Cuando Mi Esposo falleció súbita e inesperadamente en 1958, acabábamos de construir una casa nueva. Nuestro hijo tenía once años. En aquel momento yo estaba trabajando, pero mis ingresos no eran suficientes para cubrir todos los gastos que teníamos en esa nueva casa. Era necesario que ganara algo más, entonces tenía tres trabajos.
La dificultad duró muchos meses. Tuve la bendición de tener una madre que era devota estudiante de la Ciencia Cristiana. Ella me alentaba mucho, dándome a menudo para que leyera algún versículo de la Biblia y pasajes de Ciencia y Salud. Yo oraba diariamente, y estos libros eran mi constante compañía. A pesar de que mi hijo sólo tenía once años, siempre traía de la Escuela Dominical a la casa una declaración de la verdad que sabía que me ayudaría.
Un miércoles tuve un gran deseo de asistir a la reunión de testimonios en la iglesia filial que estaba al otro lado de la ciudad donde yo vivía. Me pregunté si era inteligente gastar dinero en la gasolina, pero a pesar de eso decidí ir.
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