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Una introducción a la Biblia

Jesús y sus parábolas

Segunda parte

Del número de junio de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cuánto han cambiado las cosas en los últimos dos mil años? Puede que respondas: ¡Muchísimo! En la época de Jesús la gente en lugar de viajar en bicicleta, automóvil, autobús, tren o avión, caminaba y montaba en burro, camello y caballo. En lugar de utilizar bombitas eléctricas y ver televisión, la gente usaba lámparas de aceite y contaba historias sobre su familia y la nación.

¿Pero somos acaso tan diferentes de la gente de esa época? Por las enseñanzas de Jesús podemos ver que quienes lo escuchaban querían y necesitaban comprender más acerca de Dios y Sus leyes a fin de responder preguntas como las siguientes:

• ¿Cómo viene el reino de los cielos a la tierra?

• Si se supone que debo amar a mi prójimo como a mí mismo, ¿eso quiere decir que sólo a mi vecino de al lado?

• ¿Me perdonará Dios si hago algo que sé que está mal?

• ¿Acaso importa que yo algunas veces me sienta demasiado ocupado como para prestarle mucha atención a Dios?

La Biblia pone bien en claro que hoy tenemos que aprender las mismas lecciones que la gente a quienes Jesús enseñó hace dos mil años. ¿Qué significan para ti las siguientes parábolas?

El buen Samaritano. Un hombre estaba viajando de Jerusalén a Jericó, cuando lo atacaron unos ladrones. Se llevaron sus ropas y lo golpearon dejándolo medio muerto. Primero un religioso judío y luego otro, pasaron junto a él, pero ninguno se detuvo a ayudarlo.

Entonces un hombre de Samaria llegó. A pesar del hecho de que él adoraba a Dios de una manera diferente que los judíos, el samaritano sintió compasión por ese hombre. Se acercó y lo ayudó, le derramó aceite y vino en las heridas, lo puso encima del animal que tenía, y lo llevó a una posada. Cuando el samaritano continuó su camino al día siguiente, le pagó al posadero y le pidió que cuidara de ese hombre hasta que estuviera lo suficientemente bien para marcharse.

Jesús contó esta parábola cuando estaba conversando con alguien que él sabía que debía ser amoroso con su prójimo, pero quien le preguntó: "¿Y quién es mi prójimo?" Después de contar la parábola, Jesús le preguntó al hombre: "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?" Por supuesto, el hombre respondió que el que había mostrado misericordia con él, el samaritano. Jesús le dijo que él debía actuar de la misma forma. Lucas 10:25–27.

El hijo pródigo. Un hombre tenía dos hijos. El más joven le pidió a su padre que le diera en ese momento la parte de los bienes que heredaría algún día. El padre estuvo de acuerdo.

Muy pronto el joven partió lejos con sus nuevas posesiones. Entonces desperdició todo viviendo perdidamente. En esa época también había escasez de comida donde él estaba viviendo. En un esfuerzo por encontrar algo para comer, se puso a trabajar de sirviente dando de comer a los cerdos. Tenía tanta hambre que deseaba alimentarse con la comida de los cerdos.

Entonces se puso a pensar más claramente. Sabía que los jornaleros de su padre la estaban pasando mejor que él, de modo que decidió regresar a su casa y decirle a su padre que él ya no merecía ser su hijo, y que lo pusiera como a uno de sus jornaleros.

Cuando el hijo se dirigía a la casa, el padre lo vio de lejos, y con el corazón lleno de amor, corrió a su encuentro. El padre lo abrazó y lo besó. Cuando el hijo le dijo que ya no era digno de ser su hijo, el padre le respondió pidiéndole a sus sirvientes que trajeran hermosas ropas y un anillo para el joven, signo de que el padre aún lo consideraba su hijo. El padre dijo que era como si este hijo hubiera muerto y ahora estaba vivo nuevamente.

Hay algo más respecto a la parábola del hijo pródigo:

El padre dijo a sus sirvientes que prepararan una fiesta para celebrar el regreso de su hijo. Pero el hijo mayor estaba enojado y se negaba a participar de la fiesta. Cuando su padre salió para hablar con él, éste se mostró muy infeliz. ¿Por qué iban a tener una fiesta para el hijo más joven, se lamentaba, que se había llevado buena parte de las riquezas de la familia y la había desperdiciado? Él, su hijo mayor, había trabajado duro para el padre durante muchos años y siempre había sido obediente, pero a él no le habían hecho una fiesta. El padre respondió con mucho amor: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas". Lucas 15:11–32.

La parábola del hijo pródigo, como algunas de las otras parábolas, enseña más de una lección. Se puede tomar como una advertencia de vivir con sabiduría en lugar de buscar los placeres de las cosas materiales. También muestra la necesidad de amar a aquellos que han cometido errores y regocijarnos cuando tratan de corregirse. También indica que si hacemos algo que nos hace sentir separados de Dios, necesitamos recordar quienes somos: los hijos y las hijas de Dios. Para nuestro Padre nunca dejamos de ser Sus hijos, y el amor que siente por nosotros nunca cambia. El significado de esta parábola es tan importante que ha sido llamada "la perla de las parábolas".

La viuda y el juez. Una viuda necesitaba que se hiciera justicia, pero se tardaba mucho porque el juez que estaba a cargo del caso no respetaba ni a Dios ni al hombre. Pero la viuda era persistente, y puesto que ella continuaba pidiendo justicia, el juez finalmente actuó de una manera justa. Lucas 18:1–8.

Esta parábola demuestra que la gente siempre debe orar y no permitir que el desaliento les impida hacerlo.

Los fariseos y el recaudador de impuestos. Un fariseo (miembro de un poderoso grupo religioso judío) y un recaudador de impuestos estaban orando en un templo. El fariseo estaba tan seguro de que se había comportado muy bien que agradeció a Dios por no ser como los otros hombres, injustos, como ese recaudador de impuestos. El recaudador de impuestos, por otro lado, reconoció que él no había sido tan bueno como debería haber sido, de modo que agachó su cabeza y oró pidiendo misericordia. Jesús dijo que fue el recaudador de impuestos y no el fariseo el que se fue del templo en más unión con Dios, porque es muy importante ser humilde. Lucas 18:9–14.

Las diez jóvenes. Una noche, diez jóvenes estaban planeando ir a unas bodas. Todas tenían aceite en sus lámparas, pero sólo cinco de ellas pensaron en traer aceite extra. El esposo tardaba mucho en llegar, y las jóvenes se durmieron. Cuando llegó el anuncio de que el esposo se acercaba, ellas se despertaron y prepararon sus lámparas para poder salir a la oscuridad. Las jóvenes insensatas, que no habían traído aceite extra, pidieron a las prudentes que les dieran de su aceite, pero éstas se negaron diciendo que de ese modo no alcanzaría para ninguna de ellas. Entonces las insensatas tuvieron que ir a comprar más aceite, mientras las prudentes, con sus lámparas bien encendidas fueron a las bodas. Entraron al salón con el esposo, y la puerta se cerró. Cuando las jóvenes insensatas regresaron, no pudieron entrar. Mateo 25:1–13.

Esta parábola destaca la importancia de cuidar de nuestra comprensión espiritual de modo de que no perdamos la alegría que está preparada para los que son fieles.

Los talentos. Un hombre se iba de viaje por un tiempo, y confió parte de su dinero a cada uno de sus siervos. A uno le dio cinco monedas, o talentos, a otro dos, y a un tercero un solo talento. Les dio diferentes cantidades de acuerdo con sus habilidades.

Cuando el hombre regresó mucho tiempo después, cada uno tuvo que dar cuenta de lo que había hecho con los talentos que le había dado. Los primeros dos habían invertido el dinero y ganado más, por lo cual pudieron darle a su empleador más de lo que les había confiado. Pero el tercero había tenido miedo y había enterrado su talento para mantenerlo a salvo. El empleador estaba enojado de que no lo hubiera invertido, de modo que se lo quitó y se lo dio al que había aumentado sus talentos de cinco a diez. Y el siervo que había enterrado su talento fue despedido. Mateo 25:14–30.

Esta parábola muestra que tenemos que hacer buen uso de nuestras habilidades para que no se deterioren.

Como vimos el mes pasado con la parábola del sembrador y el suelo, Jesús sabía que algunos de los que oían estaban listos para comprender las cosas espirituales, pero que muchos otros no lo estaban. Por lo general, él evitaba hablar claramente acerca de ese tipo de cosas a quienes no estaban dispuestos a escuchar. Pero para aquellos de la época de Jesús que querían aprender más acerca de Dios — y para nosotros hoy — las significativas parábolas de Jesús explican qué es el reino de los cielos y cómo encontrarlo aquí en la tierra.

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