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AHORA COMO EN EL PRINCIPIO

Escrito para el Heraldo

Del número de junio de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Biblia Dice de la creación: "Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera". Gén 1:31. Si Dios lo creó todo y vio que todo era bueno, y bueno quiere decir que todo está en perfecta armonía, entonces, lo bueno es universal y omnipresente. Podemos decir que la armonía es la manifestación de la divina presencia, Dios, para toda Su creación eterna.

Esto es bastante diferente de la creencia más generalizada de que Dios es alguien que ama, odia, bendice y castiga. Este concepto de Dios dice que cuando oramos y le informamos a Él sobre lo que necesitamos resolver — carencia, enfermedad, discordias en la familia o cualquier otro tipo de problema — Él nos está escuchando, se da cuenta de que tenemos dificultades y se pone en función para resolverlas.

¿Pero debe Dios ponerse a arreglar lo que había hecho perfecto? Lo que Él ha hecho ha sido siempre y aún es perfecto, aunque no podamos percibirlo.

Si tuviéramos la oportunidad de ver el universo a través de un telescopio veríamos cómo todos los planetas giran armoniosamente. Esto nos brinda una percepción de la verdadera armonía espiritual, la cual Dios ha creado y que no es material. Dios es la Mente universal, el Amor onmipresente, el Creador y gobernante supremo e infalible. Como Su creación, tenemos el derecho de conocer el gozo y la bondad de Su creación. Pero cuando nuestra visión de Su presencia amorosa se desvanece en nosotros, podemos recurrir a Él en oración.

Dios sólo conoce y nos da alegría y paz.

La oración eficaz es el reconocimiento absoluto de la perfección de la obra de Dios. Dios necesita de Su creación, incluso el hombre, para manifestarse. Ya que Dios es infinito, Su bondad debe ser expresada en todas partes. Entonces, cuando creemos que necesitamos armonía, podemos no aceptar esta condición infeliz. ¿Por qué admitir la realidad de algo que Dios no ha creado? En otras palabras, Dios sólo conoce y nos da alegría y paz. Cuando las cosas en nuestra vida comienzan a no estar bien, no vienen de Dios. Podemos rechazarlas espiritualizando nuestro pensamiento.

Por ejemplo, si por la creencia de que existe la enfermedad pensamos que estamos enfermos, primero tenemos que tratar de comprender que Dios en ningún momento creó lo que llamamos enfermedad. Partiendo de esta premisa, podemos declarar con autoridad divina que lo que Dios no ha creado no tiene existencia real, solo es una sugestión de la mente carnal, o mortal, y entonces es falsa. Es solo un error de creencia. Cualquier situación en nuestra vida diaria, sea física o moral que no es armoniosa, puede ser resuelta si estamos alertas a la falsedad del cuadro mental que se nos presenta como una "realidad". Cualquier cosa que es inarmónica es falsa.

La mente mortal, que es la promotora de toda concepción errónea, es como un prestidigitador que hace aparecer un conejo, ochenta pañuelos de vivos colores, dieciséis palomas y las más disímiles cosas de un sombrero. Nuestros ojos pueden ver todas estas cosas que salen del sombrero, pero sabemos que estos trucos mágicos no son reales, que tienen que ser ilusiones. Las enfermedades y los problemas son también ilusiones.

La Sra. Eddy aclara esto en su libro Ciencia y Salud: "Aprendemos en la Ciencia Cristiana que toda desarmonía de la mente o del cuerpo mortales es una ilusión y no posee ni realidad ni identidad, aunque parezca que es real y que tiene identidad".Ciencia y Salud, pág. 472.

Lo que albergamos en el pensamiento trata de manifestarse como real en la creencia humana, ya sea enfermedad o cualquier otra forma de desarmonía. La mente mortal es el "prestidigitador" que sutil y hábilmente nos engaña. En vez de esto, veámosnos a nosotros mismos en armonía con la realidad, con Dios, el infinito Todo-en-todo. Limpiemos uno a uno todos nuestros pensamientos de toda materialidad — pecado, enfermedad, contrariedad, trastorno — pidiendo a Dios entendimiento para que seamos capaces de negar el mal y en su lugar reconozcamos el bien como la única realidad. Entonces, percibiremos que la presencia del Amor divino es una dulce y permanente realidad, que el Amor tiernamente cuida de nosotros y nos da paz.

Una oración eficaz es la que niega rotundamente el mal como irreal, toma la posición del bien y este hecho trae a nuestra vida un reconocimiento de la armonía, como la manifestación de la presencia amorosa de nuestro Padre-Madre Dios. A través de este entendimiento espiritual, percibimos que todo — ahora como en el principio — es bueno y armonioso y que ese estado es permanente y eterno.

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