¡Finalmente Llegaron! Elena, su mamá y papá, su abuelita y su amiguito Agustín, habían viajado por muchas horas para llegar a las hermosas montañas cubiertas de nieve. Iba a ser muy divertido jugar en la nieve y hacer un muñeco todos juntos, ya que generalmente no nieva donde vive Elena.
El primer día fue grandioso. Elena y Agustín, con sus abrigos, sus guantes de lana y sus gorras, jugaron afuera toda la tarde. Lamentablemente esa noche Elena no tuvo ganas de comer, se sentía tan mal que lo único que quería hacer era llorar. Antes de su viaje a las montañas, algunos de los amigos de Elena habían faltado a la escuela porque se sentían de la misma manera.
La abuela de Elena dijo entonces a la familia: “Vamos a tener que orar”. Los padres de Elena sabían que la abuela tenía razón, ya que la familia había tenido muchas curaciones y esto les había ayudado a comprender que orar a Dios era lo mejor que uno podía hacer cuando se encontraba enfermo. Ellos sabían que Dios es Amor, y que las leyes del Amor son imponentes y poderosas, más imponentes que las montañas más grandes que Elena haya visto jamás.
Esa noche, el padre de Elena la llevó a la cama grande de papá y mamá y la acostó en medio de ellos. Pero Elena no podía dormir, así que su papá la tomó en sus brazos y comenzó a contarle la historia de Jesús.
Elena había estado pensando mucho en esa historia puesto que era la época de Navidad. Era bueno recordar a los ángeles que habían venido al nacimiento de Jesús. Elena sabía que los ángeles son pensamientos de Dios que vienen a cada uno de nosotros. Su papá le dijo que el ángel había traido “nuevas de gran gozo”, a los pastores que vigilaban el rebaño la noche en que nació Jesús. Véase Lucas 2:8–14. Esos pensamientos de Dios — de paz y alegría — también estaban acompañando a Elena en ese preciso momento, y le decían que estaba completamente protegida en Dios. Su papá también le explicó que ningún mal pudo alcanzar o herir a Jesús y tampoco había ningún mal que pudiera hacerle daño a ella.
La bondad de Dios está en todas partes y a toda hora. Cristo Jesús quería que todos conociéramos y escucháramos a Dios, y dijo que hacer esto es lo que más nos ayudaría. Elena y su papá sabían que ambos descansaban en los brazos amorosos de Dios, y que Sus brazos estaban “por debajo, encima y alrededor” de todos Sus hijos manteniéndolos a salvo como dice el Himno 53. Según la versión en inglés del Himno No. 53 del Himnario de la Ciencia Cristiana.
La mamá de Elena también estaba orando. Ella leía uno de sus libros favoritos, el libro se titula Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Este libro explica cómo lo que Jesús enseñó acerca de Dios brinda salvación y curación a nuestra vida hoy. El libro dice que Dios es: “El gran YO SOY; el que todo lo sabe, que todo lo ve, que es todo acción, todo sabiduría, todo amor, y que es eterno; Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad: Amor; toda sustancia; inteligencia”.Ciencia y Salud, pág. 587. La mamá de Elena sabía que Dios es Todo y que Él es bueno, así que era imposible que alguna partícula del mal llamado germen encontrara alguna manera de tocar a Su hija. Como la hija o idea espiritual de Dios, Elena había sido perfecta desde el comienzo y esa verdad no podía cambiar. Al poco rato, Elena se sintió en paz y en calma y muy pronto se quedó dormida.
A la mitad de la noche, Elena comenzó a moverse en la cama y la alta temperatura desapareció. Puesto que hacía mucho tiempo que Elena no comía, su mamá pensó que quizás tendría hambre, y le susurró al oído: “Elena, ¿te gustaría bajar en punta de pie sin hacer ruido y comer algo conmigo?”
Muy quedito, Elena contestó que sí. Así que bajaron muy silenciosamente y comieron cereal, una manzana, queso y también un poquito de helado. Hablaron de cuán agradecidas estaban a Dios, y de cuánto las amaba. Era algo de lo que podían regocijarse y se rieron mucho juntas, tratando de no hacer mucho ruido. Para Elena fue algo tan especial poder celebrar los mensajes angelicales que sanan, que le dio el nombre de “fiesta de curación”. Poco después volvieron a la cama y se durmieron hasta que fue el momento en que todos se tenían que levantar.
Por la mañana, Elena saltó de la cama, se sentía perfectamente bien y tenía un enorme deseo de decírselo a todos. Elena y Agustín se divirtieron muchísimo jugando el resto de las vacaciones, y también vieron nevar.
