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Mensajes Angelicales que sanan

Del número de diciembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Finalmente Llegaron! Elena, su mamá y papá, su abuelita y su amiguito Agustín, habían viajado por muchas horas para llegar a las hermosas montañas cubiertas de nieve. Iba a ser muy divertido jugar en la nieve y hacer un muñeco todos juntos, ya que generalmente no nieva donde vive Elena.

El primer día fue grandioso. Elena y Agustín, con sus abrigos, sus guantes de lana y sus gorras, jugaron afuera toda la tarde. Lamentablemente esa noche Elena no tuvo ganas de comer, se sentía tan mal que lo único que quería hacer era llorar. Antes de su viaje a las montañas, algunos de los amigos de Elena habían faltado a la escuela porque se sentían de la misma manera.

La abuela de Elena dijo entonces a la familia: “Vamos a tener que orar”. Los padres de Elena sabían que la abuela tenía razón, ya que la familia había tenido muchas curaciones y esto les había ayudado a comprender que orar a Dios era lo mejor que uno podía hacer cuando se encontraba enfermo. Ellos sabían que Dios es Amor, y que las leyes del Amor son imponentes y poderosas, más imponentes que las montañas más grandes que Elena haya visto jamás.

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