Una Conocida Mía me pidió prestado el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Semanas después me lo devolvió diciendo: “Me gustó mucho la manera cariñosa con que el libro trata a María la madre de Jesús”.
No podía ser de otra forma. La Sra. Eddy escribe: “Jesús era hijo de una virgen. Fue designado para dar expresión a la palabra de Dios y para aparecer a los mortales en una forma de humanidad que pudieran comprender así como percibir. María le concibió espiritualmente, pues sólo la pureza podía reflejar la Verdad y el Amor, que estaban tan evidentemente encarnados en el bueno y puro Cristo Jesús”.Ciencia y Salud, pág. 332. La historia de María, que se conoce por el singular nacimiento de Jesús, destaca su pureza.
María estaba prometida en casamiento con José, pero no estaba casada ni tenía relaciones con él. Ella estaba dotada de profunda espiritualidad. Su pensamiento puro estaba preparado para recibir el mensaje angelical que venía directamente de Dios, el Amor divino. Es por eso que pudo aceptar ese encargo sagrado y entender espiritualmente su misión, y dar a luz a aquel que Ciencia y Salud, refiriéndose a Jesús, describe como “El más elevado concepto corpóreo y humano de la idea divina”.Ibid., pág. 589. Esa concepción cumplía con la profecía bíblica de Isaías acerca de la venida del Salvador: “... una virgen concebirá”. Isa. 7:14.
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