo que la historia realmente quiere decir es que Pedro atrapó un pez y lo vendió para pagar los impuestos. Pero cualquiera sea la forma en que se mire la historia, el esfuerzo que se hizo para ganar honestamente lo que se necesitaba tuvo su recompensa. Dios nunca duda en probar Su amor por Su hijo. ¿Qué buen padre lo haría?

La gratitud, la fe, la moralidad y el entendimiento espiritual son elementos necesarios en toda curación. Cuando expresamos estas cualidades, nos identificamos como los hijos de Dios, ya bendecidos y abundantemente provistos. El amor de Dios por el hombre se manifiesta abundantemente, se adapta a las circunstancias, es ilimitado y está a nuestro alcance. Podemos depender de ese amor.

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