Un joven preguntó a su padre: —¿Cómo haces tú para tener tantos amigos y conservarlos a través de tantos años?, yo no logro que aquellos que aprecio me retribuyan en la misma forma.
— Es muy simple, — dijo el padre —. Yo brindo mi afecto y cariño sincero con total desinterés sin esperar recibir nada a cambio. El dar brinda al que lo hace una felicidad genuina que supera toda retribución.
Este hombre estaba practicando la verdadera ley del amor que Cristo Jesús predicó con su ejemplo durante su ministerio. En el Nuevo Testamento leemos sobre hechos en los cuales Jesús muestra ser un amigo que ama y perdona incondicionalmente. La vida de Jesús se basó en su entendimiento de que el hombre desciende de Dios, hecho a Su imagen y semejanza. El hombre de la creación de Dios es incapaz de actuar incorrectamente, y ésta es la base de una amistad genuina, porque reafirma nuestra propia naturaleza espiritual como también la de nuestros amigos.
Cristo Jesús nos enseñó a expresar amor, respeto y fidelidad en nuestras relaciones, y por supuesto a elevar el concepto humano de la amistad sobre cualquier ofensa o resentimiento. También cultivando la humildad se enriquece nuestro concepto de la amistad debido a que nos permite aprender de los demás, esto ayuda a nuestro progreso espiritual.
La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Debiéramos examinarnos para saber cuáles son los afectos y propósitos del corazón, porque sólo de ese modo podemos saber lo que verdaderamente somos. Si un amigo nos informa de alguna falta, ¿escuchamos el reproche con paciencia y damos crédito a lo que se nos dice? ¿No más bien damos gracias de que no somos 'como los otros hombres'? Durante muchos años la autora se ha sentido muy agradecida por reprensiones merecidas".Ciencia y Salud, pág. 8-9.
Cuando el Cristo, la verdadera idea de Dios y el hombre penetra en nuestra consciencia, nuestra relación con los demás adquiere un tono espiritual. Entonces, cuando nos comunicamos con otras personas, podemos ver y encontrar las cualidades espirituales que ellas expresan. Y nuestra propia espiritualidad brilla y es irresistiblemente atractiva. La amistad que se inicia de esta manera es duradera porque está basada en la verdadera naturaleza del hombre, y no en las características materiales que son susceptibles al cambio. Aun ante circunstancias muy difíciles, podemos vislumbrar, a pesar de cualquier neblina inarmónica, la imagen del Creador, nuestro verdadero amigo.
En todos sus viajes el Apóstol Pablo hizo muchas amistades. Sus cartas a las iglesias evidencian el profundo amor que sentía por la gente. En la primera epístola a los Tesalonicenses dice: "Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo". 1 Tesa. 1:2, 3.
El libro de Proverbios contiene expresiones gráficas sobre la amistad: "En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia". Prov. 17:17.
Orison Swett Marden, en su libro Los goces de la amistad escribió: "El amigo verdadero no se aparta de los que por falta de vigor espiritual se esclavizan al vicio, sino que imitando en esto a Cristo, se esfuerza en redimirlos de su esclavitud, y volverlos al camino recto, como buen pastor que en sus hombros carga y devuelve al redil a la oveja que se descarrió". Orison Swett Marden, Los goces de la Amistad, trans. F. C. Terrero (Buenos Aires: Editorial E.M.C.A.), pág. 136.
No cabe duda de que en medio de la neblina del materialismo de la época actual, es alto el costo de mantenerse fiel a la verdad. Pueden surgir diversidad de opiniones, o podemos enfrentar problemas que nos agobian. Entonces, la voz callada de un amigo nos ayuda a ver otra vez, el camino que nos lleva al hogar.
Dos amigas que conozco pudieron comprobar el valor que tiene practicar la amistad. El esposo de una de ellas sufrió un accidente muy grave cuando conducía su automóvil por una carretera muy transitada de Brasil. Como consecuencia de esto, él y su esposa perdieron todo lo que tenían y quedaron con muchas deudas. Los problemas de salud de la esposa la obligaron a ella y a su hija a dejar la ciudad de San Pablo e ir a vivir con unos parientes a setenta y cinco kilómetros de donde vivían, en donde los doctores consideraban que sería un mejor ambiente para ella. Su esposo y su hijo se quedaron en San Pablo debido a que allí trabajaba, y ésa era la única entrada de la familia.
Una amiga se entero de lo sucedido y de que su esposa se encontraba muy enferma y, decidió ir a visitarla pese a la distancia que los separaba. Esta señora hacía poco tiempo que había conocido la Ciencia Cristiana y probado su eficacia, así que le aconsejó a su amiga que estaba enferma, que visitara a un practicista. Un practicista es una persona que se dedica a ayudar a otras a través de la oración. Cuando la estudiante de la Ciencia Cristiana y su marido se marcharon, su amiga les agradeció pero pensó que esta religión no podría ayudarla ya que eran varios los problemas que la abrumaban. Entonces, reflexionó acerca del gran amor que la pareja le había demostrado al viajar hasta su casa, y que no podía ser despreciado. Puso a un lado sus pensamientos negativos y fue a visitar al practicista. Fue tan clara la verdad espiritual que escuchó y la paz que expresaba el practicista que le interesó mucho. Estudiando la Ciencia Cristiana y con la ayuda del practicista, recobró su salud. Sus problemas económicos se fueron solucionando. Hoy viven las dos amigas y sus respectivas familias en una pequeña isla en el Brasil, donde han contribuido a fundar una Sociedad de la Ciencia Cristiana para bendecir a la comunidad.
Tal amor desinteresado nos guía hacia una más duradera y permanente amistad y nos da abundantes bendiciones a todos.
