Con Frecuencia cuando enfrentamos un problema (ya sea enfermedad, pérdida, escasez, desarmonía en las relaciones, accidentes, o alguna otra cosa), nuestro pensamiento está confundido, todos los diferentes aspectos de la situación se juntan en nuestra consciencia, y nos preguntamos: "¿Cómo voy a salir de esto? ¿Quién me puede ayudar?"
La Biblia ofrece esta guía de Dios: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". Salmo 46:10. Una experiencia que escuché hace poco demuestra que el seguir esta guía trae buenos resultados.
Una mujer estaba viviendo en un país comunista. Muy rara vez mostraban películas para niños, de modo que cuando anunciaron que iban a proyectar una en otro pueblo distante, ella decidió llevar a su pequeño hijo y a otro niño a verla, aunque el servicio de autobús era irregular e imprevisible los fines de semana.
Cuando terminó la película, había cerca de cuarenta personas esperando el autobús. Cuando finalmente llegó, ya estaba lleno, pero unos pocos se las ingenieron para empujar y subir en medio de mucho resentimiento, frustración e impaciencia. Tiempo después, vino otro autobús y ocurrió lo mismo. Para entonces ya era de noche, el hijo de la mujer estaba cansado y comenzó a llorar, y el otro niño dijo que no se sentía bien.
En medio de todo esto, ella recurrió a Dios. Había empezado a estudiar la Ciencia Cristiana; acercó a los chicos a su lado y calladamente cantó el único himno que sabía del Himnario de la Ciencia Cristiana. Las palabras fueron escritas por la Sra. Eddy: "Gentil presencia, gozo, paz, poder". Himno N 207. La certeza de que el Amor divino está siempre presente y nos brinda su tierno cuidado, calmó su pensamiento y consoló a los niños.
Muy poco después de que ella terminara de cantar, una camioneta se detuvo y el conductor preguntó: "¿Va alguien a...?" y mencionó el nombre de su pueblo. Nadie respondió, aunque la mayoría de la gente iba a ese pueblo. El hombre repitió su pregunta. Ella y su grupito y otra mujer con varios niños, fueron los únicos que subieron al vehículo, y los llevaron a sus casas. De camino, la otra mujer le dijo que ella también era estudiante de la Ciencia Cristiana y que había estado orando. El conductor comentó que al pasar había visto varias paradas llenas de gente, pero que cuando llegó a la de ellas, pensó que podría ayudar llevando a algunos a sus casas, y entonces se detuvo. La mujer estaba impresionada y llena de gratitud de ver que su oración había sido tan rápidamente respondida.
¿Qué había ocurrido? El pensamiento enfurecido de los otros que estaban en la parada, se expresaba en enojo, temor, quejas a los gritos, entonces no escucharon cuando se les presentó la solución. Por otro lado, cuando esta mujer se quedó quieta y se concentró en lo que había percibido del poder, la omnipresencia y el amor de Dios, la confusión de su pensamiento se calmó y ella pudo escuchar la respuesta a su necesidad. La otra mujer había recurrido a Dios y también fue bendecida.
Cuando me enteré de esta experiencia, obtuve una percepción espiritual sobre algo que me había dejado confundida. El estanque de Betesda estaba lleno de gente que buscaba curación, y aun así la Biblia nos cuenta que Cristo Jesús sólo sanó a uno de ellos. Véase Juan 5:2–9. ¿Por qué? ¿Acaso él era el único que estaba lo suficientemente callado en su pensamiento como para escuchar la invitación de Jesús?: "¿Quieres ser sano?"
La Biblia nos dice que el hombre contestó: "No tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo". (La Biblia explica que según la creencia general "un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese". El pasaje agrega que este hombre había estado enfermo treinta y ocho años.)
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu lecho, y anda". El relato continúa. "Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho; y anduvo". El pensamiento del hombre estuvo lo suficientemente quieto como para escuchar, y receptivo y humilde como para obedecer. Su pensamiento había estado lleno de temor, limitación y dependencia en otros y en medios materiales para sanarse, conforme a su respuesta. A mí me parece que Jesús le ordenó que se elevara por encima de esos pensamientos y se separara de las dependencias materiales para demostrar la libertad que Dios le había dado. El hombre obedeció y fue sanado.
¿Qué lección encontramos en esto? ¿Cómo podemos encontrar soluciones sanadoras a los problemas que enfrentamos hoy? Ante todo debemos aquietar los pensamientos que no vienen de Dios, como es el temor (que es básicamente dudar de la disposición y habilidad que tiene Dios para ayudarnos.) Lo hacemos reemplazando estos conceptos errados acerca de Dios, con la verdad de la naturaleza de Dios como nuestro Padre-Madre amado — Amor omnisciente, omnipresente y omnipotente — y reemplazando el concepto errado del hombre como discordante, imperfecto y material, con la comprensión del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, espiritual y perfecto.
¿Cómo podemos alcanzar esa quietud espiritual, esa quietud de pensamiento que nos permite escuchar las respuestas de Dios?
Como imágenes de Dios podemos reflejar sólo lo que es verdad acerca de Dios. La escasez, la soledad, el temor, el enojo, el pecado, la enfermedad y la muerte no son parte de Dios; y dado que somos la semejanza de Dios, no pueden ser ciertos acerca de nosotros tampoco. Sólo podemos reflejar lo que está en el original.
La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: "Tal como vuestro reflejo aparece en el espejo, así vosotros, siendo espirituales, sois el reflejo de Dios. La sustancia, la Vida, la inteligencia, la Verdad y el Amor que constituyen la Deidad son reflejados por Su creación; y cuando subordinemos el falso testimonio de los sentidos corporales a las realidades de la Ciencia, veremos esa semejanza y reflejo verdaderos en todas partes".Ciencia y Salud, pág. 516. Así como la claridad del reflejo en una piscina de agua está en proporción a la quietud y pureza del agua, así es nuestro pensamiento.
Cuando nos enfrentamos a un problema de cualquier naturaleza, ¿cómo podemos alcanzar esa quietud espiritual, esa quietud de pensamiento que nos permite escuchar las respuestas de Dios? Debemos "subordinar el falso testimonio de los sentidos corporales a los hechos de la Ciencia".
Si el testimonio de los sentidos corporales lo condena a ser un inválido, a sufrir dolores o penas según la ley material que, según ella, usted ha quebrantado, afirme que como hijo de Dios usted no está sujeto a la ley material; usted es espiritual, un ciudadano del reino de Dios, y está únicamente bajo la jurisdicción de Su ley de armonía y perfección.
Si la mente carnal, o mente mortal, como la llama la Sra. Eddy, argumenta que la curación es imposible, sepa que para Dios nada es imposible. Si argumenta que usted no tiene la comprensión o la fortaleza para sanar la situación, sepa que Dios sí la tiene, y sólo Dios sana; sepa que por ser Su imagen y semejanza, usted refleja Su poder y sabiduría. Como Pablo, usted puede hacer todo lo necesario mediante el Cristo, la Verdad, que lo fortalece. Véase Filip. 4:13
Si la mente mortal le dice que su cuerpo es viejo, está débil, enfermo, fuera de control, comprenda que su verdadero ser es espiritual y perfecto, la imagen y semejanza de Dios, y que ese cuadro mortal es un concepto errado, limitado y limitante de la verdad acerca de su verdadero ser como Dios lo hizo.
Si ésta así llamada mente argumenta que el problema ha durado demasiado tiempo como para cambiar ahora, sepa que el tiempo es un concepto mortal; no es un factor en el Espíritu eterno, Dios.
Esté quieto, sienta la presencia de Dios, y sienta el Amor que Él le manifiesta; Dios lo cuida, guía y gobierna eternamente; y lo nutre a usted y a todas Sus amadas ideas.
Confíe en Su sabiduría y bondad. Ámelo. Esté agradecido por el bien que usted ha visto y todo el bien que está presente ahora porque Dios está presente ahora aquí, y porque Dios es Todo, y ese Todo es todo bueno. Vea a la discordancia en todas sus formas como una mentira acerca del reino de Dios. Afirme el poder que Dios le ha dado y póngalo en práctica, entonces encontrará no sólo paz sino también curación.
