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Gabriel y Miguel

Del número de abril de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Mañana No hace mucho tiempo, el cartero dejó un Christian Science Sentinel en nuestro buzón. Lo recogí y al hojearlo un artículo me llamó la atención. Hablaba acerca de competencias y exploraba los cargos diferentes pero complementarios que la Biblia da a dos ángeles llamados Gabriel y Miguel.

Las cualidades asociadas con Gabriel eran las que yo parecía necesitar especialmente esa mañana, y me di cuenta de que mi pensamiento volvía a ellas una y otra vez, y que eran muy útiles para enfrentar tantos problemas actuales.

Leemos en la Biblia que Gabriel le dio a Daniel habilidad y entendimiento. Fue Gabriel quien anunció a María que ella daría a luz a Jesús, y este mensaje iba acompañado de un gentil “No temas”, y la seguridad del poder de la presencia de Dios. Véase Lucas 1:26–38. Por otra parte, la Biblia dice que Miguel es el que pelea las guerras y derrota al dragón.

La Ciencia Cristiana presenta el concepto que los ángeles representan pensamientos inspirados de Dios, y no son criaturas aladas imaginarias. Pero esta explicación de los símbolos bíblicos no disminuye la función que tienen de brindar seguridad y fortaleza en momentos de necesidad. Leemos, por ejemplo, que después de la tentación de Cristo Jesús en el desierto, “vinieron ángeles y le servían”. Mateo 4:11.

En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras la Sra. Eddy, tiene esto que decir acerca de los ángeles: “El Antiguo Testamento asigna a los ángeles, los divinos mensajes de Dios, diferentes oficios. La característica de Miguel es la fuerza espiritual. Él dirige las huestes del cielo contra el poder del pecado, Satanás, y emprende las guerras santas”.Ciencia y Salud, págs. 566–567.

Las guerras santas nunca son con personas, sino siempre con el pensamiento agresivo y destructivo...

Y sobre Gabriel ella dice: “Gabriel tiene la tarea más apacible de impartir un sentido de la omnipresencia del Amor ministrante. Estos ángeles nos salvan de los abismos. La Verdad y el Amor se acercan más en la hora de angustia, cuando la fe firme o la fuerza espiritual lucha y prevalece porque se comprende a Dios. El Gabriel de Su presencia no tiene contiendas”.

Por supuesto, esto no significa que podemos sentarnos con los brazos cruzados y esperar que un ángel haga todo el trabajo por nosotros. La inspiración espiritual, representada por Gabriel, nos trae los pensamientos y las cualidades que mas necesitamos en un momento específico, especialmente confianza y valentía. Nuestra parte consiste en responder a estos impulsos divinos y recurrir con esperanza a Dios, el Amor divino, para que nos muestre cómo pensar mejor, cómo hacer lo mejor y cuál es la mejor manera de hacerlo. El mensaje espiritual de Miguel seguirá dándonos fortaleza y propósito.

Al responder de esta manera no estamos adoptando una actitud negativa y pacifista, ni tampoco una guerra violenta. Las guerras santas nunca son con personas, sino siempre con el pensamiento agresivo y destructivo, ya sea que parezca ser el de nosotros mismos o el de alguien más, individual o colectivo. Al describir la guerra en el cielo, el libro del Apocalipsis atribuye los pensamientos destructivos a Satanás, la personificación de la sugestión de que el mal es poderoso e inteligente. Pero la lucha contra esta mentira siempre es mental. Y siempre tenemos la fortaleza tanto de Gabriel como de Miguel a la mano para lograr la victoria. De modo que Dios nos capacita para percibir que Él es el Amor divino que abraza a cada uno en el bien espiritual, y revela que el hombre es la semejanza espiritual de Dios. Aprendemos más de la fuerza unificadora de Dios, la Mente divina única, que imparte sabiduría y juicio a Su creación, guiando y dirigiendo el pensamiento.

La situación humana cambia a medida que nuestro propio pensamiento cambia bajo la influencia del Amor.

El apaciguamiento del temor y la inquietud por medio del Amor divino, y el reconocimiento de los pensamientos sanadores impulsados por la Mente divina, son dos aspectos importantes del tratamiento en la Ciencia Cristiana. El tratamiento por medio de la oración trae al pensamiento el poder del Amor divino. La situación humana cambia a medida que nuestro propio pensamiento cambia bajo la influencia del Amor. Este enfoque del Cristo sana los males físicos así como otras dificultades. Ciencia y Salud declara: “Decid a los enfermos que pueden hacer frente a la enfermedad sin temor, si tan sólo se dan cuenta de que el Amor divino les da todo el poder sobre cualquier acción y condición físicas”.Ibid., pág. 420.

Un amigo mío comprobó esto por sí mismo una mañana. Él había tenido que salir de una importante reunión de negocios porque se sentía muy enfermo. Llamó a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pidió tratamiento inmediato por medio de la oración. El primer pensamiento que le vino a la practicista fue que este hombre no tenía que tener una lucha desesperante y prolongada contra fuerzas superiores. Él podía ceder espontáneamente al poder omnipresente del Amor ministrante y ser sanado.

Unos minutos más tarde el teléfono de la practicista sonó nuevamente, y mi amigo dijo: “Estoy mucho mejor ahora. Muchas gracias”.

Uno lucha cuando siente que no está capacitado para hacer algo, situación que la mayoría de nosotros enfrentamos a veces. Pero no nos ayuda maltratarnos ni reprocharnos a nosotros mismos para esforzarnos más humanamente o por no saber más o hacer algo mejor. En vez de eso tenemos que elevar nuestro pensamiento a la callada consciencia de la presencia ministrante del Amor divino que está con nosotros y con cada uno de los interesados, y ceder a ella. Entonces todo se aclara para que veamos qué hacer y cómo hacerlo, cualesquiera sean las circunstancias específicas. Este enfoque nos da fortaleza sin tanta lucha, y una capacidad de respuesta que ayuda a eliminar la resistencia.

Otra historia bíblica ilustra bien esta guerra. Cuando unos ejércitos se estaban reuniendo en contra de Josafat y su gente, la inspiración espiritual guió a uno de la compañía a proclamar: “Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios... No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros”. 2 Crónicas 20:15, 17. Y la promesa probó ser cierta.

He aquí un tipo diferente de pelea. Surge de un sentido positivo de la dirección de Dios en cada paso hacia adelante. Hacer frente a los desafíos con este sentido del amor y la guía de Dios, no es pelear con las personas sino rechazar todo sentido de que el mal tiene poder para dividir y destruir.

En épocas como la presente, cuando la controversia parece estar tan difundida a todo nivel de la experiencia humana, éste es más que un método para hacer frente a los problemas personales. Señala la manera de resolver conflictos de cualquier tipo y, lo que es mejor aún, impedir que sucedan.

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