Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Hace Algunos Años...

Del número de junio de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Algunos Años sané de sordera.

Primero dejé de oír de un oído, y dependí del otro. Esto continuó por algunos años. Luego dejé de oír por el otro oído también. En ese momento estaba en una reunión de mi iglesia, y pensé que los miembros estaban haciendo un chiste tratando de leer los labios. De pronto me di cuenta de que era yo la que estaba leyendo los labios, y no fue nada gracioso. Tuve mucho miedo.

Después de una semana comencé a creer que aunque había tenido muchas curaciones en el pasado, este problema era muy difícil para que la Ciencia Cristiana lo sanara. Fue entonces que llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda con su oración.

En esa época yo era maestra de arte, y la habilidad de oír era esencial. Comencé a orar metafísicamente y con consagración para sanar, y con ello mi habilidad para orar se fortaleció. Reflexioné acerca del Salmo 91, y me puse "al abrigo del Altísimo" (versículo 1). Oré diariamente con ese salmo sanador, que realmente me ayudó a escuchar el mensaje de los ángeles. Ciencia y Salud define a los Ángeles como "Pensamientos de Dios que vienen al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, de la pureza y de la inmortalidad, que contrarresta todo mal, toda sensualidad y toda mortalidad" (pág. 581). También leí lo relacionado con los oídos: "No los órganos de los llamados sentidos corporales, sino comprensión espiritual" (Ibid., pág. 585).

Seguí asistiendo a la iglesia y sentí sincera gratitud por todos los que participaban y asistían a los servicios. Mi pensamiento se elevó al comprender que yo también formaba parte de la actividad sanadora que desarrolla la Iglesia.

Además estudié con persistencia y en oración la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, y leí las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana.

Después de varias semanas me di cuenta de que podía hacer lo que Dios me pedía que hiciera. Hasta pude mantener mi horario de tiempo completo para dar las clases de arte. Una mañana, después de leer la Lección, terminé con una de mis bendiciones favoritas de 1 Crónicas: "Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos" (29:11). Luego dije: "Gracias, Dios, porque siempre cuidas de Tus hijos".

Al terminar sentí algo en un oído, y salió una sustancia. Nunca estuve tentada a hacerme revisar por un médico, sino que confié en que el gran y único médico — Dios — haría la corrección necesaria. Poco después de que ese oído sanó, el otro comenzó a funcionar perfectamente.

Aprendí mucho de esta curación, en particular que la persistencia espiritual siempre trae curación, por más difícil que parezca la situación o cuanto tiempo tome sanar. Yo ciertamente comprendí mucho mejor que Dios cuida del hombre.



Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 1997

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.