Las Decisiones que debemos tomar en muchos aspectos de nuestra vida diaria nos exigen reflexionar sobre ellos con mucho cuidado. "Después que me gradúe, ¿qué voy a hacer?", puede que se pregunte un alumno de secundaria. Otros quieren saber qué dirección tomar si pierden el empleo. Las respuestas de la mente humana a esas preguntas pueden ser confusas y hasta contradictorias. Tal vez las impresiones positivas y negativas se vayan alternando. En un momento nos sentimos muy alegres, y poco después las preocupaciones y dudas nublan nuestra visión. A veces las perspectivas de tener un futuro mejor parecen muy lejanas. En mi propia experiencia, en una situación que se relacionaba con el empleo, a medida que comprendí estas idas y venidas, terminé con el infructífero proceso de sopesar los pros y los contras simplemente desde el punto de vista material, y empecé a orar.
Con la oración comprendí muy pronto que Dios, la Mente siempre activa, no nos ve en situaciones confusas, llenas de presión o amenazadoras. La mente divina ya nos ve y para siempre donde pertenecemos. Puede que a veces parezca muy lógico evaluar gran cantidad de argumentos, pero no se iguala con el hecho de escuchar la guía divina con confianza. Como regla, la manera de ver las cosas desde el punto de vista humano, como son las oportunidades de trabajo, no nos lleva muy lejos porque se basa en opiniones, nociones, declaraciones en las que no se puede confiar. Por lo tanto, nuestra toma de decisiones se transforma en un juego de adivinación sin ninguna garantía de que nos mostrará el camino que es correcto para nosotros.
Mary Baker Eddy enfrentó con frecuencia desafíos que no tenían paralelo ni precedente en su experiencia. Pero su absoluta confianza en la guía de la Mente siempre le mostró el camino que debía seguir para salir victoriosa. Ella escribe en Ciencia y Salud: "Sólo la Mente posee todas las facultades, toda la percepción y comprensión".Ciencia y Salud, pág. 488.
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