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EL MIEDO NO PUEDE LIMITAR TU VIDA

Del número de abril de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando era niña, mi familia y yo acostumbrábamos viajar a un estado lejano para visitar a nuestros familiares. Era un viaje largo y yo no veía el momento de llegar a la casa. Mi abuela nos llevaba a darles de comer a los patos en un parque cercano. Era muy divertido. También visitábamos a mi “tía”. En realidad no era mi tía, pero mis padres se habían criado con ella y era como de la familia. Me gustaba verla a ella y a sus hijos, pero había una parte de esa visita que no me gustaba. Ellos vivían junto a un lago, e íbamos allí a nadar.

Recuerdo muy claramente una experiencia sobre la que mi padre aún bromea. Estábamos todos en el agua y yo me movía con mucho cuidado, sin saber qué o quién podía estar debajo de mis pies. Estaba acostumbrada a nadar en una piscina donde podía ver el fondo y sabía que no podía haber nada excepto las otras personas. Pero éste era un lago donde había peces y quién sabe que otras criaturas o plantas desconocidas. Y ése era el problema. Realmente me asustaba todo lo que fuera desconocido. No sabía qué podía ocurrir.

El agua era bastante clara, y de repente vi un gran pez debajo de mi pie, que me tocó mientras nadaba. Mi padre estaba cerca, parado en el agua, así que corrí hacia él y me le colgué como si fuera un palo. ¡Pueden imaginarse su sorpresa! Fue muy tonto de mi parte, pero el miedo muchas veces nos hace hacer cosas cómicas que no haríamos normalmente.

No existe lugar ni momento en que no estemos con Él.

Desde ese momento acepté como parte de mi vida el miedo a los peces y a otras criaturas que viven en el agua, sin importar lo que me decían mi papá y mi mamá. Ellos trataban de hacerme entender que en ese lago no había nada que pudiera dañarme, y que ellos habían nadado en ése y en otros lagos desde que eran niños. Pero nada de lo que me dijeron e hicieron pudo convencerme de que ese lago era un lugar seguro.

Tiempo después, durante un verano de mi primer año en la universidad, poco a poco comencé a aprender que Dios me ama a mí y a toda Su creación porque somos Sus ideas espirituales, por lo tanto, podía sentir Su presencia y amor en cualquier lugar que estuviera. Todas las ideas de Dios se mueven juntas en perfecta armonía, ya que Dios, el Amor, lo creó todo bueno.

En la Biblia encontramos este poderoso y reconfortante mensaje: "¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra". Salmo 139:7–10. No importa donde estemos, Dios siempre está con nosotros guiándonos y mostrándonos el camino correcto a seguir. No existe lugar ni momento en que no estemos con Él.

Yo estaba aprendiendo acerca de la Ciencia Cristiana, las verdades de Dios y el hombre. El estudio de la Biblia junto con Ciencia y Salud y un año de asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, me ayudaron a superar muchos de estos temores y limitaciones que había aceptado como parte del hombre en general, y de mí en particular. El estudio de estos libros abrió mis ojos a las posibilidades que tiene el hombre creado por Dios.

Existe otra afirmación que fue muy útil para mí: "Comprendiendo el dominio que el Amor mantenía sobre todo, Daniel se sintió seguro en el foso de los leones y Pablo probó que la víbora era inofensiva. Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles e indestructibles. La comprensión de esa verdad sublime fue una fuente de fortaleza para los antiguos patriarcas. Apoya a la curación cristiana y capacita a quien la posee para que emule el ejemplo de Jesús. 'Y vio Dios que era bueno'".Ciencia y Salud, pág. 514–515. El título marginal de esta declaración dice: "Las criaturas de Dios son útiles". Siempre que entendemos este hecho, podemos recibir su fortaleza y encontrar curación.

Así fue como lo hice. A diferencia de mi primer experiencia con los peces, una de mis últimas vacaciones incluyó una maravillosa aventura que me abrió nuevos horizontes. Tuve la oportunidad de aprender a bucear con tanques. Por un momento pensé que esta nueva aventura podía arruinarse. Entonces, a diferencia de la otra experiencia, los dos pasajes que mencioné de la Biblia y de Ciencia y Salud vinieron a mi pensamiento y me ayudaron a rechazar completamente el miedo. Era muy divertido nadar con tantos y hermosos peces de diferentes colores y tamaños, y no sentir ningún miedo. En cambio lo que sentí fue aprecio y amor por esas ideas de Dios, y por las cualidades divinas que expresaban, cualidades como belleza, gracia y libertad.

Lo disfrutamos tanto que aquella tarde fuimos a otra región a bucear con snorkel. Allí los peces hasta me mordisquearon un poco las piernas porque había otro nadador que los estaba alimentando. Esto no me asustó para nada porque lo hacían suavemente. Para mí fue una pequeña lección de que realmente vivimos todos en armonía en el reino de Dios.

Quizas tú no quieras bucear con snorkel ni nadar con peces, pero ése no es realmente el punto. Muchas veces existen cosas en nuestra vida que nos dan pavor o a las que les tenemos miedo, pero nos podemos dar cuenta de que, con la ayuda de Dios, podemos dominar estas cosas una a una, sea lo que sea, y sentir Su bendición allí mismo. No importa cuan grandes o pequeñas parezcan estas cosas, al escuchar y obedecer a Dios descubrimos que la bondad de Dios está siempre con nosotros. Y cuando vamos a un nuevo lugar, una escuela nueva, a una ciudad nueva, o estamos con amigos, nadando en un lago oscuro, vemos que nada puede separarnos del cuidado y amor de Dios.

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