Fue Una Experiencia Muy Sencilla, pero a mí me dejó llena de luz. Yo siempre había sido amistosa con mi vecina, aunque como teníamos horarios diferentes hablábamos muy ocasionalmente. Este día en particular, ella me dijo que su gata Molly no había regresado a la casa esa noche como era su costumbre. Sabiendo que Molly era muy tímida para acercarse a los extraños, las dos dudamos de que simplemente se hubiera ido. Después de nuestra charla, afirmé en oración que la naturaleza real de todas las criaturas es espiritual. Cada una de ellas refleja a Dios, que es Vida, por lo tanto, ninguna se puede apartar de la Vida divina.
Varios días después, cuando buscaba lo que pensé que era un pájaro en mi garaje, miré hacia arriba. Molly estaba mirándome desde la buhardilla del primer piso. Había quedado atrapada allí. La tomé en mis brazos y se la devolví a mi vecina. Estaba encantada; ya había perdido toda esperanza de encontrarla viva.
Mi encuentro infrecuente con mi vecina y mi presencia en el garaje, a donde no voy diariamente, me parecieron mucho más que una casualidad. Aunque no había obedecido una orden específica, sentí que mi deseo de servir a Dios me había impulsado a hacerlo. Por cierto que la Biblia nos asegura: "Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Prov. 3:6.
¿Acaso no sería lindo que sintiéramos que somos impulsados continuamente por el poder divino, en lugar de por nuestro propio juicio imperfecto o por la simple casualidad, como a veces parece ser el caso? El hecho es, como lo revela la Ciencia Cristiana, que la creación de Dios está siempre dirigida de manera infalible. El bien infinito, que es Dios, sólo pudo crear el orden perfecto. En Su reino no puede haber nada que no tenga propósito y tampoco existe la casualidad. Puesto que en realidad somos Su semejanza espiritual, no podemos estar separados de Su armonía. Aunque la escena humana no parezca cierta, siempre podemos intuir cuáles son los pasos que tenemos que dar para que se haga la voluntad de Dios y sentir Su dirección.
A veces la guía de Dios parece tan clara como una voz. La Biblia dice que en lugar de viento, terremoto o fuego, era una “voz callada y suave” lo que dirigió a Elías a actuar en interés de Israel. Véase 1 Reyes 19. Tal vez pensemos que si no escuchamos un consejo así, no somos guiados por Dios. Pero ése no es el caso. Dios no está consciente de las rutinas del vivir humano; El no propone una agenda humana. Él sólo conoce Su armonía y Su expresión. No obstante, cuando volvemos nuestro pensamiento a Él en oración, nuestra vida acepta Sus órdenes. Ya sea que sintamos una voz fuerte o una intuición apacible, somos movidos en direcciones que permitirán que Su bondad se manifieste aún más.
Tal vez pensemos que la dirección la determinan ciertas circunstancias humanas “correctas” en medio de varias “incorrectas”. Y ciertamente el insistir en que prevalezca la voluntad de Dios, nos permite estar en el lugar correcto y cumplir con Su propósito. Pero más importante que el preguntarnos dónde debemos estar, es comprender quiénes somos. En realidad no somos humanos con buenas intenciones que están a la deriva en un mar de incertidumbre; somos ideas creadas por Dios. El propósito y la dirección que Dios nos ha dado son inherentes a nuestra verdadera identidad espiritual.
Cristo Jesús ilustró esto. Estaba tan consciente de la unicidad del hombre con Dios, la Mente divina, que siempre tenía presente el orden armonioso del Padre. Él simplemente obedecía las órdenes de su Padre dondequiera que estaba. Por ejemplo, hizo una pausa para hablar con una mujer que hacía mucho que sufría y que había venido a él en busca de curación; hizo esto aunque la hija de Jairo, a quien iba a ver, estaba seriamente enferma. La mujer sanó y así también la niña. Véase Marcos 5:22–43.
Mis móviles se volvieron más puros y mi determinación espiritual más profunda.
A medida que comprendemos cada vez más que nuestro verdadero ser es uno con Dios, más rápidamente nos encontraremos en esos caminos que cumplen con Su voluntad. Cualquiera sea la incertidumbre que sintamos, no forma parte de nuestra verdadera identidad, es un producto de la creencia mortal. Cuanto mas nos liberemos del temor, el egoísmo y la voluntad propia que forma la creencia mortal, más seguros estaremos de que el camino que tomamos es el correcto. Al expresar las cualidades del Cristo, como son la confianza, la paciencia y la generosidad, ponemos nuestros pensamientos y vidas en línea con la Mente que es Dios, y expresamos más de Su armonía. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy explica: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía”.Ciencia y Salud, pág. 424.
Al comprender nuestro ser espiritual, podemos confiar en que somos guiados divinamente aun si nuestra visión personal parece fallarnos. En una ocasión comprobé que esto es verdad cuando me vi espiritualmente impulsada a ir en una dirección nada convencional. Aunque la dirección inicial pareció estar llena de luz y promesa, siguieron grandes dudas y reveses. A veces sentía que no había seguido la guía divina. Pero poco a poco mi sentido espiritual se fue fortaleciendo. Mis móviles se volvieron más puros y mi determinación espiritual más profunda. Finalmente, esa búsqueda demostró una vez más tener potencial para el bien, y ocurrieron cosas que demostraron que era muy meritoria.
Aunque parezca que hemos cometido una equivocación, ningún error puede ser terminante. Eso se debe a que Dios no conoce las equivocaciones. Sólo existen dentro de la creencia mortal. De modo que los errores del pasado pueden ser redimidos cuando comprendemos que sólo el reino de Dios prevalece, y obedecemos Su gobierno en nuestra experiencia diaria.
La equivocación a la que siempre tenemos que estar alerta es la creencia de que somos mortales sujetos a la casualidad y al desastre, al pecado y a la derrota. Cristo Jesús demostró que esta creencia es falsa. Cuando fue crucificado pareció como si el orden y la armonía divina que él había revelado en su ministerio sanador, no hubieran tenido mucho significado. Pareció que la mente carnal con su clara anarquía prevalecían. Pero Jesús mostró que el orden de Dios es inviolable. Cuando se levantó de la tumba él probó que el hombre real nunca es sacudido por las vicisitudes de la vida material ni por la supuesta astucia del odio. El hombre es espiritual, y esta espiritualidad es una fortaleza presente.
En realidad toda cosa viviente es mantenida dentro del orden sagrado de Dios. Él nos dirige a todos. Cuando ponemos nuestros pensamientos de acuerdo con los Suyos, encontramos la armonía y el propósito a través del cual contribuimos a que se haga Su voluntad.
    