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El juego: ¿un beneficio o una desgracia?

Del número de junio de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Juego — basado en la destreza y el azar donde se apuesta dinero y efectos de valor — existe desde el 1300 a.C. Se han encontrado tableros de juegos y accesorios en las tumbas de la realeza egipcia. Doscientos años antes de Cristo, los romanos ya usaban los mismos dados con que se juega en la actualidad. Se dice que las primeras loterías establecidas por el gobierno datan del 1520 d.C., en Francia. Siglos después, las Colonias en los Estados Unidos usaron loterías para reunir fondos para universidades, escuelas e iglesias. Y durante la Guerra Civil, los soldados se divertían jugando al Keno, juego que la historia de China lo menciona desde mucho tiempo atrás.

En años recientes, en los Estados Unidos, las loterías y otros juegos legalizados se han usado cada vez más como fuente par obtener los fondos necesarios para escuelas y otras actividades. Los premios de muchos millones promocionados por los medios de comunicación, contribuyen a la aceptación y el entusiasmo del público.

El problema con todas estas formas de juego es que están construidas sobre una premisa falsa: que el bien viene de la casualidad, no de Dios. Esta premisa hace que el bien parezca incierto, una cuestión de suerte y no el resultado de las leyes divinas, en las que se puede confiar totalmente. Define al hombre en términos materiales y niega su naturaleza espiritual como la idea amada de Dios. Pero la Ciencia Cristiana muestra a la humanidad que la materialidad — con sus riesgos y pérdidas — no es la realidad. El hombre, como idea espiritual de Dios, siempre tiene todo el bien que necesita.

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