“Es importante sentirse feliz”, dice Nagi. “A mí me hace feliz hacer gimnasia. Yo quiero a mi familia. Me gustan mis amigos. Me encantan los cachorritos. Yo quiero a mi abuelita y a mi abuelito. Yo quiero a Kathy, a los pájaros y a las plantas. Me gusta mucho la Escuela Dominical. Y amo mucho a Dios”. Amar a Dios, nuestro Padre-Madre, enriquece nuestra vida con bondad y alegría espiritual. Sus bendiciones son para ti y para todos.
¿Qué te hace realmente feliz? ¿Es tener por fin el juguete que siempre deseaste? ¿O jugar con el juego de video que tiene tu hermano? ¿O no tener que levantarte temprano en la mañana? ¿O aprender a hacer una nueva pirueta con tu bicicleta? Estas son en verdad cosas divertidas. Pero ¿qué pasa con la lista de cosas que figuran a continuación? ¿Cómo te pueden ayudar a tener una felicidad permanente?
Te sientes feliz cuando:
• puedes ayudar a que dos amigos dejen de pelear;
• puedes perdonar a alguien que te ha pegado pero que en verdad no quería hacerlo (o aunque lo haya hecho intencionalmente);
• dejas que alguien juegue contigo aun cuando todos piensan que ella o él hace trampas pero cuando juega contigo no lo hace;
• dejas de pelear con tu hermano aunque te haya hecho enojar mucho;
• te sanas por medio de la oración.
Estas son las cosas que algunos amiguitos nos han contado que los hacen felices. Ellos las aprendieron en la Biblia al estudiar las Bienaventuranzas y al poner en práctica lo que aprendieron. Las Bienaventuranzas se encuentran en el Sermón del Monte. Véase Mateo caps. 5–7. 2 Véase la descripción de Dios en Ciencia y Salud, pág. 587.
En un sentido, las Bienaventuranzas son las explicaciones que Cristo Jesús nos da sobre lo que es la felicidad. Cada una comienza así: “Bienaventurados...” Pero tú puedes decir: “Felices son...” Los alumnos de la Escuela Dominical de Primera Iglesia de Cristo, Científico, Evergreen, Colorado, E.U.A., decidieron hacer un folleto con todas las cosas que aprendieron sobre las Bienaventuranzas. Compartieron el folleto con nosotros y Courtney Douglas, miembro del personal del Sentinel, nos ayudó a poner estos comentarios en forma de artículo. Este es el primero de una serie de dos partes en las que se destacan algunas de sus lecciones y experiencias.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Sentirse desalentado y deprimido es algo así como ser “pobres en espíritu”. No obstante no es difícil superar el sentimiento de autocompasión cuando recordamos las maravillosas bendiciones que Dios nos da. Las bendiciones de Dios son espirituales y buenas, y son nuestras, ahora y para siempre porque somos los hijos de Dios, hechos a imagen y semejanza divina. La Biblia nos enseña que Dios es Espíritu y que es infinito, de modo que siempre hay suficiente amor y bondad espiritual para bendecir a todos.
¿Qué puedes hacer tú para estar más consciente del bien espiritual que Dios nos otorga en todo momento? Puedes ser humilde. Cuando eres humilde te apartas de tu manera de hacer las cosas y estás dispuesto a escuchar lo que te dice Dios y a obedecerle. Lauren dice: “Bienaventurados son los que con humildad confían en Dios para todas sus necesidades, porque de ellos es el reino de los cielos”. Ella continúa diciendo: “...En una oportunidad, yo tenía que hacer una prueba de ortografía y elevé mi pensamiento a Dios, porque yo sabía que Él dirigiría mis respuestas, y respondí todo bien”.
Si quieres oír — y ver — más del bien que Dios nos da, es importante poner a Dios primero en tus pensamientos y actividades. Te puedes preguntar: “¿Está Dios, el bien, diciéndome que haga esto?” “¿Qué sabe Dios, el Espíritu sobre esta situación?” Kim dice: “Felices son los que piensan más en Dios que en ellos mismos, porque de ellos es el reino de los cielos”. Los pensamientos de Dios gobiernan en el reino de los cielos. Cuando pones a Dios primero, recurres a Él y confías en que te dará las ideas espirituales que necesitas.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Katie dice: “Yo hice feliz a Courtney (mi amiga) porque compartí con ella mi comida”. Compartir es una idea que viene de Dios y es una de las formas en que podemos ayudar y consolar a los demás. Ella también tuvo este pensamiento: “Cuando la vida te parece triste, tú puedes encontrar cosas alegres en que pensar y hacer”. De modo que ser feliz no depende de tener cierto juguete, y no sucede sólo cuando nos tratan bien. Tiene que ver con lo que pensamos y con sentirnos cerca de Dios.
Podemos ser felices porque el amor de Dios nos satisface. Lauren dice: “Bienaventurados los que están tristes, porque ellos serán consolados”. A continuación nos dice: “En una ocasión en que no tenía con quien jugar en el parque, escuché y sentí los pensamientos de Dios. Me hicieron sentir mejor”.
Dios nos consuela de pequeñas y grandes maneras, y nos ayuda a cuidar de nosotros mismos y de los demás. Melanie comenta: “Yo estaba encendiendo el calefactor para mi pececito. Era un calentador muy grande porque el que tenía la pecera no funcionaba. Traté de conectarlo pero me quemé los dedos. Oré a Dios porque Dios es '... el que todo lo sabe, todo lo ve, que es toda acción, toda sabiduría, todo amor...’ y por supuesto 'El gran YO SOY’.1 Después de eso el dedo ya no me dolía”.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Cuando seguimos a Dios, somos mansos. Esto no quiere decir que seamos débiles o que nos puedan mandonear. Significa que estamos dispuestos a escuchar y obedecer a Dios y a nuestros padres, en lugar de insistir en hacer algo simplemente porque queremos. Melanie dice: “Yo quiero todo lo que hace Dios, porque todo lo que Él hace es bueno. Recuerdo que me estaba cortando un pedazo de tarta y mi Mamá me dijo que debía ser pequeño. Tuve la tentación de cortar uno grande, pero decidí no hacerlo. Más tarde Mamá me dijo que podía comer otro pedazo”.
La mansedumbre en realidad nos hace fuertes en bondad, nos hace gentiles y bondadosos (no enojados, tristes ni resentidos), entonces podemos escuchar los mensajes de verdad que provienen de Dios y que sanan. Y no perdemos ninguna oportunidad para corregir un error. Lucy dice: “Mi amiga no pensaba que era linda y maravillosa, y para mí lo era porque es la hija de Dios”. Podemos amarnos a nosotros mismos y a otros cuando sabemos que el amor viene de Dios. En realidad nadie está sin belleza, valor o amor. Y nosotros no somos egoístas ni egocéntricos cuando amamos de este modo porque estamos reflejando a Dios.
Si eres paciente cuando tu hermanito trata de atarse los zapatos por quinta vez — o te ofreces a mostrarle cómo hacerlo si se siente frustrado — estás demostrando mansedumbre. El mantenerte alerta, hacer los deberes de la escuela a tiempo y prestar mucha atención a tu maestra cuando habla, son también maneras de ser manso. En realidad demuestras cómo ser amoroso y sabio, expresando a Dios. Melanie afirma: “Felices son aquellos que siguen a Dios”.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
“Felices son los que son justos y correctos: porque ellos serán felices”, dice Nagi. La mayoría de nosotros quiere hacer lo que es correcto, pero a veces parece difícil. Si seguimos a Dios, escuchamos Su voz y sentimos el amor que siente por nosotros y por todos, nos resulta mucho más fácil descubrir cuáles son los pensamientos que no provienen de Él, que no son buenos, y liberarnos de ellos.
Lo que Dios te dice que hagas es siempre bueno y amoroso, no es deshonesto ni tonto. Y nunca dejamos de tener cosas buenas que hacer. Dios está siempre presente, amándonos y diciéndonos qué es lo correcto, aunque no nos demos cuenta de ello. Por ejemplo, el ser amoroso y respetuoso con los demás es algo bueno.
Melanie cuenta: “La cometa de mi hermano estaba sobre mi cama. Yo había roto mi cometa y tuve la tentación de remontar la de él. Entonces me vino un pensamiento: '¡No! No estaría bien que jugara con ella sin preguntarle a mi hermano’. Entonces no la toqué, y yo sabía que ese pensamiento provenía de Dios. Felices son aquellos que desean saber lo que es correcto, porque ellos sabrán lo que es correcto”.
Hacer lo que es correcto significa estar dispuesto a aceptar lo que Dios nos dice que es verdad acerca de nosotros mismos y de los demás. Puede que se necesite valor, pero el recurrir a Dios y hacer lo que es correcto siempre nos mantiene a salvo y fuera de problemas. “La gente que hace lo CORRECTO es feliz”, dice Kim, sin dar muchas vueltas. Entonces nos dice: “Hace dos años, yo tenía unas amigas en la escuela que estaban tomando pastillas de esas que no te dejan dormir. Me pidieron que probara una, y yo les dije que no”. El pensar y hacer solamente las cosas que Dios nos dice que hagamos, nos ayuda a estar sanos y felices.
La Sra. Eddy escribe en la primera oración del Prefacio de Ciencia y Salud, en la página vii: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. Dios nos ayuda y nos bendice de muchas maneras, maneras que nunca hubiéramos imaginado. Dios tiene preparadas más bendiciones para nosotros que las que podemos contar porque Dios es infinito.
La segunda parte de este artículo aparecerá en el Heraldo de mayo.
